La dulce bilis de Francisco Diego

Para explorar las emociones y sensaciones que surgen del desencuentro con el otro

Donna Oliveros

  · viernes 5 de julio de 2019

Muestra del artista es resultado de su residencia en Hungría. / Fernando Reyes

Rostros carentes de rasgos y ojos; cabezas desproporcionadas sin orejas, y piernas extremadamente delgadas, son algunas de las características del peculiar personaje que Francisco Diego ha creado para materializar la contradicción y la anomalía que se desprenden en la otredad.

Se trata de “Dulce Bilis”, una exposición del artista plástico queretano, que será inaugurada el día de hoy, a las 19:00 horas, en el Museo de los Conspiradores.

En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO, el autor detalla que la obra nació durante su estancia artística en Hungría, donde el desencuentro cultural y lingüístico con los habitantes de aquella región, lo llevó a hacer conciencia sobre sus emociones y procesos creativos.

“Pasé largos periodos en solitario, pues la comunicación era muy difícil y poco verbal en el pueblo donde estuve, pues casi nadie hablaba inglés. Fue así que empecé a bocetar estos personajes, a quienes nombré “Bili”; figuras que carecen de rasgos y gestos específicos, pero que poseen mucha expresión en su corporalidad (…) A todos los veo asimilándose, viviendo ese proceso de autoconocimiento”, señala.

A través de 19 esculturas de bronce y pinturas, en las que este personaje es la figura central, Francisco Diego habla sobre la búsqueda del ser auténtico al margen de lo socialmente establecido, así como de las sensaciones y emociones que surgen de la anomalía y del desencuentro con el otro. Para el autor, la dulce bilis es una manera de simbolizar esta dialéctica, entendiéndola como una conjunción de opuestos que hacen que todo se transforme.

Reivindicando su proceso creativo como elemento indisociable y constitutivo de la obra, el artista ha dejado a la vista las líneas de los bocetos que antecedieron a cada una de sus pinturas, “para darle esa importancia a los primeros trazos, no como errores, sino como partes de la obra. Es una metáfora de la vida, pues cuando partamos no podremos agregar ni quitar nada (…) no hay que olvidar que los errores nos han forjado también”, afirmó el creador, cuyo proceso de trabajo podrá explorarse también a través de su instagram oficial @franciscodiego.art.

Cada una de las piezas que componen a esta muestra es acompañada por poemas e historias de su autoría, que ayudan al espectador a entender la emoción que definió y transfiguró la corporalidad de cada Bili: “No hay puerta cerrada solo algunas que tardan más tiempo en abrirse, no se trata de qué hay adentro de cada puerta que he tocado, sino el sonido que he generado al hacer el intento (…) Querida madera gracias por nunca dejarme solo en el intento y siempre contestar con la misma resonancia de un tambor”, recita el autor sobre el cuadro “Sigo en la búsqueda de lo que ellos necesitaron”.

Francisco Diego estudió diseño industrial en la Universidad Iberoamericana y en el Politecnico di Torino en Italia. Su trabajo ha sido expuesto en Estados Unidos y México obras como “Al Quds”, “Galería SNAC”, “Ethos”, “Mexico in a Blink”, “Black Dott”, “555 Project” y “Dimensión- 1”.