La investigación está asociada comúnmente a las ciencias como el proceso necesario para la obtención de un resultado exacto, cuantificable y tangible. En tal medida, el camino para que las artes tengan un lugar en la investigación en espacios académicos o institucionales ha sido largo y ha implicado una ardua labor para quienes se han abocado a comprobar la naturaleza y la importancia del proceso investigativo en tal campo.
Conviene comenzar por analizar el término investigación. El concepto alude a un proceso intelectual y práctico que se realiza sistemáticamente para la obtención de un resultado. Esto implica la selección o discriminación de información, organización y análisis. En las ciencias, el proceso intelectual o teórico está separado de la praxis, lo empírico y es en este orden que se organizan durante la investigación, primero la investigación teórica y después la comprobación. En las artes, sin embargo, pueden suceder al mismo tiempo.
Por otro lado, a diferencia de las ciencias en donde los resultados son el objetivo primordial de la investigación, muchos creativos sostienen que en el arte, y particularmente en el teatro, el proceso es lo importante pues en éste, la/el artista se reconoce, se arriesga, experimenta, analiza y más allá de lo que esto favorece a la puesta en escena en curso, esos descubrimientos contribuyen al mundo del teatro en tanto a las habilidades o métodos que pueden replicarse en muchos proyectos posteriores, además de que contribuyen al desarrollo físico, emocional y mental del actor. Entonces, la trillada frase “Quiero hacer teatro para cambiar el mundo” tiene la posibilidad de hacerse realidad pues pensar en ella a través de la transformación que una obra puede lograr en el público se vuelve muy complejo ya que implica pensar en un impacto masivo, característica que no corresponde al teatro. Sin embargo, la posibilidad de que una actriz/actor lleve a la acción una reflexión gestada en proceso creativo y que a partir de ello pueda modificar su metro cuadrado, es mucho más grande pues en el objetivo de comunicar determinado mensaje a través del teatro está implícito o supone un interés de los artistas involucrados en tal mensaje que durante el proceso es muy probable se profundice y sea practicado con compromiso en su vida cotidiana.
La investigación teatral puede tener distintos objetivos. Dejando de lado el último ejemplo que tiene que ver con un aspecto más individual de la o el artista, podemos nombrar tres tipos de investigación en el terreno del teatro: investigación sobre teatro, para el teatro y a través del teatro. La primera es sobre el teatro mismo como sujeto de investigación, cuáles son sus formas, motivos, espacios, historia, métodos, en fin, todas las variables posibles, y no esta relacionada necesariamente con un proceso creativo. La segunda es la investigación que se realiza para un proceso creativo y la tercera, a través del teatro, implica utilizar el arte como una herramienta de investigación que puede arrojar resultados útiles a otras disciplinas, no necesariamente para el teatro.
Como mencioné anteriormente, la resistencia que ha habido en el ámbito de la investigación en relación a las artes radica en la imposibilidad de ofrecer resultados exactos y tangibles. Sin importar qué arduo y organizado sea un proceso de investigación teatral, los resultados serán tan diversos como las personas involucradas en el proceso de observación, ya sea el público o los artistas mismos. Una función nunca será exactamente igual que otra, a pesar de que sean los mismos artistas los que participan en ella; la ejecución de alguna técnica corporal o de voz jamás arrojará los mismos resultados en una persona que en otra. Todo esto sucede porque el teatro trabaja con elementos humanos; sin embargo, que los resultados no sean exactos no quiere decir que no puedan ser precisos y funcionar y replicarse con sus particularidades. Así es que a través de la investigación se han logrado desarrollar metodologías y técnicas actorales para a) el uso de la voz en escena que ha contribuido al uso correcto de ella sin lastimar el aparato fonador además, por supuesto, de potenciar sus posibilidades y la oportunidad de replicar determinado resultado personal con la concientización y conocimiento de los recursos a utilizar para tal fin; b) la adquisición de un el lenguaje corporal con determinadas características y posibilidades escénicas; c) el análisis de texto y la construcción del personaje que ayuda al actor/actriz a profundizar en el conocimiento de su personaje y, por tanto, al trabajo de interpretación en la escena; d) el uso de máscaras que implica un lenguaje corporal particular y en algunos casos están relacionadas con prácticas rituales; e) la mima corporal que implica la adquisición de herramientas para un proceso de comunicación sin palabras.
La lista sería interminable y cabría organizarla de acuerdo a los tipos de investigación, pero eso sería objeto de otro tipo de espacio, lo que me interesa ahora, después de introducir un poco el tema, es observar que la investigación sucede en el terreno del teatro y no solo eso sino que lo define; toda expresión teatral que se precie de ser arte debe conllevar un proceso de investigación. Existen trabajos en los que se selecciona un texto dramatúrgico, los actores lo memorizan para posteriormente ponerlo en escena. Tal ejecución no implica un proceso artístico pues a pesar de utilizar en cierta medida la creatividad no hay una búsqueda singular, no se profundiza en los objetivos del proyecto ni en los alcances ya sean sociales o artísticos, tampoco en las posibilidades actorales y, por lo tanto, no es trascendente ni individual ni colectivamente, quizá lo es a nivel económico o de experiencia, pero no desde el arte.
Existen, por otro lado, innumerables procesos creativos que realizan investigación y que no son documentados y esa es una de las grandes omisiones en el campo del arte pues, así como le ha sido difícil al teatro hacerse de un reconocimiento en el ámbito de la investigación también ha sido difícil para las/los artistas reconocerse como investigadores pues se considera que esto implica coartar la libertad; esto no es más que un prejuicio. Deshacerse de él, concientizar sobre los procesos de investigación contribuiría a una mejor organización y registro del conocimiento del teatro, para el teatro y a través del teatro, multiplicando sus alcances.
Aunque la investigación esté en la naturaleza del teatro como proceso creativo, el rescate de procesos de investigación antiguos como los que sin duda tuvieron los griegos -que no solo se desarrollaron actoralmente sino que construyeron toda una infraestructura que fuera funcional para sus puestas en escena- o los italianos con su comedia del arte, se da hasta el siglo XX, cuando comienza a darse un proceso de registro organizado de las investigaciones teatrales, además de que, gracias al concepto, cada vez más construido, de la propiedad privada, quedan registradas a nombre de personajes específicos que hoy son parte fundamental de la historia del teatro y la manera de hacer teatro en la actualidad, como lo son Stanislavsky, Grotowsky, Jacques Lecoq, Eugenio Barba, Antonin Artaud, Bertold Brech, Peter Brook, por mencionar a algunos.
Toda investigación teatral será trascendente no únicamente para el mundo del teatro; quizá esta trascendencia no siempre sea observable en la medida de un reconocimiento pero sí en el desarrollo que implica para quien la construye o incluso en la contribución a campos disciplinares distintos y por lo tanto hacer conciencia de este proceso así como registrarlo es fundamental para la construcción de conocimiento que, como lo sabemos hoy en día, no puede ser unilateral. En la medida en que el teatro, como el arte, las ciencias exactas, naturales y las sociales se desarrollen, se reconozcan y se complementen en sus procesos, será posible el entendimiento y la armonía en un mundo que requiere de ello para seguir subsistiendo.