En esta temporada de campañas electorales, las calles se inundan de propagandas de candidatos y partidos políticos, es cuando las calles se llenan de promesas de que los mejores tiempos ahora si están por venir, ver las calles tapadas de lonas, banderines, bardas pintadas con nombres de conocidos y desconocidos, se convierten en parte del paisaje urbano propio de estos tiempos electorales.
Pero, ¿qué pasa después de las elecciones?, las lonas encuentran una segunda vida y pasan a formar parte de los patios y azoteas, cubriendo cualquier cosa que se tenga que cubrir, los banderines, flyers y propaganda impresa simplemente van desapareciendo, por lo contrario, eso es algo que difícilmente pasa con las bardas pintadas durante los 90 días de campañas.
Previo a comenzar las campañas electorales se comienza a ver cómo se van incluso “apartando” las mejores paredes, las más vistosas, para que así luzca mejor el nombre que haya que recordar el esperado día; y aunque la ley electoral dice que las propagandas electorales deben retirarse el día anterior a la elección, al menos las que estén a cierta distancia de alguna casilla, la realidad nos dice otra cosa.
Caminar por una calle de alguna colonia o comunidad es suficiente para darse cuenta de que las campañas en muchos lugares no terminaron del todo, bardas con un color arriba de otro, nombres y logotipos desgastados pintados en las esquinas ya son parte de la normalidad.
El que ganó, ganó, y la barda queda como fiel testigo del esperado triunfo, y a quien no le alcanzaron los votos, ya tampoco le alcanzan las ganas de regresar a borrar su nombre y el del partido, y la barda que algún día fue motivo de de disputa y orgullo, se queda en abandono.
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Y ésta práctica tan común en todo México, con la que ya aprendimos a convivir todos los días, nos recuerda dos cosas, que ya será tarea del tiempo borrar y dejar en el olvido, o esperar hasta que llegue la siguiente campaña electoral.