El monasterio de las hermanas clarisas, ubicado en la calle de José María Arteaga en el número 73 del Centro Histórico, se ha convertido en un lugar lleno de historia y culto religioso ya que cuentan con 109 años de existencia.
La abadesa del monasterio, María Guadalupe Narváez Durán, expone que la vida diaria de las nueve hermanas que se encuentran en el monasterio, se fundamenta en oración, estudio y trabajo, comenzando sus actividades antes de las cinco de la mañana, culminando a las nueve de la noche, teniendo como eje principal la clausura a la vida exterior.
“Nuestra vida es de clausura, algo muy especial de nuestra espiritualidad es la vida de oración y contemplación, salimos del monasterio cuando realizamos trámites gubernamentales o a citas médicas”, comentó la hermana.
Desde hace más de cincuenta años elaboran pan casero, el cual comercializan por una ventana que da a la calle y se ha vuelto un lugar simbólico para los habitantes del Centro Histórico y de los turistas que buscan endulzar su paladar, siendo su especialidad el de queso.
En este contexto invitó a las personas interesadas a conocer las actividades de las hermanas clarisas para que conozcan su verdadera vocación en la vida.