A dos horas y media en automóvil desde San Juan del Río se encuentra la comunidad de El Chinillal, municipio de Cadereyta de Montes, en la Sierra Gorda de Querétaro.
Ahí está establecido el proyecto "Misión Chinillal Botey”, conocido popularmente por los habitantes como “Misión de Maconí”, creado por el padre Escolapio Francisco Botey (q.e.p.d.), el cual consta de un albergue, una secundaria y una biblioteca con la función de dar formación educativa integral basada en la fe católica, la auto sustentabilidad y la superación personal en jóvenes adolescentes de entre 11 y 15 años de edad, todo sin ningún costo monetario para la población del lugar y comunidades vecinas, para facilitarle a los padres de familia el que sus hijos e hijas puedan continuar con sus estudios sin que los jóvenes tengan que caminar largas distancias para trasladarse, y para que la falta de solvencia económica familiar no sea impedimento para continuar formándose educativamente.
Una integrante muy especial de la misión, la cual desde su juventud hasta la actualidad ha vivido en el albergue es Mele, “el alma del lugar”, con una manera muy especial y única de ver la vida. A su ya madura edad, posee un ángel y un carisma que no ha perdido con el transcurso de los años, al contrario, el tiempo, el seguir siendo fiel a sí misma y a pesar de todas las adversidades y momentos difíciles en su vida como lo fue el fallecimiento del padre Francisco Botey a quien ella consideraba como su padre, ya que él la adoptó y crió desde pequeña, educándola y amándola como su hija, no ha perdido en sí el brillo en su mirada y autenticidad que tanto la caracteriza, siendo en la actualidad una mujer activa, feliz y orgullosamente maconita.
Durante la existencia de la misión los jóvenes adolescentes que ahí viven reciben una formación basada en tres pilares: recibir educación a nivel secundaria y en la fe. Realizar actividades auto sustentables como lo es la recolección de maraña (ramas secas de árboles) para generar fuego y poder cocinar la comida, entre otras contadas actividades de campo. Y por último, crecer en un ambiente humilde y unido por el amor a la comunidad con el lema “cuando el pobre nada tiene y aún comparte, va dios mismo en su caminar”.
Al día de hoy y por la actual pandemia, los jóvenes que ahí viven y cursan la secundaria han tenido que regresar a sus comunidades de dónde son originarios, y se han visto en la necesidad de acudir a la misión cada quince días cumpliendo y llevando a cabo las medidas sanitarias preventivas para evitar el contagio de covid-19 y recibir asesorías escolares para no sufrir de rezago en su educación.