Como parte del Festival Maxei que conmemora el 489 aniversario de la Ciudad Santiago de Querétaro y que hoy centra su celebración en la delegación de Santa Rosa Jáuregui, la maestra Lourdes Gállego compartió la charla “O muros o marido: la mujer en el virreinato”.
A lo largo de poco más de 20 minutos relató las opciones con las que contaban las mujeres para subsistir en aquella época, detallando que podían elegir entre casarse, integrarse a la vida religiosa o bien, convertirse en prostitutas.
El altar o el convento
Gállego comenzó hablando de la vida de las monjas, de las cuales aclaró, no todas las órdenes seguían códigos muy estrictos, tales como las Jerónimas, mientras que otras como las Carmelitas sí exigían el ayuno de sus fieles, además de prohibir las visitas.
Entre los ejemplos recordó a Sor Juana, de quien dijo, se sabe que tenía a su disposición una celda muy grande, donde resguardaba una gran cantidad de libros y tenía acceso a instrumentos astronómicos como un astrolabio.
Surgieron también los beaterios; un modelo de institución femenina iniciada por las beguinas, donde podían acudir quienes no tenían para pagar una dote al convento o no querían estar sometidas a una autoridad masculina.
En los beaterios, como el de Santa Rosa de Viterbo, las mujeres podían vivir en igualdad de condiciones, a diferencia de los conventos, donde eran distinguidas por el color del velo que portaban; “las de velo blanco incluso hacían labores de campo y de limpieza, mientras que las de velo negro tenían derecho a privilegios como asistir a todos los rezos”, señaló.
Muchas mujeres acudían ya sea a los conventos o a los beatarios para evitar el matrimonio, y es que en aquella época los enlaces eran arreglados por el padre de familia, quien podría elegir hombres incluso 20 o 30 años mayores que ellas.
Mujeres a pie de calle
Para evitar caer en la prostitución, las mestizas tenían la opción de dedicarse al comercio de fruta, pescado y guisos, tal como sucede actualmente, o bien se convirtieron en la fuerza productiva de obrajes y en las fábricas de tabaco.
“Preparaban puros y cigarros y podían ascender a ser maestras de mesa, sin embargo, nunca se les dio la oportunidad de realizar trabajos administrativos”, detalló.
Sin embargo, algunas mujeres llegaron desde España sin una idea muy clara de lo que se sostendrían y tomaron la prostitución como opción, así también sucedió con mestizas muy pobres.
“Estas mujeres no eran muy bien vistas, pero al final la corona las tuvo que aceptar y Carlos V decreta que puede haber burdeles”, detalló la especialista.