/ viernes 30 de junio de 2023

La pluma y la espada | Tres periodistas, poetas y escritores  testigos del sitio de Querétaro -1867

Cartografía del tiempo y la memoria


En esta segunda entrega, continuamos con la semblanza de los escritores, que participaron en la defensa de sus ideales y proyecto de patria a la que aspiraban.

Vicente Riva Palacio en el Sitio de Querétaro

Riva Palacio incorporado en el ejército de Oriente bajo el mando del general Corona, segundo jefe del ejército sitiador y encargado de las líneas de oriente a sur. El cuartel de Vicente Riva Palacio era la Casa Grande de Hacienda de Carretas; Vicente ostentaba el grado de general en jefe del ejército del Centro (primera división del estado de México) y encargado de la línea de avanzada que se extendía desde la hacienda de Carretas hasta la hacienda de Callejas, que comprendía el oriente de la línea sitiadora, que comenzaba a la derecha del acueducto, comprendía la garita de México y apoyaba su extrema izquierda a la hacienda de Callejas, muy cercana a la Alameda.

Jornada del 24 de marzo

Una de las batallas significativas que se presentó en varios frentes; el que correspondía al resguardado por el general Vicente Riva Palacio, es el que se narra brevemente. El domingo 24 de marzo los republicanos tenían como objetivo tomar la hacienda de Casa Blanca; los generales Guadarrama y Corona hicieron fuego en los flancos occidental y oriental de Querétaro, Riva Palacio se desplazó por el sur, con la caballería dispuesta en las laderas del Cimatario, en tanto que la infantería era formada en batallones en la llanura de la Cuesta China. Se estableció el combate con los defensores del inmueble. Son rechazados una y otra vez por la artillería dirigida por Miramón; la caballería de Mejía hace una violenta persecución a los sitiadores que se dispersan hacía el Cimatario. No obstante Riva Palacio se afianza en la pendiente del Cimatario. Desde donde vio la desbandada de los republicanos.

La Batalla en el Cimatario

El sábado 27 de abril el ejército imperialista puso en marcha el plan para romper el cerco y salir a la ciudad de México. De esta manera terminar con el agobio y el cansancio del sitio. Para este efecto, fueron dispuestos 2 000 infantes y 1 000 jinetes desde las cuatro de la madrugada. Las baterías emplazadas en la Alameda fueron abastecidas con toda la metralla disponible, junto con la artillería de la Cruz, tenían el encargo de cubrir la salida. Al amanecer el clarín da la orden de fuego violento; los generales Canto y Régules fueron sorprendidos en la hacienda de Carretas, no dan crédito al intenso fuego de metralla. El general Corona se encontraba con Riva Palacio. Mientras se dan las instrucciones para la defensa del punto. Mientras se despliegan los efectivos; otro ataque se verifica por el flanco izquierdo de la garita de México y por la línea de Callejas.

En su avance las tropas imperialistas toman tres líneas de las trincheras republicanas, quedando roto el cerco. La infantería imperial fue enviada a paso veloz a las faldas y laderas del Cimatario apoderándose de casi dos docenas de cañones, carromatos de parque, provisiones, así como documentos de la comandancia general del ejército de Oriente. Los republicanos fueron arrasados por todas las líneas del sur. Riva Palacio decide situar sus tropas en las cumbres del Cimatario sin entrar en combate. Los batallones republicanos se dispersan decenas de soldados ya no regresaran al frente “huyendo despavoridos hasta Apaseo”. Según refirió un oficial republicano en las cartas que escribió para un periódico de Saltillo.

Como es costumbre desde el convento de la Cruz Maximiliano observaba las evoluciones de las tropas. Una vez terminada la refriega, acompañado de su escolta llegó a las laderas del Cimatario donde es alcanzado por Miramón quien le solicita hacer una concentración de tropas. Mientras tanto Mariano Escobedo decide recuperar las líneas del sur y ordena entrar al combate a los cazadores de Galana, provistos de fusiles Spencer, con capacidad de fuego de catorce tiros al minuto, - o dieciséis-, la capacidad de fuego hizo retroceder al regimiento de la Emperatriz. Al verse en peligro inminente Fernando Maximiliano tiene que huir en desbandada con su escolta de húsares. Los republicanos restablecen la línea de circunvalación.

“Por nuestra parte, hemos perdido en esta gloriosa jornada tres jefes y seis oficiales heridos, y 460 hombres entre muertos, heridos, dispersos y prisioneros. El enemigo perdió 20 piezas de artillería, 600 prisioneros de tropa y 24 oficiales. Los heridos y muertos que quedaron en el campo se calculan en 400 hombres fuera de combate, con más dispersos que deben haber sido muchos, porque se vieron regados los cerros regados de la gente que huía, tirando fusiles.” Se lee en el parte de guerra.

Otra vez la pluma y las ideas

El mayo 15 de 1867 es tomada la ciudad de Querétaro. Maximiliano se rinde ante Mariano Escobedo en las laderas del Cerro de las Campanas. Una vez que el Archiduque y el general a mando han intercambiado algunas palabras en la privacidad de una tienda de campaña. Momentos después Riva Palacio recibe la orden de escoltar al Archiduque trasladándolo por las orillas de la ciudad, hasta el convento de La Cruz. Se dice que el Habsburgo le regaló al general Vicente su caballo. Pues le tenía estimación por haber perdonado la vida a los belgas en Tacámbaro. Michoacán.

Riva Palacio recibe instrucciones para partir a la ciudad de México, con la finalidad de apoyar al sitio que tiene establecido el general Porfirio Díaz. Una vez que es tomada la plaza Riva Palacio se licencia del ejército para volver a la práctica del derecho. Publica La Orquesta, que se distingue por su sátira mordaz e inteligente. En 1870 Viaja a Europa, viviendo entre París y España. Una vez en México se dedica a ejercer su carrera de abogado y al periodismo; publica versos con el seudónimo de Rosa Espino, escribe también Calvario Y Tabor, Martín Garatusa, Las emparedadas, La vuelta de los muertos, los piratas del Gofo, Monja y casada, virgen y mártir.

Durante el gobierno de Lerdo de Tejada, Vicente arremetió contra su gobierno en El Ahuizote. Díaz se levantó en Tuxtepec y Riva Palacio vuelve a empuñar las armas. Una vez que Porfirio Díaz se encuentra en el poder nombra a Vicente Riva Palacio ministro de Fomento, Colonización e Industria. Durante su gestión se desarrollan los ferrocarriles, la adecuación de puertos y caminos, se moderniza la casa de moneda y se remoza la ciudad de México. Siendo diputado en 1883 se opuso a la fabricación de monedas de níquel, es acusado de causar disturbios y es encarcelado en Tlatelolco.

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Una vez en libertad edita el folletín El parnaso mexicano, donde publica la biografía de más de una docena de escritores. Saca a la luz Los Ceros, en 1882 usando el seudónimo Cero, donde hace una ingeniosa crítica a los literatos contemporáneos. En 1886 Porfirio Díaz le da el encargo de embajador en los reinos de Portugal y de España. Es acogido por los literatos de la Península Ibérica y publica con Juan de Dios Peza el libro Tradiciones y leyendas mexicanas, En 1889 fue concluida la obra México a través de los siglos, editada por la casa Ballescá de Barcelona. En 1893 colaboró con la revista La Ilustración Española y Americana; escribía en ese tiempo Los cuentos del general, cuando muere el 22 de noviembre de 1896 en Madrid.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Junio de MMXXIII.



En esta segunda entrega, continuamos con la semblanza de los escritores, que participaron en la defensa de sus ideales y proyecto de patria a la que aspiraban.

Vicente Riva Palacio en el Sitio de Querétaro

Riva Palacio incorporado en el ejército de Oriente bajo el mando del general Corona, segundo jefe del ejército sitiador y encargado de las líneas de oriente a sur. El cuartel de Vicente Riva Palacio era la Casa Grande de Hacienda de Carretas; Vicente ostentaba el grado de general en jefe del ejército del Centro (primera división del estado de México) y encargado de la línea de avanzada que se extendía desde la hacienda de Carretas hasta la hacienda de Callejas, que comprendía el oriente de la línea sitiadora, que comenzaba a la derecha del acueducto, comprendía la garita de México y apoyaba su extrema izquierda a la hacienda de Callejas, muy cercana a la Alameda.

Jornada del 24 de marzo

Una de las batallas significativas que se presentó en varios frentes; el que correspondía al resguardado por el general Vicente Riva Palacio, es el que se narra brevemente. El domingo 24 de marzo los republicanos tenían como objetivo tomar la hacienda de Casa Blanca; los generales Guadarrama y Corona hicieron fuego en los flancos occidental y oriental de Querétaro, Riva Palacio se desplazó por el sur, con la caballería dispuesta en las laderas del Cimatario, en tanto que la infantería era formada en batallones en la llanura de la Cuesta China. Se estableció el combate con los defensores del inmueble. Son rechazados una y otra vez por la artillería dirigida por Miramón; la caballería de Mejía hace una violenta persecución a los sitiadores que se dispersan hacía el Cimatario. No obstante Riva Palacio se afianza en la pendiente del Cimatario. Desde donde vio la desbandada de los republicanos.

La Batalla en el Cimatario

El sábado 27 de abril el ejército imperialista puso en marcha el plan para romper el cerco y salir a la ciudad de México. De esta manera terminar con el agobio y el cansancio del sitio. Para este efecto, fueron dispuestos 2 000 infantes y 1 000 jinetes desde las cuatro de la madrugada. Las baterías emplazadas en la Alameda fueron abastecidas con toda la metralla disponible, junto con la artillería de la Cruz, tenían el encargo de cubrir la salida. Al amanecer el clarín da la orden de fuego violento; los generales Canto y Régules fueron sorprendidos en la hacienda de Carretas, no dan crédito al intenso fuego de metralla. El general Corona se encontraba con Riva Palacio. Mientras se dan las instrucciones para la defensa del punto. Mientras se despliegan los efectivos; otro ataque se verifica por el flanco izquierdo de la garita de México y por la línea de Callejas.

En su avance las tropas imperialistas toman tres líneas de las trincheras republicanas, quedando roto el cerco. La infantería imperial fue enviada a paso veloz a las faldas y laderas del Cimatario apoderándose de casi dos docenas de cañones, carromatos de parque, provisiones, así como documentos de la comandancia general del ejército de Oriente. Los republicanos fueron arrasados por todas las líneas del sur. Riva Palacio decide situar sus tropas en las cumbres del Cimatario sin entrar en combate. Los batallones republicanos se dispersan decenas de soldados ya no regresaran al frente “huyendo despavoridos hasta Apaseo”. Según refirió un oficial republicano en las cartas que escribió para un periódico de Saltillo.

Como es costumbre desde el convento de la Cruz Maximiliano observaba las evoluciones de las tropas. Una vez terminada la refriega, acompañado de su escolta llegó a las laderas del Cimatario donde es alcanzado por Miramón quien le solicita hacer una concentración de tropas. Mientras tanto Mariano Escobedo decide recuperar las líneas del sur y ordena entrar al combate a los cazadores de Galana, provistos de fusiles Spencer, con capacidad de fuego de catorce tiros al minuto, - o dieciséis-, la capacidad de fuego hizo retroceder al regimiento de la Emperatriz. Al verse en peligro inminente Fernando Maximiliano tiene que huir en desbandada con su escolta de húsares. Los republicanos restablecen la línea de circunvalación.

“Por nuestra parte, hemos perdido en esta gloriosa jornada tres jefes y seis oficiales heridos, y 460 hombres entre muertos, heridos, dispersos y prisioneros. El enemigo perdió 20 piezas de artillería, 600 prisioneros de tropa y 24 oficiales. Los heridos y muertos que quedaron en el campo se calculan en 400 hombres fuera de combate, con más dispersos que deben haber sido muchos, porque se vieron regados los cerros regados de la gente que huía, tirando fusiles.” Se lee en el parte de guerra.

Otra vez la pluma y las ideas

El mayo 15 de 1867 es tomada la ciudad de Querétaro. Maximiliano se rinde ante Mariano Escobedo en las laderas del Cerro de las Campanas. Una vez que el Archiduque y el general a mando han intercambiado algunas palabras en la privacidad de una tienda de campaña. Momentos después Riva Palacio recibe la orden de escoltar al Archiduque trasladándolo por las orillas de la ciudad, hasta el convento de La Cruz. Se dice que el Habsburgo le regaló al general Vicente su caballo. Pues le tenía estimación por haber perdonado la vida a los belgas en Tacámbaro. Michoacán.

Riva Palacio recibe instrucciones para partir a la ciudad de México, con la finalidad de apoyar al sitio que tiene establecido el general Porfirio Díaz. Una vez que es tomada la plaza Riva Palacio se licencia del ejército para volver a la práctica del derecho. Publica La Orquesta, que se distingue por su sátira mordaz e inteligente. En 1870 Viaja a Europa, viviendo entre París y España. Una vez en México se dedica a ejercer su carrera de abogado y al periodismo; publica versos con el seudónimo de Rosa Espino, escribe también Calvario Y Tabor, Martín Garatusa, Las emparedadas, La vuelta de los muertos, los piratas del Gofo, Monja y casada, virgen y mártir.

Durante el gobierno de Lerdo de Tejada, Vicente arremetió contra su gobierno en El Ahuizote. Díaz se levantó en Tuxtepec y Riva Palacio vuelve a empuñar las armas. Una vez que Porfirio Díaz se encuentra en el poder nombra a Vicente Riva Palacio ministro de Fomento, Colonización e Industria. Durante su gestión se desarrollan los ferrocarriles, la adecuación de puertos y caminos, se moderniza la casa de moneda y se remoza la ciudad de México. Siendo diputado en 1883 se opuso a la fabricación de monedas de níquel, es acusado de causar disturbios y es encarcelado en Tlatelolco.

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Una vez en libertad edita el folletín El parnaso mexicano, donde publica la biografía de más de una docena de escritores. Saca a la luz Los Ceros, en 1882 usando el seudónimo Cero, donde hace una ingeniosa crítica a los literatos contemporáneos. En 1886 Porfirio Díaz le da el encargo de embajador en los reinos de Portugal y de España. Es acogido por los literatos de la Península Ibérica y publica con Juan de Dios Peza el libro Tradiciones y leyendas mexicanas, En 1889 fue concluida la obra México a través de los siglos, editada por la casa Ballescá de Barcelona. En 1893 colaboró con la revista La Ilustración Española y Americana; escribía en ese tiempo Los cuentos del general, cuando muere el 22 de noviembre de 1896 en Madrid.


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