La primera ermita de Santa María de El Pueblito en la pirámide de El Cerrito

Dulce María Ardón / Cronista municipal de Corregidora

  · miércoles 9 de mayo de 2018

Plataforma que pudo ser la Primera Ermita de la Virgen de El Pueblito. Foto: Daniel Valencia

El proceso de evangelización de la Nueva España es uno de los capítulos más trascendentes en la historia de México. La cristianización tenía como objetivo final que la monarquía se asentara y consolidara en el Nuevo Mundo. Este proceso de aculturación tuvo como fin el cambio de creencias y prácticas religiosas, por lo que era vital implantar la nueva religión. La obra evangelizadora estuvo a cargo de las diversas órdenes religiosas y en la primera etapa, que se realizó en el siglo XVI, los principales protagonistas fueron los franciscanos.

La orden franciscana se estableció en el pueblo de indios de Querétaro a mediados del siglo XVI en un terreno cedido por Hernando de Tapia, donde fundaron un convento con claustro, templo y atrio. En 1548 inició la construcción del llamado Convento Grande de San Francisco de Querétaro y se concluyó en 1698. Desde esta, que fue la primera y única parroquia de la jurisdicción por dos siglos, los frailes emprendieron la evangelización de los pueblos sujetos al de Querétaro.

La escultura

Valentín Frías (1984: 239-240) dice en su obra Las Calles de Querétaro, publicada en 1910, que inmediatamente después que fue conquistado el pueblo de Santiago de Querétaro se sometió a los pueblos vecinos “y de aquí que, con diferencia de unos cuantos días, el pueblo de San Francisco Galileo (hoy Villa de Santa María del Pueblito) fue conquistado a la vez que Querétaro”. Preocupados los frailes franciscanos al no encontrar una verdadera conversión religiosa en los naturales de San Francisco Galileo, colocaron una imagen de la Virgen en su advocación de la inmaculada Concepción de María en las inmediaciones de la pirámide.

La solución a este “infeliz estado” se encontró en la elaboración y colocación de una escultura con la imagen de María en su advocación de la Inmaculada Concepción, en las inmediaciones de El Cerrito, lo que dio paso a su culto. La escultura la elaboró fray Sebastián Gallegos, religioso del convento franciscano de Querétaro y la colocó, hacia 1632, fray Nicolás de Zamora, quien entonces era cura doctrinero de la Parroquia de Querétaro, en un adoratorio ubicado dentro del centro ceremonial prehispánico. (Valencia, 2013: 52). Su ubicación es descrita, un siglo después en un documento de 1762, relativo al “Ynforme al Rey” el R. P. Prior de los Dominicos, manifestándole convenir la fundación de un Convento de Recolección en El Pueblito.

Existe una discrepancia respecto a la fecha en que fue depositada la imagen en la primitiva ermita. Wenceslao Ferrusquía (1994: 9) plantea que, si bien la mayoría de los investigadores ubica la historia de la sagrada imagen en 1632, es posible que tal hecho haya tenido lugar tres lustros después, ya que en aquel año no aparece fray Nicolás de Zamora como cura de la Doctrina de Querétaro. En ello está de acuerdo Sergio Rivera, estudioso de la iconografía de la Virgen del Pueblito, quien en un trabajo todavía inédito propone que la imagen data de una década posterior.

Al revisar el volumen VI de la serie Documentos inéditos para la historia de Querétaro (1990: 11-89), publicada por la Universidad Autónoma de Querétaro, menciona los religiosos que ocuparon el convento de Santiago de Querétaro durante el periodo 1627-1635 y se corrobora que en 1632, entre los frailes residentes no se encontraban Zamora ni Gallegos. En dicho año, fray Francisco Morales, era el guardián y ministro de doctrina.

Por su parte, Juan Ricardo Jiménez (2003: s/p) insertó al final de su obra Composición de tierras de los vecinos de Querétaro con Su Majestad en 1643 el Cuadro 5 titulado “Frailes del convento de Santiago, 1641-1644”, donde asienta que ambos frailes estuvieron en el convento de Querétaro entre 1641 y 1644.

En cuanto al sitio exacto donde fray Nicolás de Zamora pudo haber construido la primera capilla o ermita donde se colocó la imagen de la Santísima Virgen de El Pueblito, Valentín F. Frías, en sus Leyendas y Tradiciones Queretanas, dice: todavía a finales del siglo XIX había un monumento rústico en la falda de El Cerrito, en el lado oriente, pero que las piedras que lo componían poco a poco iban desapareciendo (López, 2000:5).

El cronista franciscano Hermenegildo Vilaplana, en su Histórico y Sagrado Novenario de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de El Pueblito (2009: 13-17) señala que “por los años de 1632”, fray Nicolás de Zamora decidió colocar la Imagen en las inmediaciones del “cerrito fabricado a mano”, cerca del pueblo de San Francisco Galileo, donde “determinó asear y componer una pequeña capilla”, que se convirtió en su primer templo.

Esta primitiva capilla “era de tierra, y tan corta, como de doce varas”, según consta en el testimonio incluido en la carta que el Ministro Provincial fray Domingo de Ocaranza dirigió en octubre de 1767 al Comisario General de Indias, fray Plácido de Pinedo, pidiéndole cédula real para que la Sagrada Imagen quede en el Santuario y Convento fundado dos años antes (Romero, 1997:13).

Hallazgos

El problema que encontramos en estos testimonios que dejaron los cronistas franciscanos sobre la ubicación de la primera ermita de la Virgen de El Pueblito, es que fueron escritos muchos años después del suceso, por lo que debemos recurrir a los estudios e investigaciones realizadas en la misma zona arqueológica por el responsable del sitio a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia desde hace más de 20 años, el arqueólogo Daniel Valencia Cruz.

Al respecto señala que al terminar los trabajos de liberación de la cara sur y oriente del basamento piramidal se procedió a limpiar la parte baja; esto ya fue en el año 2009 con el apoyo del programa de empleo temporal, por lo que se pudo limpiar toda la base desde la cual se desplanta el basamento piramidal. Ahí se encontraron dos plataformas de forma casi rectangular, ubicadas al pie de la escalinata sur y oriente, que no tienen ninguna función como tal dentro de la zona arqueológica; sin gran elevación como una plantilla o un piso para soportar algo sobre ellas, que pudo haber sostenido un techo y muros elaborados con material efímero.

La techumbre probablemente era de tejamanil o paja y los muros de adobe, y seguramente para que no se destruyera debió recibir mantenimiento a lo largo del tiempo, sobre todo considerando el lugar donde están, ya que es una zona elevada sometida a la erosión del viento y la lluvia, por lo que pudo haber funcionado como un nicho o una pequeña capilla. Para limpiar la plataforma se quitó piedra por piedra y ver si había algunos vestigios que pudieran dar idea de la temporalidad en que fueron construidos; pero no se encontró nada más que cerámica lisa y cerámica vidriada, lo cual muestra que debieron ser construidas entre el siglo XVI y XVII.

“Del resultado del hallazgo -añade-, el estudio de los materiales y su temporalidad, nos atrevimos a plantear la hipótesis de que aquí pudo haber sido colocada la imagen de la Virgen de El Pueblito durante su estancia en ese lugar, sobre todo considerado las referencias históricas franciscanas, las cuales indican que al pie del montecillo o Gran Cue se dejaban ofrendas. Por lo que se debió dignificar el espacio para construir una ermita, que permaneció ochenta años según las crónicas”.

Son dos plataformas, una mide dos por tres metros y la otra casi tres por cuatro metros. En cuanto a la explicación del porqué hay dos, apunta Valencia Cruz, aquí surgen nuevamente dos hipótesis; en la primera, pudo haber dos altares o capillas, donde la imagen estuviera en una u otra alternadamente o bien que estuviera en uno de estos espacios y en el otro altar una deidad local. Para ello, hay que entender un poco la concepción de la religión de los pueblos mesoamericanos, los cuales eran politeístas, tenían muchos dioses, principales y secundarios; había toda una estratigrafía y sus dioses cambiaban de acuerdo al calendario agrícola y las estaciones, en una estación un dios era más importante y al cambiar la estación se sustituía por el correspondiente.

Entonces, es probable que la sustitución de la Virgen de El Pueblito por los otros dioses haya sido gradual, no violenta, de asimilación, de cambio paulatino. “Creo que al estar en un sitio prehispánico más de setenta u ochenta años debió ser un cambio progresivo, no impositivo, pero no sabemos cuántos años”, sostiene el especialista, quien finalmente comenta que dentro de la Zona Arqueológica el basamento es lo más importante, hay altares muy pequeños, diversas plazas que tenían objetivos diferentes, pero no se ha encontrado otro espacio igual.

Ya sea que el cambio fuera gradual o inmediato, el resultado fue la aceptación de la imagen por los naturales, a tal grado que la toman como su Madre y le profesan un gran cariño. Al crecer la veneración hacia la milagrosa imagen, en 1714 se trasladó de la primitiva ermita que ocupó en la pirámide a un sitio ubicado en el Campo Santo del pueblo, “una capillita de adobe como de diez metros” (Acosta y Munguía, 1962: 13), donde funcionó la Ayuda de Parroquia de San Sebastián. Ahí permaneció 22 años, hasta que el 5 de febrero de 1736 que fue trasladada a su nueva sede: el actual Santuario de Santa María del Pueblito.