/ miércoles 18 de octubre de 2023

La región más transparente, raíces

Vitral

a Burbujita


Como toda buena novela, ensayo o cuento, cuando uno entra en contacto profundo con un texto este se va posicionando cada vez más y más en el lector, quien se va dejando absorber en cuerpo y alma por lo leído. Así sucede con la novela La región más transparente, de Carlos Fuentes, en la que poco a poco va uno entrando a su universo. Una de las primeras percepciones, que incluso emociona, es que la temática se desarrolla en una etapa clave en nuestro caso: los años 50 del siglo XX. Y, aunque la novela abarca una etapa histórica mucho más amplia, el núcleo de su acción está en los 50. Esto permite tener una idea bastante clara acerca de qué estaba pasando en ese entonces en la Ciudad de México, qué ambiente había, qué costumbres, de qué se hablaba, que se oía, qué se olía, qué se escuchaba. Esto da mucha raíz, traza un marco contextual y conceptual muy importante para entenderse a sí mismo, sobre todo si tomamos en cuenta que de alguna manera, cuando menos en mi caso, soy un desenraizado dado que nunca conocí a mis abuelos, mi padre nunca vivió con nosotros, y mi madre –que vino huyendo de Aguascalientes–, no contaba con ningún familiar en la Ciudad, así que crecí sin tíos, salvo el hermano de mi madre, sin primos, sin tíos abuelos, es decir, aislado, muy aislado. Crecí sin el cariño de mis abuelos, sin su presencia, sin su imagen ni caricias, voz, pláticas, anécdotas. Me fue negado ser cargado por ellos, sentir su calor, su olor, su aliento, percibir su mirada, su manera de ver el mundo. Por la razón que sea, destino, karma, una prueba de la vida, mis abuelos maternos enfermaron luego de que los atacaran con un bombazo en su casa en los tiempos post revolucionarios. Fallecieron meses después, casi uno después del otro. Y mis abuelos paternos me fueron prácticamente negados, apenas si puedo recordar borrosamente cuáles fueron sus nombres.

No me di cuenta de esta falta de raíces, afortunada o desafortunadamente, hasta ya muy grande. Eso en el aspecto consciente, pero en el inconsciente, o incluso en lo que algunos llaman la subconsciencia, seguramente dejó huellas profundas en mi ser, supongo que de vacío, soledad, falta de arraigo, traición, amargura, miedos, daño en eso que ahora llaman constelación, una que le diera claridad a mi planeta. La lectura de La región más transparente vino a aportar, a construir una parte de ese marco necesario, y porqué no decirlo, hasta una cobertura cariñosa para explicarme, en términos contextuales, quién soy, de dónde vengo, tanto en un sentido muy amplio, como en un sentido subjetivo, personal, dado que los 50 fueron los meros años de la juventud de mis padres y de su amor.

Tal como lo preveía, la lectura de esta novela representó un viaje maravilloso para sondear en mis raíces. Ese tipo de lecturas nos permiten conocernos mejor para ubicar de dónde venimos y a dónde vamos. Nos dan claridad, nos dan ese contexto para encontrar las necesarias y urgentes raíces, para saber que no estamos tan solos, que tenemos pasado.

Mis padres vinieron a la Ciudad de México desde lo que antes se denominaba como “la provincia”, mi padre de Guanajuato y mi madre de Aguascalientes, aunque ella nació en Zacatecas. Mi padre tenía todo el tipo de olmeca, así que sus raíces deben ir mucho más allá de Guanajuato. La abuela de mi mamá era española, así que finalmente somos ciudadanos del mundo, hijos de todas partes. Siempre es importante saber de dónde viene uno, es un tema fundamental, fundacional. Esto lo vine a pensar estando ya muy grande, siendo un adulto. Quién sabe por qué razón, o quizá para mi propia defensa, cuando era adolescente, jovencillo, joven, señor joven, nunca pensé en ello, nunca me dio esa duda, como que me bastaba por mí mismo. Quizá eso lleva a un narcisismo como primera defensa y sobrevivencia. Esto puede generar un problema, porque un narcisismo fuera de control te cierra al mundo, pero bueno, ahora tengo elementos mucho más sólidos para comprender. Puedo, por ejemplo, buscar más en esa rama olmeca de mi padre. Su cabeza y su cara eran como de una estatua de olmeca viviente. Y también puedo voltear a la rama española de mi madre, aunque en ambos casos no tengo a quién recurrir ni a quién preguntar, sólo puedo indagar en la investigación histórica, aunque sea en líneas generales.

No sabemos todo lo que cargamos a la espalda, no sabemos todo lo que traemos encarnado en nuestro cuerpo, desde el tuétano hasta las células más superficiales de la piel, porque si lo supiéramos no nos comportaríamos como lo hacemos, en un lugar en donde la maldad tiene tanta cancha, la corrupción, la venganza, el odio, la ira. Es verdad, la historia de México está llena de violencia, pero también de luminosidad, de cariño, de amor, de entrega, de convicciones, de inteligencia, de creatividad, de alegría y espiritualidad. Somos una sociedad, como todas, muy compleja, contradictoria, pero si escarbáramos en nuestras raíces, si nos asomáramos a nuestro propio espejo, seguramente encontraríamos elementos para construir nuestra vida diaria, cotidiana, y nuestra futuro, de otra manera. No nos conocemos, no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos, la gran mayoría ha olvidado que nuestro país está fundado sobre grandes culturas. Si volviéramos a nuestras raíces no nos encantarían las letras de canciones tontas o malvadas; no se leerían libros banales, no se sostendrían charlas insulsas, y no habría aparadores narcisistas en las redes sociales para presumir nuestras vidas.

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Si intentamos buscar nuestras raíces construiremos la realidad de otra forma. Buscamos nuestra raíz para no sentirnos como pollos descabezados, para entender que somos entes que tuvimos un origen el cual tratamos de reconstruir como un rompecabezas en donde aún si faltan piezas, las inventamos a partir de los elementos existentes. Podemos ayudarnos inspirándonos en biografías de personajes de otros tiempos, de México o del mundo, para que nos den guía y consejo con su ejemplo. Así, nos proporcionarán elementos para fundamentar con raíces sólidas nuestro presente, nuestro camino y nuestras acciones. Bien por el maestro Carlos Fuentes que ha realizado un trabajo importante para distinguir y entender las raíces fundacionales de los mexicanos y de los chilangos. La región más transparente es un gran aporte a la cultura nacional.


https://escritosdealfonsofrancotiscareño.blogspot.com

a Burbujita


Como toda buena novela, ensayo o cuento, cuando uno entra en contacto profundo con un texto este se va posicionando cada vez más y más en el lector, quien se va dejando absorber en cuerpo y alma por lo leído. Así sucede con la novela La región más transparente, de Carlos Fuentes, en la que poco a poco va uno entrando a su universo. Una de las primeras percepciones, que incluso emociona, es que la temática se desarrolla en una etapa clave en nuestro caso: los años 50 del siglo XX. Y, aunque la novela abarca una etapa histórica mucho más amplia, el núcleo de su acción está en los 50. Esto permite tener una idea bastante clara acerca de qué estaba pasando en ese entonces en la Ciudad de México, qué ambiente había, qué costumbres, de qué se hablaba, que se oía, qué se olía, qué se escuchaba. Esto da mucha raíz, traza un marco contextual y conceptual muy importante para entenderse a sí mismo, sobre todo si tomamos en cuenta que de alguna manera, cuando menos en mi caso, soy un desenraizado dado que nunca conocí a mis abuelos, mi padre nunca vivió con nosotros, y mi madre –que vino huyendo de Aguascalientes–, no contaba con ningún familiar en la Ciudad, así que crecí sin tíos, salvo el hermano de mi madre, sin primos, sin tíos abuelos, es decir, aislado, muy aislado. Crecí sin el cariño de mis abuelos, sin su presencia, sin su imagen ni caricias, voz, pláticas, anécdotas. Me fue negado ser cargado por ellos, sentir su calor, su olor, su aliento, percibir su mirada, su manera de ver el mundo. Por la razón que sea, destino, karma, una prueba de la vida, mis abuelos maternos enfermaron luego de que los atacaran con un bombazo en su casa en los tiempos post revolucionarios. Fallecieron meses después, casi uno después del otro. Y mis abuelos paternos me fueron prácticamente negados, apenas si puedo recordar borrosamente cuáles fueron sus nombres.

No me di cuenta de esta falta de raíces, afortunada o desafortunadamente, hasta ya muy grande. Eso en el aspecto consciente, pero en el inconsciente, o incluso en lo que algunos llaman la subconsciencia, seguramente dejó huellas profundas en mi ser, supongo que de vacío, soledad, falta de arraigo, traición, amargura, miedos, daño en eso que ahora llaman constelación, una que le diera claridad a mi planeta. La lectura de La región más transparente vino a aportar, a construir una parte de ese marco necesario, y porqué no decirlo, hasta una cobertura cariñosa para explicarme, en términos contextuales, quién soy, de dónde vengo, tanto en un sentido muy amplio, como en un sentido subjetivo, personal, dado que los 50 fueron los meros años de la juventud de mis padres y de su amor.

Tal como lo preveía, la lectura de esta novela representó un viaje maravilloso para sondear en mis raíces. Ese tipo de lecturas nos permiten conocernos mejor para ubicar de dónde venimos y a dónde vamos. Nos dan claridad, nos dan ese contexto para encontrar las necesarias y urgentes raíces, para saber que no estamos tan solos, que tenemos pasado.

Mis padres vinieron a la Ciudad de México desde lo que antes se denominaba como “la provincia”, mi padre de Guanajuato y mi madre de Aguascalientes, aunque ella nació en Zacatecas. Mi padre tenía todo el tipo de olmeca, así que sus raíces deben ir mucho más allá de Guanajuato. La abuela de mi mamá era española, así que finalmente somos ciudadanos del mundo, hijos de todas partes. Siempre es importante saber de dónde viene uno, es un tema fundamental, fundacional. Esto lo vine a pensar estando ya muy grande, siendo un adulto. Quién sabe por qué razón, o quizá para mi propia defensa, cuando era adolescente, jovencillo, joven, señor joven, nunca pensé en ello, nunca me dio esa duda, como que me bastaba por mí mismo. Quizá eso lleva a un narcisismo como primera defensa y sobrevivencia. Esto puede generar un problema, porque un narcisismo fuera de control te cierra al mundo, pero bueno, ahora tengo elementos mucho más sólidos para comprender. Puedo, por ejemplo, buscar más en esa rama olmeca de mi padre. Su cabeza y su cara eran como de una estatua de olmeca viviente. Y también puedo voltear a la rama española de mi madre, aunque en ambos casos no tengo a quién recurrir ni a quién preguntar, sólo puedo indagar en la investigación histórica, aunque sea en líneas generales.

No sabemos todo lo que cargamos a la espalda, no sabemos todo lo que traemos encarnado en nuestro cuerpo, desde el tuétano hasta las células más superficiales de la piel, porque si lo supiéramos no nos comportaríamos como lo hacemos, en un lugar en donde la maldad tiene tanta cancha, la corrupción, la venganza, el odio, la ira. Es verdad, la historia de México está llena de violencia, pero también de luminosidad, de cariño, de amor, de entrega, de convicciones, de inteligencia, de creatividad, de alegría y espiritualidad. Somos una sociedad, como todas, muy compleja, contradictoria, pero si escarbáramos en nuestras raíces, si nos asomáramos a nuestro propio espejo, seguramente encontraríamos elementos para construir nuestra vida diaria, cotidiana, y nuestra futuro, de otra manera. No nos conocemos, no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos, la gran mayoría ha olvidado que nuestro país está fundado sobre grandes culturas. Si volviéramos a nuestras raíces no nos encantarían las letras de canciones tontas o malvadas; no se leerían libros banales, no se sostendrían charlas insulsas, y no habría aparadores narcisistas en las redes sociales para presumir nuestras vidas.

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Si intentamos buscar nuestras raíces construiremos la realidad de otra forma. Buscamos nuestra raíz para no sentirnos como pollos descabezados, para entender que somos entes que tuvimos un origen el cual tratamos de reconstruir como un rompecabezas en donde aún si faltan piezas, las inventamos a partir de los elementos existentes. Podemos ayudarnos inspirándonos en biografías de personajes de otros tiempos, de México o del mundo, para que nos den guía y consejo con su ejemplo. Así, nos proporcionarán elementos para fundamentar con raíces sólidas nuestro presente, nuestro camino y nuestras acciones. Bien por el maestro Carlos Fuentes que ha realizado un trabajo importante para distinguir y entender las raíces fundacionales de los mexicanos y de los chilangos. La región más transparente es un gran aporte a la cultura nacional.


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