[…] “NOVIEMBRE 23 DE 1914.- […] “Se sabe que anoche llegó el Gral. Villa y sale a las once de la mañana el Ayuntamiento a invitarlo para que entre en la ciudad. Acepta la invitación y hace su entrada… a las tres en punto de la tarde y acompañado de su Estado Mayor, montado en un briosos caballo alazán tostado y dirigiéndose al Palacio Municipal […] Pocos minutos después de su llegada sale al segundo balcón […] donde permanece quince minutos sin hablar una sola palabra, estando descubierto y con su casco inglés en la mano.” […] Querétaro en la Revolución 1914-1915. Diario, Genaro Licastro.
Mucho se ha discutido alrededor del tema que la historiografía oficial nombró como Revolución Mexicana. Así el culto a los héroes fue exaltado y se crearon historias y relatos legendarios para darles una aura gloriosa a su participación en este episodio. Nada más lejos de la realidad de los intereses que cada caudillo tenía en su territorio y de los intereses de la oligarquía y de los inversores y diplomáticos extranjeros. Gracias a los diarios que fueron escritos por Genaro Licastro y Valentín F. Frías, tenemos la posibilidad de visualizar la vida cotidiana en la ciudad de Querétaro. Desde luego con su formación católica y adscripción a un pequeño grupo tradicionalista y antiliberal. Otras fuentes son la prensa y de los diferentes decretos y campañas podemos mapear el devenir en esa época de revueltas.
Si bien es cierto que en la ciudad de Querétaro no se registran batallas en los años de 1910 a 1917 (debido a su situación geográfica), la ciudad y la región fueron un punto importante del trasiego de armas y equipo bélico, así como la movilización de diferentes ejércitos que se trasladaban al norte y a los puntos del conflicto armado. Fue puesto de mando para operaciones en el centro y occidente del territorio nacional, además de que sus ranchos y haciendas abastecieron de carne, leche, cereales y otros insumos para las tropas que se acuartelaron en los diferentes templos y conventos. Donde al decir de los diaristas: “cometieron actos sacrílegos”.
Es en 1914 cuando el ejército constitucionalista integrado por veinte mil efectivos en sus dos mandos, uno a cargo de Pablo González y otro con Álvaro Obregón, tomaron la ciudad de Querétaro como punto estratégico para tomar la ciudad de México y tener libre camino al occidente. Pero también se posicionaron en la ciudad las facciones zapatistas y villistas denominadas convencionalistas. Así la capital queretana fue ocupada por unos y otros en diferentes lapsos. La estancias de las tropas se significaron por el expolio, los agravios a la población urbana y rural; así como despojos, persecución a simpatizantes contrarios al bando que ocupaba la plaza. Los queretanos tuvieron que soportar las contribuciones extraordinarias. Las consecuencias políticas y económicas fueron nefastas, además de la escasez de productos de primera necesidad, la especulación; fueron factores para que se presentara la hambruna, muerte y epidemias.
El saqueo de las haciendas de la región y el reclutamiento forzado de campesinos y empleados ocasionó la quiebra de muchas y su abandono. Los préstamos a los vecinos y comerciantes, el uso de papel moneda, la búsqueda de botín de guerra en casas particulares con el abuso y secuestro de mujeres y niñas. La ciudad tenía aproximadamente 50 mil habitantes y el índice de mortandad -por diversos factores- se elevó a un 200% En abril de 1915, las llamadas batallas de Celaya, que tuvieron lugar entre Celaya y León convirtieron los dos hospitales de la ciudad de Querétaro como punto receptor de heridos y moribundos.
Las batallas de Celaya que libraron en abril de 1915 los constitucionalistas al mando de Álvaro Obregón, contra la División del Norte de los villistas, tuvieron lugar en las inmediaciones de Celaya y León. Por la cercanía, Obregón dispuso fueran trasladados a Querétaro los heridos del contingente constitucionalista. El Hospital Civil y el del Sagrado Corazón, se vieron rebasados con casi millar de tropas y oficiales que requerían atención médica, desde curaciones a heridas, hasta amputaciones. Fueron adaptados el Hospicio, la Bonetera y los colegios que administraba el clero para dar cabida a más personas. Los cadáveres fueron enterrados en una fosa común, en el cementerio del Espíritu Santo y en el Panteón de San Sebastián. Las condiciones insalubres provocaron epidemias y desabasto de alimentos, toda vez que algunos tramos de las vías del ferrocarril habían sido dinamitadas.
La ciudad de Querétaro presentaba un abandono total de servicios públicos y condiciones de sanidad en los mercados. Basura, perros y gatos muertos que flotaban en las acequias y en el río. En los conventos improvisados como cuarteles y en la población civil se presentaron enfermedades infecciosas, que se propagaron rápidamente. En los caminos se veían oscilando de los árboles o postes del telégrafo a cadáveres que fueron colgados; la premura para los entierros ocasionó que muchos quedaran casi a flor de tierra. Se determinó el “baño obligatorio”, la quema de colchones, almohadas y petates, así como otras disposiciones y campañas que emitió el consejo de salud; a fin de contener la epidemia de tifo, viruela y las enfermedades venéreas. Atendiendo a los datos cerca de setecientos vecinos de la ciudad fallecieron en un solo trimestre.
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En esas condiciones se determina que la ciudad sea la sede del gobierno federal y Capital de la República, de 1914 a 1917; también el Primer Jefe, Venustiano Carranza decidió convertirla en sede del Congreso Constituyente de 1917.
REFLEXIÓN: Las diferentes visiones en relación con la época de revueltas desde finales del siglo XIX, hasta la época de los caudillos de las primeras décadas del siglo XX, nos ofrecen la posibilidad de revisar y analizar los hechos y circunstancias de cada etapa. Todos los personajes con matices heroicos tienen sus claroscuros y acciones siniestras. La historia social, de la cultura, de las ideas se puede construir a partir del devenir de grupos marginales e invisibilizados en el discurso oficial. Tendremos entonces, otra perspectiva alterna a la narrativa tradicional y manipulada.
[…] “Muchas mujeres de los soldados venían montadas como hombres, […] todas ellas traen sus cananas de tiros terciados en el pecho. […] hay pánico en la ciudad por temor de que hagan aquí tropelías, […] ¡Dios no cuide de toda esta gente!” (Efemérides Queretanas..., Valentín F. Frías. Julio 23, jueves 1914).
Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Noviembre de MMXXIII.