Rodolfo Sarsfield recupera la que quizás es una pregunta detonadora que transfiere la teoría política hacia el mundo de la vida y viceversa: ¿cuáles deben de ser el territorio, los límites y los alcances de intervención de la política? A decir del autor, las propuestas ensayadas a partir de la anterior cuestión se pueden ubicar en dos tradiciones clásicas: aquellas llamadas concepciones minimalistas, en las que se hace alusión a que nada o muy poco se puede o se debe de hacer con la política; y las concepciones maximalistas, ubicadas en las antípodas respecto a las primeras: con la política, todo; sin la política, nada.
Las concepciones minimalistas provienen de una noción de política restrictiva heredera de una antropología negativa que configura la imagen de una naturaleza humana inmodificable, que –parafraseando a Sarsfield– acota inexorablemente el horizonte de lo posible para la política. Ante una visión pesimista, la política poco o nada puede hacer. Llevada al extremo, a la visión minimalista el autor la denomina “cinismo”. En contraste, la visión maximalista incluye la idea de que todo se puede hacer con la política, llevada al extremo, esta idea deviene en pensamiento utópico.
En su texto Sobre los confines de la política. Fundación antropológica, naturaleza de la política y teoría normativa en Hobbes y Maquiavel, (*) Sarfield establece las siguientes ideas preliminares para entablar un diálogo entre el pensamiento de Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) y Thomas Hobbes (Westport, 1588 - Derbyshire, 1679).
· Idea 1: La condición antropológica para la visión de la realidad se funda a partir de las propuestas normativas de Maquiavelo y Hobbes.
· Idea 2: Algunos rasgos de los escritos de dichos autores nos permiten ubicarlos en la visión minimalista, muy contrario de lo que podría pensarse en el mundo social y cultural de la teoría política.
· Idea 3: Las convergencias y divergencias de las obras de Maquiavelo y Hobbes se vinculan con inercias diferenciadas de las concepciones antropológicas y políticas, así como de sus respectivas preocupaciones: Hobbes por el mantenimiento de la paz; Maquiavelo por la conservación del poder.
Política
La perspectiva de la política limitada desde Maquiavelo revela una problemática y contradictoria coexistencia de dos aspectos valorativos: la renuncia explícita a la cuestión sobre la denominada “óptica república” y la negativa no menos tajante de especular respecto a dicha óptica. En este sentido, no hay lugar para la filosofía en los asuntos de poder, el deber ser de la política se sustenta exclusivamente en su teoría normativa, consistente en un conjunto de cosas útiles para quienes sean capaces de entenderlas. De esta manera, Maquiavelo rompe con la racionalidad clásica para irrumpir a través de la racionalidad técnica con un interés particular: la política no recae en cuestiones morales ni religiosas, se le considera un medio determinado con arreglo a fines determinados. Maquiavelo no se detiene a preguntarse por lo deseable, su interés principal radica en el “cómo” de la política. Este “cómo” es un detonante que se cuestiona por los medios a través de los cuales se obtienen determinados fines, siempre al margen de lo deseable. A esto se le denomina la interrogante por la eficiencia neutra.
La obra de Maquiavelo constituye pues una ruptura importante con el monolítico valorativo del mundo antiguo, ya que a través de la constitución de una nueva racionalidad, en la cual los medios son los más eficaces para conseguir determinados fines, así como la sustitución del sistema de valores en donde se sustituye lo “justo” y lo “deseable” por la “eficacia”, la política no puede hacer nada salvo atenerse a las reglas para una acción política eficaz, es decir, configurar las normas para la conquista y conservación del poder, que deben confundirse con la perpetuación en el poder, como frívolamente se interpreta a Maquiavelo.
Mientras que para Maquiavelo la cuestión sobre cómo se debía de obtener la obediencia es una preocupación central, y de cuya respuesta dependía la contención de la revuelta, la sedición y la caída de El Príncipe, para Thomas Hobbes sólo la constitución de El Leviathan era la alternativa frente a la vanidad de los “hijos del orgullo”. En términos valorativos, aquello que Hobbes denominó “virtud moral” solamente cobra sentido en el marco de un estado de derecho, resultado de una teoría normativa y moral a partir de la fundación de dicho estado.
Creación del Estado
A la combinación funesta de la condición subjetiva (determinadas características de los hombres) y la situación objetiva (la escasez, por ejemplo), le sigue el surgimiento del miedo, descrito como una búsqueda frenética de seguridad, certezas y estabilidad. ¿Cuál es la salida de un estado en guerra? La salida leviatánica, es decir, la creación del Estado que coadyuve en el modelado social de nuestras pasiones y aversiones, y nos impida actuar conducidos por nuestro miedo o por el arbitrio de nuestro ego constitutivo. La justificación de la fundación del estado, es decir, de la presencia del Leviatán, la conformamos los hombres mismos.
Contrario al retorno del mito del buen salvaje, aquél que evoca a la imagen cosmogónica del hombre bueno por naturaleza, que juega a la romantización del pueblo bueno y sabio por naturaleza, y que se nos ha trazado como punto de llegada vía populismo, Hobbes coloca a dicho estado de naturaleza como un punto de partida. Es decir, una vez que hubimos partido de un estado de naturaleza, a través del establecimiento del contrato social encontramos la salida de la guerra y encontramos el sostenimiento de la paz. En esta concepción minimalista, a partir de una racionalidad restringida se establece una concepción limitada de la política. En Maquiavelo y Hobbes el poder político sólo puede corregir o controlar, mas nunca resolver la maldad humana. La política sólo puede conducirnos a una república soportable, antes que a una ideal, a una república amorosa, por ejemplo. No es posible encontrar soluciones definitivas o mágicas. La política debe asumir la racionalidad limitada de las personas y la ambigüedad de los asuntos humanos desde un estado acotado, so pena de implementar un estado sin restricciones, que en aras de la promesa de una sociedad utópica, acabe implantando un régimen tirano en la figura de un líder carismático.
@doctorsimulacro