Peregrina entre los senderos de la narrativa, el ensayo y el periodismo, la reconocida escritora colombiana Laura Restrepo ha mostrado un gran interés por destacar el rostro femenino de la más grande epopeya de nuestros tiempos: la migración. Así, sus letras han descrito este fenómeno, desde el interior de Colombia, donde, a pesar del azote de la violencia y desplazamiento forzado, puede sobrevivir el amor; hasta Estados Unidos, cuya cruda realidad capitalista sofoca las promesas del llamado “sueño americano” de cientos de mujeres.
En su nueva novela Canción de antiguos amantes (Alfaguara, 2002), Restrepo apunta su pluma hacia los ojos de las mujeres migrantes del Cuerno de África, muchas de ellas musulmanas, para quienes la historia de la gran reina de Saba aún forma parte de su equipaje identitario.
Se trata de una obra que precisamente relata la incesante búsqueda de la Reina de Saba, hecha por un joven escritor contemporáneo llamado Bos Mutas, quien se ha obsesionado con ella, tras haberla encontrado en más de una ocasión encarnada en varias mujeres, para conducirlo así hacia el torrente migrante africano; en cierta medida, el mismo camino que emprendieron grandes personajes históricos, como Salomón, Santo Tomás de Aquino o el poeta romántico francés Gérard de Nerval, quienes se perdieron en la fascinación por aquella mítica figura, símbolo de poder y sabiduría femenina, presente en la Biblia, el Corán y la historia de Etiopía.
HERENCIA MILENARIA
En entrevista con El Sol de México, la escritora cuenta que esta nueva publicación tuvo su semilla durante sus viajes como reportera junto al equipo de Médicos Sin Fronteras por la República de Yemen, Etiopía y la frontera somalí, como parte de los proyectos de aquella organización internacional para evidenciar conflictos tan enconados que incluso la prensa no los llega a abordar.
“El momento en que me di cuenta de que tenía que escribir esta novela fue cuando, preguntándoles a muchas de estas mujeres migrantes sobre su origen, ellas me contestaban: ‘Yo soy descendiente de la Reina de Saba’. Entonces el mito, que ya conocía con anterioridad, para mí se hizo realidad.
“De pronto, ver cómo esas mujeres sentían que la representaban y la encarnaban, me puso a pensar en la necesidad de ver el lado mítico de la migración, como sucede en La Ilíada o en La Eneida. ¿Quiénes eran esos hombres sino migrantes desplazados por la guerra? Creo que hay que darle también esa dimensión a este conflicto, para hacer una caja de resonancia en la que migrante no sea sólo una cifra en un noticiero, sino los protagonistas de la gran aventura humana”, relata la escritora.
Pero más allá de la sola resignificación del migrante, Restrepo encuentra en el personaje de la Reina de Saba una revaloración de aquellas mujeres quienes se saben continuadoras de una importante tradición que reciben con orgullo, el cual se hace evidente en las páginas de su novela.
“Son muy interesantes sus procesos de liberación, empezando porque son mujeres que van en el camino, que claro que son dignas de toda la compasión y cariño, pero que también son brutales y violentas. Ellas no están pasivamente esperando a ver qué sucede. Esto tiene que ver con el destierro por la guerra que las saca de sus convenciones. Que ellas se reconozcan como herederas de la Reina de Saba no es ingenuo ni poético, por eso me pareció una reivindicación de su identidad y su valioso pasado”, agrega Restrepo.
LOS OJOS DE OCCIDENTE
Sumado a todo esto, la novela también representa los contrastes entre Oriente y Occidente, a través de los ojos de su protagonista Bos Mutas, quien critica algunos comportamientos en esas sociedades, como la opresión a la mujer, pero que al mismo tiempo se encuentra seducido por su esplendor cultural.
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“Yo pienso que los mitos existen en la medida que los recreamos y los traemos a nuestra época. Por eso mi Reina de Saba es especial, le quité la corona, el trono y el palacio. Me encanta imaginarla como la cabeza de las mujeres migrantes, como una más de ellas. En ese sentido, yo creo que era interesante ver cómo se le ha visto desde la tradición occidental y de pronto en la misma tradición religiosa judía y musulmana; para después contrastarla con el gran sentido de pertenencia que hacen de ella las mujeres migrantes de aquella región.
“Mutas es el despiste y el no entender, que también era el mío y creo que el de todos. A través de su búsqueda, de su incapacidad, y su enamorase de tantas mujeres es que encuentra el verdadero sentido de su amor que tiene en el fondo. En nuestro caso como latinoamericanos creo que hasta cierto punto lo podemos entender, pues somos una mezcla y vivimos la misma historia de la migración, aunque no compartimos las tradiciones de occidente”, concluye.