Sigamos con el conteo en el intento de Paul Graham por establecer una jerarquía de los desacuerdos. Esta es la segunda parte.
DH04. Contraargumento
¡Por fin! En este nivel llegamos a la primera forma convincente de desacuerdo: el contraargumento. Hasta este punto las otras formas generalmente pueden ser ignoradas porque son incapaces de probar nada. En contraste, los contraargumentos podrían probar algo. El problema es que es difícil decir exactamente qué.
El contraargumento es una contradicción (DH03) a la que se le añaden razonamiento y pruebas. Cuando el contraargumento se dirige hacia el discurso original puede ser muy convincente. No obstante, como ocurre en la mayoría de las veces, el contraargumento suele referirse a una cosa totalmente distinta de lo que se está discutiendo. Suele ocurrir que cuando dos personas discuten apasionadamente sobre algo, realmente están discutiendo sobre dos cosas distintas. Inclusive, suele ocurrir que están de acuerdo entre sí, pero están tan atrapados en su disputa que no se dan cuenta. Eventualmente, puede darse el caso en el que las personas están de acuerdo en algo, pero están tan enfrascados en su disputa que no se dan cuenta. Por ejemplo, en la semana pasada en redes sociales una usuaria de Twitter manifestaba estar de acuerdo con la pena que se le impuso al asesino de Athos y Tango (10 años y una multa millonaria por haber matado a los perros con salchicas envenenadas). Como suele ocurrir, un usuario respondió con una contraadicción (DH03): “No estoy de acuerdo. Así de duras deberían ser las penas para los asesinos de mujeres –combinando observaciones al tono (DH02)– no sé por qué celebras”. Sorprendentemente, la usuaria respondió con un lamentable ataque ad hominem (DH01): “Tu opinión no vale: eres hombre, no te gustan los perros y además eres chairo”. Así murió la oportunidad para una discusión más interesante y provechosa respecto a sentencia histórica en nuestro país.
De acuerdo con Paul Graham, podría haber una razón legítima para argumentar en contra de algo un poco diferente a lo que el autor original dijo: cuando sientes que perdieron el meollo de la cuestión. Pero cuando haces eso, debes decir explícitamente que lo estás haciendo.
DH05. Refutación
La forma más convincente de desacuerdo es la refutación, aunque también es la más rara, porque requiere de más trabajo. De hecho, la jerarquía de desacuerdo forma una especie de pirámide, en el sentido de que cuanto más se asciende encuentras menos instancias: ¡hasta en la refutación hay estratos sociales!
Para refutar a alguien probablemente tengas que citarlo. Tienes que encontrar un indicio, un párrafo en aquello con lo que estas en desacuerdo y sientes que se trata de un error, y luego explicar por qué el autor está está equivocado. Si no puedes encontrar una cita con la cuál discrepar, es probable que estés discutiendo con alguien que utiliza una falacia lógica, por ejemplo, cuando alguien afirma: si tuviera Covid-19, entonces tendría la garganta irritada. Tengo la garganta irritada, por lo tanto, tengo Covid-19.
Aunque la refutación por lo general implica citar, citar no implica necesariamente que se efectura una refutación. Algunos autores citan partes de las cosas con las que están en desacuerdo para dar la apariencia de una legítima refutación, pero enseguida caen con una respuesta tan baja como DH3 o incluso DH0.
DH06. Refutar el punto central
La fuerza de una refutación depende de lo que refutas. La forma más poderosa de estar en desacuerdo con alguien es refutar el punto central de ese alguien.
De acuerdo con Graham, incluso tan alto como en DH5, todavía podemos en ocasiones presenciar deliberada deshonestidad, por ejemplo, cuando alguien escoge puntos menores de un argumento y los refuta. A veces el denuedo con que esto se realiza está más cercana a una forma sofisticada de ad hominem que de una verdadera refutación. Por ejemplo, corregir la gramática u ortografía de alguien, o insistir en errores de menor importancia en nombres o números. A menos que el argumento opuesto en realidad dependa de tales cosas, el único propósito de corregirlos es desacreditar al oponente. Si quieres realmente refutar el argumento de alguien, fácil: refuta su punto central, o al menos uno de ellos. Y eso significa que uno tiene que comprometerse explícitamente a lo que conforma el punto central. La fórmula de una refutación efectiva es la siguiente:
El punto principal del autor parece ser x. Cómo él dice:
<cita>
Pero esto es un error por las siguientes razones...
La cita que señalas como equivocada no tiene que ser la declaración del punto principal del autor. Es suficiente refutar algo en lo que este punto se apoya.
Algunas consideraciones finales
¿Qué tan efectiva es la jerarquía para refutar? Una cosa que la jerarquía del desacuerdo no nos da es una manera de elegir un ganador. Los niveles de DH se limitan a describir la forma de una declaración, no si es correcta. Una respuesta DH6 puede todavía estar completamente errada. No obstante, mientras que los niveles de DH no establecen un límite inferior sobre cuán convincente es una respuesta, establecen un límite superior. Una respuesta DH6 podría ser poco convincente, pero una respuesta DH2 o más baja siempre es poco o nada convincente.
Uno de los beneficios más obvios de clasificar las formas de desacuerdo es que nos ayudará a evaluar lo que leen, es decir, nos ayudará a ver a través de argumentos intelectualmente deshonestos. Un escritor elocuente puede dar la impresión de vencer a un oponente usando meramente palabras fuertes. De hecho, esta es probablemente la cualidad que define a un demagogo. Al dar nombre a las diferentes formas de desacuerdo, le damos a los lectores críticos un alfiler para reventar tales globos.
Estas etiquetas pueden ayudar a los escritores también. Casi toda la deshonestidad intelectual no es intencional. Alguien que está argumentando contra el tono de una idea con la que está en desacuerdo puede creer que realmente está diciendo algo. Apartarse un poco y ver su posición en la jerarquía de desacuerdos puede inspirarlo a tratar de subir a contraargumento o refutación. Pero el mayor beneficio de discrepar bien no es sólo que hará mejor las conversaciones, sino que hará que las personas que establecen conversaciones sean más felices.
Si ascender en la jerarquía del desacuerdo hace a la gente menos malvada, hará que la mayoría de ellos sea más feliz. La mayoría de la gente realmente no disfruta ser malvada; lo hacen porque no pueden evitarlo.