Para Jumko Ogata Aguilar, escritora afrojaponesa y chicana originaria de Veracruz, el movimiento afromexicano se encuentra actualmente en un punto clave en donde se está generando arte, investigación y cine desde la perspectiva de los pueblos afrodescendientes; sin embargo, se coexiste con situaciones de despojo territorial, explotación laboral, violencia feminicida, entre otros.
“Yo mantengo muchas esperanzas en la desaparición del sistema racista, clasista, colonial, imperialista, homofóbico y más, principalmente porque veo lo que generan mis compañeros, compañeras y `compañeres´, he observado que hay infancias que hoy en día tienen acceso a materiales dignos que nosotros nunca tuvimos acceso, y creo que hoy en día hay suficientes herramientas, solo nos queda seguir construyendo, hacer crítica y desde nuestra trinchera intentar desmantelar sistemas, cuestionar productos, a la vez que vamos proponiendo y construimos nuevas realidades”, expresó la escritora.
Recientemente publicó un cuento infantil titulado “Mi pelo chino – Ixi xiniyu chinu”, el cual además de ser un reencuentro con el cabello rizado, la celebración de su belleza y de la herencia afro en nuestro país, es una pieza literaria bilingüe con la traducción al mixteco por Nadia López, poeta y apreciada colega de Ogata. “Particularmente nos interesaba transmitir este mensaje en mixteco porque hay pueblos afroíndigenas en nuestro país, sobretodo afromixtecos, por lo que queríamos que este libro también llegara a personas negras que hablan estas lenguas. Y ha tenido una increíble recepción por las personas que solo hablan castellano, porque les interesa y les amplia una perspectiva sobre la diversidad lingüística”, señaló la escritora.
Para ella, el éxito que ha tenido el libro en las audiencias es conmovedor, mucho más cuando son las “infancias de 30 años”, como ella lo expresó, quienes se emocionan por la historia. “Hemos visto una oportunidad muy bonita para que las personas adultas de pelo chino puedan reconciliarse con su cabello. Desafortunadamente es muy común la existencia de agresiones de todo tipo a quienes poseemos este tipo de cabello, desde jalones, que te lo corten, te lastimen, te insulten, te humillen. Para nosotras era muy importante crear un material que, en primer lugar, nos permitiera sanar, reconciliarnos con nuestro cabello, y además que funcione como una introducción a las infancias para iniciar a dialogar sobre cómo cuidar su cabello, lidiar con las diferencias, etcétera”, añadió.
De acuerdo con la autora, en nuestro país el movimiento afromexicano tiene por lo menos 30 años que empezó a manifestarse dentro de la sociedad mexicana, y menos de 10 años desde que fue reconocida en los censos nacionales. “Hablar del racismo en nuestro país es muy complicado porque apenas tenemos 30 años debatiendo sobre el tema, nuestra población dejó de ser considerada durante el Porfiriato y hasta el 2015 se nos volvió a contar dentro del censo del INEGI y hasta el 2020 se llegó al dato que somos 2.5 millones de personas que nos reconocemos como afromexicanas. En el activismo fue hasta 1997 que se realizó el primer encuentro de pueblos negros, así que ha sido un andar complicado. En la escuela se nos enseña, bajo la lógica del mestizaje, que en nuestro país todos nos mezclamos, por lo que no vivimos una situación de racismo como en Estados Unidos”, externó.
La escritora señaló que, aunque en el país vecino la segregación fue la manifestación física del racismo que imperaba en el país, en el contexto mexicano el racismo se encuentra de forma integracionista, en donde se cree que todo lo indígena “está mal” y que se tiene que hacer a un lado la cultura, las raíces ancestrales para poder “ser parte de la población civilizada”.
Desde su perspectiva, es el nacionalismo uno de los factores que mayor impactan en el tema del racismo, “decir ‘todos somos mexicanos’ implica que evitamos la discusión, nos excusamos en la patria y la usamos como excusa para la destrucción de los pueblos originarios y de los afrodescendientes”, comentó.
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Señalar el racismo en nuestro país es uno de los primeros pasos que indican el progreso, comenta la escritora; sin embargo, esta no es una problemática que terminará de la noche a la mañana. Por lo que invita a la constate discusión, problematización y diálogo sobre el tema.