Tenemos hambre de aprobación, de atención, de afecto. Tenemos hambre de libertad para aceptar la vida, conocernos y ser realmente nosotros mismos.
Siento que tiene siglos que no hago esta columna, pero seguro solo fue una semana ¡En fin! que esta vez vengo a contarles de un libro que no me gustó ni tan-ti-to. Voy a confesar que sí tengo miedo de que me caiga el “hate” porque es un libro que todos hablan maravillas de él, la mayoría de las “críticas” en internet lo enaltecen y dicen que no puede ser mejor, que les cambio la vida, etc., pero a mí me sucedió todo lo contrario.
El libro en cuestión es La bailarina de Auschwitz …para empezar, no es algo que yo tenía en mi “wishlist”, es parte del calendario del club de lectura al que pertenezco, así que lo inicié con poco ánimo porque, obviamente, habla de la Segunda Guerra Mundial, y en lo personal, no me interesa leer una “novela” de ese tema, ya que es difícil que no te cuenten algo que no hayas leído en otra novela o visto en una película, pero lo padre de pertenecer a una comunidad lectora, es expandirte y leer eso que jamás leerías o que no estaba en tu radar.
No podemos decidir tener una vida sin dolor. Pero podemos decidir ser libres, escapar del pasado, nos suceda lo que nos suceda, y adaptarnos a lo posible.
Y bueno amigos, en este libro, Edith Eger, la autora, cuenta su experiencia personal referente a Auschwitz y como huyó a Checoslovaquia para acabar finalmente en Estados Unidos y convertirse en una psicóloga y escritora de renombre. A lo largo del libro nos cuenta como luchó física y mentalmente, al cansancio, al hambre, etc … pero que nunca se rindió, trabajó y trabajó hasta lograr su objetivo ¿a qué les suena? Daré una pista, el título del libro en inglés es The Choice. Embrasse the Possible (La elección. Abrazar lo posible), o sea, este libro es de superación personal pero disfrazado de novela. No estoy diciendo que sea malo leer este tipo de libros, simplemente a mi no me gustan, además me pareció larguísimo, cayendo constantemente en lugares comunes. ¡Eso sí! Lenguaje claro y cotidiano para leer las 416 páginas del libro sin tener que distraerte para buscar sinónimos, etc.
No existe una jerarquía del sufrimiento. No hay nada que haga que mi dolor sea mejor o peor que el tuyo, no existe ninguna gráfica en la que podamos plasmar la importancia relativa de un pesar respecto a otro.
Si llegaron hasta aquí y aún no creen que soy la más intelectualoide e insoportable del suplemento, solo quiero decirles que celebro que cosas horribles como las que sucedieron en Auschwitz se sigan nombrando, sin embargo, deberían de hacerse de formas más creativas, más interesantes, sin tanto cliché, sin tanta autocompasión, simplemente porque como lectores también evolucionamos y merecemos que los escritores, editores y editoriales trabajen para darnos, si bien, los mismos temas, en otras salidas, en otras narrativas. Por otro lado, como dije antes, no estoy en contra de la superación personal, simplemente pienso que esa corriente, o no sé cómo nombrarla correctamente, no contempla los sistemas en los que nos desarrollamos, no es solo decir: “yo puedo” ,“yo quiero” ,“yo decreto”, etc. para que sucedan las cosas, hay muchos factores, además de las ganas de salir adelante, que generalmente están fuera de nuestro control.
Así es como malinterpretamos los hechos en nuestras vidas, como asumimos cosas sin comprobarlas, como nos inventamos una historia que nos explicamos a nosotros mismos, reforzando lo que ya creemos
Yo sé que a veces necesitamos un apapachito al corazón, pero aún en esos momentos, no les recomendaría este libro, lo siento, pero para mí fue “too much”; sin embargo, si a usted le gustó y difiere muchísimo de mi opinión, está bien, así es la magia de los libros y le invito a que me lo cuente con algún “comment” a mi IG: @lagartijilla83
Nos leemos pronto –¡Espero!– por aquí para más #recomendacionesperras.