Todo empezó cuando su pareja enfermó. Habían intentado de todo para saber qué le ocurría, pero ni los médicos ni los análisis de laboratorio arrojaban una respuesta certera sobre sus padecimientos. Los días pasaron y él cayó en cama inconsciente, hasta que un día despertó de ese largo sueño para pedir que lo llevaran a hacerse una limpia.
Esa fue la primera vez que Teresa Ortiz Moreno tuvo un acercamiento a ese ritual de curación tradicional, al que 30 años después le dedicaría un libro. Las limpias, una cura para el alma es el resultado de una investigación que la autora realizó desde la antropología médica y la medicina tradicional como práctica terapéutica.
En entrevista con este periódico, la investigadora asevera que además de entender esta práctica cultural, buscaba despojarla de los prejuicios que la rodean y conocer por qué su demanda ha aumentado en ciudades como Querétaro.
- ¿Cuál es el germen de tu interés por las limpias?
Mi inquietud por el tema viene de una experiencia personal. Cuando Ricardo (su esposo) y yo éramos novios viajamos a México y Ricardo regresó gravísimo, pero gravísimo, con una temperatura altísima. Llegó el médico, lo revisó, llegó otro, le hizo análisis y no tenía nada médicamente hablando. Pero Ricardo no se podía mover, no abría los ojos. Estaba perdido, como en un desmayo y no había explicación.
Un día lo metí a bañar para bajarle la fiebre, y fue entonces que él abrió los ojos y me dijo: "llévame a hacerme una limpia".
Después de preguntar dónde podía hacerlo, lo llevé a la limpia, y me quedé en un rincón muerta de miedo porque todo eso era algo nuevo para mí; en aquél entonces yo pensaba que era lo mismo brujo que curandero o sanador. Para mí todo era la misma cosa. Todo era un asunto de brujería como me lo habían inculcado.
La sorpresa fue que cuando la señora terminó el ritual, Ricardo abrió los ojos y ya estaba bien.
- ¿En qué momento decidiste llevar esta experiencia mágico religiosa al campo de la ciencia?
Hace 10 años estudié la maestría en Antropología, y como parte de ese proceso decidí centrarme en este ritual. Así fue que, bajo la dirección del investigador Alberto Espejel, logré que el libro tuviera un sustento académico.
Como parte del protocolo, lo primero que hice fue ubicar cuántos mercados de plantas para limpia había en la ciudad, a partir de ello localicé a los expendedores y curanderos.
Empecé por el Mercado de El Tepetate, después recorrí los mercados de la Comerciantes, el de la Presidentes y todos los que localicé en la zona urbana, incluyendo el de La Cruz y Escobedo.
Al final, encontré que existen tres mercados que me venden cosas para limpias: el de El Tepetate, el Escobedo y la Cruz.
- ¿Y acuden a ellos todas las personas?
El mercado de La Cruz atiende principalmente a la población rica que ocultamente se hace limpias, y el mercado Escobedo a toda la población de las rancherías que vienen y compran sus insumos. El Tapetate, por otro lado, se quedó sin su antiguo puesto durante el proceso de mi investigación, pero encontré que la gente que acudía a él, empezó a ir al mercado Escobedo.
¿Qué es lo que se busca principalmente en esos espacios?
Son lugares donde la gente se abastece de plantas, las traen del estado de México, y tiene que ser frescas.
- ¿Y qué plantas son?
En Querétaro se utilizan principalmente siete, que son el romero, la ruda, el manrrubio, la artemisa, el pirul, hinojo y albahaca, en el libro incluyo una tabla de limpias en las que explico cómo se usan dependiendo la zona.
En libro también haces una diferencia entre el curandero, el brujo y el chamán.
Sí, era importante hacerlo porque generalmente hablamos de las tres como si se tratara de lo mismo. La confusión entre estas viene desde la llegada de los españoles y de la Inquisición, cuando todo lo que no se ajustaba a su sistema de creencias era descrito como brujería.
El curandero o sanador es en realidad una persona cuya misión es la luz, su primicia siempre es Dios, los ángeles, los santos; ellos se enfocan básicamente en curar.
Después tenemos a los brujos y los chamanes, los primeros trabajan para el mal, también se enfocan en la curación pero por lo regular usan animales en sus rituales; su advocación es la oscuridad, es “el innombrable" como le dicen al demonio.
El chamán, es un hijo de las dos figuras anteriores, y se va a definir por el uso de elementos prehispánicos.
Entonces vamos a encontrar tres grupos dentro de este mundo de las energías.
- ¿Las limpias son una práctica exclusivamente indígena?
No necesariamente, cuando llegaron los españoles a México, en tiempos de la Conquista, ellos traían sus propias limpias e insumos para rituales, como plantas y huevos de gallina; usaban ramas de manrrubio o de romero en la cabeza para protegerse de las pestes y de las malas energías, ellos usaban todo eso.
Cuando vienen a México encuentran que los indígenas hacían sus propias limpias, y entonces surge un sincretismo entre ambos rituales, que permanece hasta nuestros días.
Curiosamente, la iglesia aún hoy sigue señalando a las limpias como “cosas del demonio”, cuando al interior de su espacios ellos mantienen rituales de limpia; cuando sahúman, cuando avientan agua bendita o hasta en el mismo ritual del bautizo, lo hacen.
- ¿Cómo fue para ti adentrarte en el mundo de las limpias?
Me hice como mil limpias (risas) en todo el proceso de mi investigación, porque yo necesitaba describirlas, conocer cómo eran. Para mí fue muy difícil en el sentido de que nadie te da información, nadie te da respuesta de nada.
Nunca me dejaron grabar, nunca me dejaron tomar fotos o notas. Yo salía de las sesiones y en caliente me ponía a escribir todo.
- ¿Y a quiénes viste en esos espacios? ¿Quiénes recurren a esta práctica en las ciudades?
Va todo tipo de gente, pero clase media y clase alta ha ido incrementado, sobre todo. Va mucho abogado y curiosamente políticos, además de amas de casa.
- ¿Qué es lo que más se solicita en las limpias?
Curar el mal de amores, principalmente.
- Finalmente, ¿cuáles son algunas de las conclusiones que lanzas en esta investigación?
Una de ellas es que en la ciudad han incrementado las limpias porque el panorama se ha vuelto más caótico y estresante; vivimos en una época en donde paradójicamente hay más seguridad pero nos sentimos más inseguros, y en esa incertidumbre estamos en búsqueda de un retorno al origen para alcanzar equilibrio.
Y no me refiero a un origen solo metafísico, sino también emocional. Cuando se habla de ir a terapia, se habla de echar un brinco hacia adentro, de mirar el interior; la limpia lo hace de otra manera, y ambas prácticas no se excluyen.
De hecho, el objetivo libro es difundir este tema y validar las limpias como una práctica cultural de sanación, que no debe de confundirse con la brujería. Simplemente es un ejercicio equilibrador de energía del cuerpo.
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- Lo que buscas es reivindicar otras formas de sanación…
Exactamente, lo que yo propongo en el libro es “vamos a sumar”. Es decir que si estoy enferma, puedo ir al médico, y además puedo hacerme “una limpiecita” e ir al psicólogo para abarcar el cuerpo, la mente y la parte espiritual.
Las limpias, una cura para el alma se puede comprar en las librerías de la Universidad Autónoma de Querétaro y en la Librería Cultural del Centro, ubicada en Corregidora 10 Ote., Centro Histórico.
Además de Querétaro, la obra ha sido presentada en Veracruz y Oaxaca, y el 24 de noviembre habrá una nueva presentación en la ciudad, la cita es en el Centro de las Artes de Querétaro a las 19:00 horas. La entrada es libre.