Una familia es como un rio, el agua se contamina y va llegando a distintos causes, sino lo limpias, cada generación se baña otra vez en el mismo rio, la palabra talio viene del griego talos que significa retoño o ramo nievo, el talio es un elemento químico, metálico y su número atómico es el 81 , es muy tóxico y a simple vista muestra un color blanco azulado, se usa como catalizador y en vidrios protectores pero también en insecticidas y raticidas, es el veneno con el que se envenenó Jano, el talio socaba el sistema nervioso central, su antídoto es otro veneno, el azul de Prusia pero no lo venden en cualquier farmacia. El abuelo tuvo que traer estos cartuchos de Londres y de distintas partes de Estados Unidos, en su agenda se intercalan, a veces, números de vuelo y nombres de desconocidos, el azul de Prusia al principio fue solo un pigmento, como lo desarrollaron en Alemania, su primer nombre fue azul de Berlín, pero más tarde lo usaron para pintar los uniformes militares prusianos, este pigmento fue utilizado para los planos o bluppings y en los cianotipos.
Tarantela, 2019
Abril nació en Morelia un 18 de junio de 1984. A los 4 años se mudó a la CDMX, pues de ahí son sus padres, y desde entonces le gustó pintar y escribir. Junto con sus vecinas de la unidad habitacional de Copilco, donde creció, hacía pequeños libros ilustrados, porque para ella, aunque no era del todo consiente aún, las historias siempre tenían esas dos vertientes, el texto y la imagen.
Aunque gran parte de su niñez y adolescencia Abril tomó clases de pintura, ella se inclinó por estudiar Letras, sin embargo, se dio cuenta que la academia la había alejado de la parte gráfica, así que retomó sus clases de pintura. A poco de terminar la universidad, se integró a Ediciones SM; ahí se reencontró con los picture books (libro-álbum) donde existe una incapacidad de separar el texto de la imagen. El libro está constituido por ambos, entretejidos de tal forma que la narrativa viene de su unión. Con esta nueva fascinación, Abril cursó un diplomado de ilustración en la UNAM y descubrió que lo que quería hacer era conjugar ambos lenguajes.
Abril es editora, gestora cultural y dibujante, no le gusta autonombrarse ilustradora, ya que dice que la ilustración es un oficio muy concreto y con el dibujo tiene más libertad de creación. Ella se dedicó a libros infantiles y juveniles porque narran las historias con imágenes y eso la remite a su infancia y a pensar que tanto somos las historias que nos cuentan porque nuestro primer acercamiento a las historias es oral o a través de imágenes.
Actualmente dirige el sello editorial Alacraña, tiene el blog mensual Cuota de género en la revista Este País; es autora de la novela Tarantela editada por Paraíso Perdido y la Universidad Autónoma de Nuevo León. Adicionalmente, en su haber cuenta con los libros de dibujo Dígalo con piedras de Pitzilein Books y Chet, la duplicadora y Sobremesa de Oink Ediciones, además es socia del Estudio Panamá.
Hay una gran diversidad en el trabajo que hace Abril como artista y es que a ella le interesa no imponer etiquetas sino, por otro lado, tratar de entender desde diferentes ángulos, por eso también ha explorado la autopublicación y los fanzines, ya que las principales preguntas que pasan por su cabeza son: ¿cómo volver sustentable la producción editorial? ¿Cómo llegar a los lectores que quieres llegar?
En el sitio web de Alacranna se pueden encontrar, en descarga libre, algunos de los libros en los que ha participado, incluido el de Nada que compila reflexiones e imágenes a partir de la pregunta ¿A ti te gusta nadar? Y que contiene un texto de Cristina Rivera Garza.
En su libro Tarantela se puede apreciar la complejidad el pensamiento de Abril, donde nos invita a pensar y repensar las historias familiares; es una crónica desde la memoria para entender el pasado que permea en el presente, y hacernos consientes que hay dolores que se han callado por años. Dentro de sus libros favoritos se encuentra Virus Tropical de Power Paola; Lunática de Martha Riva Palacio, y Memoria en Carta de Emma Reyes.
El abuelo estaba callado y miraba a la nada, abría y cerraba su pluma con ritmo perfecto que duró todo el funeral, una psicóloga años más tarde le dijo a mi mamá que ese ritmo de la pluma era el de sus propios latidos, sin ese movimiento voluntario, sin ese compás sutilmente marcado, el corazón del abuelo se habría detenido.
Tarantela, 2019