Carlos Campos (CC): —¿Qué es un cancionero?
Mario Arturo Ramos (MR): —Debe ser la ventana para hacer investigaciones más serias sobre la canción popular queretana. Pero a Querétaro hay que amarlo dentro del contexto del país, no como individualidad o región. Odio el adjetivo de queretanidad como segregación. Me gusta el sentido de queretanidad si tiene que ver con la mexicanidad, pero si se trata de ser queretano por el distintivo lo desprecio profundamente, porque es señal grave de la falta de identidad mexicana. No sólo pasa en Querétaro: somos un país de regiones.
CC: —Te leía en Los rincones de la sed (Ediciones El Ermitaño, 2012). Dices: “Para vencer el hastío, acuéstate con la mujer de tu tío, y si no tienes cobija duérmete con el frío”.
MR: —Eso es de Puerto Peñasco.
CC: —Así es, Las cuatro canciones de Puerto Peñasco: “Las mujeres le otorgan razón a Peñasco, llenan las horas de ternura, le regalan su sabor a granada salvaje, cuidan las plantas y a los hijos, pelean hombro con hombre para conquistar la vida”.
MR: —Hay un puerto que durante muchos años sostuvo y mantuvo de mariscos a Arizona y a California, pescaban por todo el Golfo, llegaban a Peñasco. Todas las casas antiguas de Peñasco tenían una bodega refrigerada en donde se guardaban los mariscos y pescados, y a donde venían muchas personas a comprar.
CC: —¿Por qué decides hacer tu vida fuera de Querétaro?
MR: —El primer día que me pasan la lista de ventas de discos de Hasta que vuelvas me doy cuenta de que en Querétaro había vendido sólo 300 discos, mientras que afuera 15 millones. Amo mi tierra, pero eso es otra cosa.
CC: —¿Qué me dices del amor de las mujeres queretanas?
MR: —Del amor de las mujeres queretanas, el más intenso es el de las mujeres solteras. Y entre más viejas más amor. Me vine a Sinaloa y me enamoré. Mi primera esposa, una licenciada en economía, de 25 años, murió en un accidente automovilístico. Me dejó un niño de tres años. Estoy felizmente casado, con un segundo matrimonio, ya llevamos 47 años. Soy honesto, nunca lo creí, además de mi tía Lola, sólo Lourdes me ha aguantado, nadie más me ha soportado tanto tiempo.
CC: —Tú creaste es eslogan “Casa abierta al tiempo de la UAM”. ¿Es Querétaro una casa abierta al tiempo?
MR: —No. Querétaro tiene en su proceso de identidad un sentido conservador que hasta la fecha existe. Obviamente el conservadurismo no tiene nada que ver con la casa abierta al tiempo. Hay una nueva generación llamada “querelangos”, los hijos de los chilangos nacidos en Querétaro. Y a nosotros nos llaman “Los chilantanos”. Querétaro tiene como identidad este viejo sentido de unidad social conservadora. Pensé que la migración traía cambios, pero no fue así, se adaptó a este sentido. Ahora regreso a Querétaro por ese conservadurismo queretano, vengo a ver a mis muertos y a mis amigos. El conservadurismo sí tiene que ver con la identidad.
CC: —De todas las versiones de Hasta que vuelvas, para mi gusto hay tres muy célebres, y yo me quedo con una de esas tres: la versión de Gualberto Castro.
MR: —En 1973. José Sosa, o sea, José José, es hijo de uno de los más grandes cantores queretanos. El padre de José José cantaba en las iglesias. Tú conoces a la familia de José José, los vendedores de los sombreros Tardan, los Sosa. El padre de José José fue un alcohólico. Su madre, Margarita Ortiz Pensado, quien tocaba el piano en la Compañía Nacional de Ópera, se llevó a José José a la Ciudad de México. Mi amistad con José José fue de muchos años, tocaba el bajo en La Marquesa.
CC: —Un excelente bajista.
MR: —Un maravilloso músico. Un día, en la Ciudad de México, yo estaba en la oficina de Magallanes, quien me dice:
—Oye, cabrón, voy a grabar a José José. Necesito dos números.
—Está bien, yo te los traigo.
Cuando llego con los trabajos, estaba ahí José José:
—Así que tú eres el paisano de mi papá. Uy, ya ni me acordaba de ti.
—Ni yo tampoco de ti, cabrón.
—Voy a grabar dos temas tuyos, los arreglos musicales los va a hacer Jean Paul.
Sin embargo, José José cae en una crisis alcohólica. Se lo llevan a un albergue y se cae el proyecto de ponerle su voz a la música. Felipe Gil es hermano de Marcelo Gil, productor de Manuela Torres y de Gualberto Castro, me cita en el Fiesta Americana y me dice:
—Oye, vamos a lanzar a Gualberto Castro.
En 1973, Gualberto Castro ya había grabado algunos temas musicales para la telenovela La hiena, pero aún no había lanzado el disco.
—¿Y con qué lo van a lanzar? —Le pregunté.
—¿Pues cómo ves que con Hasta que vuelvas?
—Pero ese tema ya estaba para José José.
—Pero José José está en el manicomio.
—Lo voy a hablar con Magallanes.
Entonces voy con Magallanes y le digo:
—Oye, Marcelo y Felipe traen la idea de grabar Hasta que vuelvas, pero mi compromiso es contigo. Aquí estoy.
—Mira, no sé en cuánto tiempo va a salir, ni cuándo va a grabar la voz de la canción. Que la hagan.
Las dos versiones salieron el mismo día en 1973.
Un medio hermano de Marcelo, Alfredo Gil, era director musical de Musart, me dijo:
—Oye, poeta, te grabo Hasta que vuelvas.
—No estés chingando, cabrón, ya traigo muchas broncas con esa canción, no quiero saber más. ¿Con quién la quieres grabar?
—Con Juan Gallardo.
—¿Y ese quién es?
La realidad es que las primeras ventas fuertes de Hasta que vuelvas fueron con Juan Gallardo, vendió 1 millón 300 mil copias. Con el lanzamiento de las versiones de José José y Gualberto Castro ocurrió algo curioso: en provincia se escuchó más la de José José; en la Ciudad de México la de Gualberto Castro. Tres meses después de eso, me habla Florencia Vicenta de Casillas Martínez Cardona:
—Oiga, señor Mario Arturo Ramos, ¿tiene algún inconveniente en que yo grabe Hasta que vuelvas?
—No, pues está bien, nada más hay que ver si no se molesta Gualberto Castro.
—¿Quién es Gualberto Castro?— responde la señora Florencia, mejor conocida como Vikki Carr.
Más tarde cantan una versión muy bella de la canción, con lo cual me doy cuenta de que es un suceso. Hasta el momento, la canción tiene 120 versiones. No creo que sea mi mejor obra, pero sí es la que más puertas me ha abierto.
—¿Cuál es tu mejor canción, es decir, tu mejor poema hecho canción?
—Amo profundamente una canción que grabó Emmanuel, Guadalupe Trigo y Paloma San Basilio, se llama La infancia. Sin embargo, me gusta mucho El último día de otoño en la versión de Emmanuel, la versión de Lucio Dalla es la que me ha abierto muchas puertas en Europa. Todas mis canciones para mí son importantes: soy un descarado, me gusta contarle mis intimidades a la gente, y tienen el derecho a no creerlas. Pero esas son mis canciones.