/ miércoles 10 de noviembre de 2021

¿Qué han escrito ellas sobre terror?

Allure Spinoza, Lola Ancira y Ana Saavedra Villanueva son tres escritoras que se han abierto paso en este género, desde donde no solo buscan perturbar sino también hablar sobre monstruos reales y temas prohibidos que esconden lo más oscuro de la sociedad y la mente humana

Monstruos de carne y hueso que habitan la ciudad. Situaciones terribles que extienden sus tentáculos hasta las estadísticas. Hechos sobrenaturales que alimentan la paranoia y ponen los pelos de punta a cualquiera. Eso y más es lo que podremos encontrar en la literatura de horror hecha por mujeres, un género en donde cada vez es más visible su trabajo.

¿A qué se debe este boom? Si bien es cierto que años para acá se ha puesto especial interés en las propuestas de las mujeres dentro del arte – gracias principalmente al trabajo de muchas investigadoras– , todo parece indicar que los cambios que se observan en la esfera social no distan del trabajo que se realiza desde lo literario; cada vez es más común encontrar a mujeres cuestionando los cánones y estereotipos que les atraviesan como género, desde diferentes trincheras: ¿Por qué escribir solo poesía? ¿ Por qué hablar solo sobre amor… o desamor? ¿Qué hay del terror? Muchas incluso han retomado en su literatura experiencias propias y de otras mujeres, para horrorizar más a las y los lectores.

“Tal vez sea esa la razón …. es que no tienes que esforzarte mucho para escribir un cuento de terror cuando los índices de violencia contra las mujeres están por los cielos”, escuché decir alguna vez a una escritora.

Sin embargo, las temáticas son tan bastas como el número de autoras; lo que todas tienen en común es un profundo interés por experimentar en el terror / horror; dos conceptos diferentes que aluden a la sensación de sentir miedo y angustia por algo tangible (miedo) y a la perturbación por fenómenos sobrenaturales que sobrepasan la experiencia estética (horror).

El terror en Querétaro

En una entrevista con el escritor Rafa Volta, promotor de la primera sala de lectura especializada en ciencia ficción y terror en Querétaro, el autor compartía su interés por difundir este género en la ciudad, pues pese a que a mucha gente se siente atraída por el género, pocos se atreven a escribir desde ahí: tal vez por que no está bien visto por el canon y por la academia, o simplemente es considerado un género de segunda categoría, aseveró.

Sin embargo, en la última década ha sobresalido el trabajo de autoras latinoamericanas como Mariana Enríquez (Argentina), María Fernanda Ampuero (Ecuador) y Liliana Colanzi (Bolivia), y de mexicanas como Laura Baeza, Iliana Vargas y Fernanda Melchor.

En Querétaro se habla de Ángeles Ortiz “Allure Spinoza”, Lola Ancira y Ana Saavedra Villanueva; autoras de El vals de los monstruos (Lola A.), Cuentos breves de terror para seres ocupados (Allure S.) y Tierra de apariciones (Ana Saavedra).

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

Las tres entremezclan en sus textos realidad y ficción y ofrecen historias que, más que causar terror, buscan perturbar.

En el caso de Ancira, su idea era explorar el lado más oscuro de la mente humana, con monstruos que pueden encontrarse en el lugar menos esperado; ellos podrían ser cualquiera: tú, yo o todos.

“Lo que me interesaba era explorar la psicología humana en torno a las sombras, lo oscuro que hay en nosotros y toda la maldad inherente al ser humano y que algunos dejamos salir más que otros. Se trata de un libro de terror psicológico enfocado en varios personajes, que van desde los fetos hasta personas ya en la etapa de la vejez; hay niños, adolescentes y adultos, y todos tienen dentro cierto grado de maldad que permiten –o no–, salir mediante ciertos actos o sucesos”, explicó la autora en la presentación de su segunda edición.

Durante ese encuentro, la escritora compartió que para la construcción de sus narraciones echó mano de recortes de periódico y experiencias, bajo el interés de recrear lo que las cifras sobre la violencia nunca revelan.

“Me concentré en buscar experiencias traumatizantes y en transformarlas en ficción de alguna u otra forma, cambiando los nombres de las personas involucradas, los sitios… tomando el núcleo de esas experiencias trágicas o terroríficas y creando ficción en torno a todo eso”, agregó.

Las imágenes o historias que encontró no la abandonarían: si una niña cruzaba por su campo visual, la imaginaba sin extremidades y vendada por completo, a excepción de los orificios vitales. Cuando alguna madre le sonreía o saludaba, ella respondía al gesto con simpatía. En una visita al dentista, al ingresar al consultorio observó en otro cubículo a una nena con un singular instrumento dental que le prohibía cerrar la boca. Por instinto recreó una escena con la pequeña rodeada de diversos artefactos llamativos, siendo víctima de dispositivos médicos innecesarios

Lola Ancira, “El vals de los monstruos” (Fondo Blanco Editorial, 2020)

En el caso de Allure Spinoza, la autora buscó adentrarse en la muerte como una experiencia y suceso cotidiano; resignificarla, pero sin despojarla de la perturbación que puede causar su presencia.

“Nunca me ha quedado claro por qué perturba tanto a la gente la muerte si es una cosa natural, tanto como lo es comer, dormir o ir al baño… es algo que va a pasar irremediablemente (…) No creo que sea tan terrible, a menos que la forma de morir sea muy fea (…) A mí me provoca mucha emoción pensar en mi muerte, sobre lo que pasará; saber cómo se siente darse cuenta de que una se está muriendo”, comparte.

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

Su libro Cuentos breves de horror para seres ocupados se compone de 61 cuentos sobre seres diversos en situaciones que podrían ser perturbadoras para cualquiera, menos para sus protagonistas.

Ya casi los han llamado a todos. No alivia mis ansias saber que la espera disminuye y que casi es mi turno. Siento revolotear mis nervios cada que mencionan un nombre y más cuando veo a los demás salir del cuarto con la duda clavada en el rostro. Yo estoy al final de la lista; siempre llego tarde, casi a la hora del cierre. Mientras espero, trato de descifrar si fue alentador o cruel el designio de los otros. Cuando sale el penúltimo del día, noto que sus ojos están hinchados, ha llorado. Luego dicen mi nombre. Entro en la habitación. Ella permanece sentada con la cabeza cubierta por un velo, apenas alcanzo a distinguir sus facciones. Antes de que yo pueda siquiera saludar, ella saca las cartas y sin mirarme, pregunta: “¿pasado, presente o futuro?

“Cuentos breves de horror para seres ocupados” de Allure Spinoza ( Fondo Editorial de Querétaro, 2021)

Trolls, vampiros, brujas, hadas y alguno que otro humano… son protagonistas de estas narraciones que la autora construyó para seres “posesos” o para quienes son “ocupados” por falta de tiempo.

Además, Allure Spinoza ha tenido la precaución de ofrecer textos con lenguaje no binario – es decir, que no esté cargado hacia algún género– y con muchos huecos, a fin de que las y los lectores participen en su construcción libremente.

“Deja muchas cosas abiertas pero no demasiado, con huecos que normalmente van a ser complementados con lo que más perturba, hasta el propio límite de perturbación”, refirió.

Siempre le sonrío justo antes de dormir. Cuando estoy por acostarme lo veo en la esquina del cuarto observándome con melancolía. Sufre porque sabe que no lo dejaré ir: siempre quise un espectro guardián vigilando mi sueño.

Allure Spinoza

A diferencia de las otras autoras, Ana Saavedra Villanueva echó mano de sus recuerdos de infancia, y escribió 31 relatos inspirados en las historias de fantasmas que le contaban sus abuelos.

Su libro “Tierra de apariciones” se nutren de esta tradición oral y más que terror, la autora lo describe como de suspenso, que busca hacer sentir “ñáñaras” o ese pecualiar frío en la espalda que emana cuando se duda en si entrar o no a una habitación oscura.

Todos los pueblos tienen su Llorona y es fácil imaginar el motivo. La miseria, escasez y desgracia de las mujeres jóvenes con chamacos de pecho abandonadas a su suerte. No tiene caso querer adueñarse de ese personaje como si fuera un caso aislado. En mi tierra, mi Llorona ronda los dieciséis años de edad. Yo me casé la primavera pasada. Ya estaba de encargo así que a pesar de los dimes y diretes me fui con el Ramiro a una casita al lado del malecón. A las pocas semanas, nació mi Bruno y, con él, nuestra reciente felicidad se oscureció como los árboles con el crepúsculo. Apenas nos alcanzaba para tortillas y frijoles; el bebé no paraba de llorar y al Ramiro le dio por la bebida. La miseria es un rosario de lágrimas que ensortija males y los nuestros acababan de comenzar. Una noche en que esperaba a que volviera Ramiro escuché el llanto de un chamaco, casi afuera de mi ventana. Salí preocupada. Nada más faltaba que algún desgraciado lo hubiera abandonado a su suerte. Lo escuché claramente junto al ahuehuete así que corrí hasta él y cuando llegué pasaron dos cosas; allí no había nadie y ahora el llanto se oía fuerte y claro en la dirección contraria. Fui y lo mismo pasó otras dos veces. El crepúsculo comenzaba a cubrir todo de tinieblas y la verdad sentí miedo. Recordé que todo ese tiempo había dejado a mi Bruno solo, así que regresé no sin notar que el llanto ahora parecía más lejano.

Ana Saavedra “Tierra de apariciones” (Fondo Editorial de Querétaro, 2020)

Para saber más sobre las autoras y adquirir alguno de los libros, puedes seguir la cuenta de Facebook @ escritoraqueretana ( Ana Saavedra); consultar letrasymaullidos.blogspot.com (Lola Ancira) y/o el Instagram @allure_spinoza.

Monstruos de carne y hueso que habitan la ciudad. Situaciones terribles que extienden sus tentáculos hasta las estadísticas. Hechos sobrenaturales que alimentan la paranoia y ponen los pelos de punta a cualquiera. Eso y más es lo que podremos encontrar en la literatura de horror hecha por mujeres, un género en donde cada vez es más visible su trabajo.

¿A qué se debe este boom? Si bien es cierto que años para acá se ha puesto especial interés en las propuestas de las mujeres dentro del arte – gracias principalmente al trabajo de muchas investigadoras– , todo parece indicar que los cambios que se observan en la esfera social no distan del trabajo que se realiza desde lo literario; cada vez es más común encontrar a mujeres cuestionando los cánones y estereotipos que les atraviesan como género, desde diferentes trincheras: ¿Por qué escribir solo poesía? ¿ Por qué hablar solo sobre amor… o desamor? ¿Qué hay del terror? Muchas incluso han retomado en su literatura experiencias propias y de otras mujeres, para horrorizar más a las y los lectores.

“Tal vez sea esa la razón …. es que no tienes que esforzarte mucho para escribir un cuento de terror cuando los índices de violencia contra las mujeres están por los cielos”, escuché decir alguna vez a una escritora.

Sin embargo, las temáticas son tan bastas como el número de autoras; lo que todas tienen en común es un profundo interés por experimentar en el terror / horror; dos conceptos diferentes que aluden a la sensación de sentir miedo y angustia por algo tangible (miedo) y a la perturbación por fenómenos sobrenaturales que sobrepasan la experiencia estética (horror).

El terror en Querétaro

En una entrevista con el escritor Rafa Volta, promotor de la primera sala de lectura especializada en ciencia ficción y terror en Querétaro, el autor compartía su interés por difundir este género en la ciudad, pues pese a que a mucha gente se siente atraída por el género, pocos se atreven a escribir desde ahí: tal vez por que no está bien visto por el canon y por la academia, o simplemente es considerado un género de segunda categoría, aseveró.

Sin embargo, en la última década ha sobresalido el trabajo de autoras latinoamericanas como Mariana Enríquez (Argentina), María Fernanda Ampuero (Ecuador) y Liliana Colanzi (Bolivia), y de mexicanas como Laura Baeza, Iliana Vargas y Fernanda Melchor.

En Querétaro se habla de Ángeles Ortiz “Allure Spinoza”, Lola Ancira y Ana Saavedra Villanueva; autoras de El vals de los monstruos (Lola A.), Cuentos breves de terror para seres ocupados (Allure S.) y Tierra de apariciones (Ana Saavedra).

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

Las tres entremezclan en sus textos realidad y ficción y ofrecen historias que, más que causar terror, buscan perturbar.

En el caso de Ancira, su idea era explorar el lado más oscuro de la mente humana, con monstruos que pueden encontrarse en el lugar menos esperado; ellos podrían ser cualquiera: tú, yo o todos.

“Lo que me interesaba era explorar la psicología humana en torno a las sombras, lo oscuro que hay en nosotros y toda la maldad inherente al ser humano y que algunos dejamos salir más que otros. Se trata de un libro de terror psicológico enfocado en varios personajes, que van desde los fetos hasta personas ya en la etapa de la vejez; hay niños, adolescentes y adultos, y todos tienen dentro cierto grado de maldad que permiten –o no–, salir mediante ciertos actos o sucesos”, explicó la autora en la presentación de su segunda edición.

Durante ese encuentro, la escritora compartió que para la construcción de sus narraciones echó mano de recortes de periódico y experiencias, bajo el interés de recrear lo que las cifras sobre la violencia nunca revelan.

“Me concentré en buscar experiencias traumatizantes y en transformarlas en ficción de alguna u otra forma, cambiando los nombres de las personas involucradas, los sitios… tomando el núcleo de esas experiencias trágicas o terroríficas y creando ficción en torno a todo eso”, agregó.

Las imágenes o historias que encontró no la abandonarían: si una niña cruzaba por su campo visual, la imaginaba sin extremidades y vendada por completo, a excepción de los orificios vitales. Cuando alguna madre le sonreía o saludaba, ella respondía al gesto con simpatía. En una visita al dentista, al ingresar al consultorio observó en otro cubículo a una nena con un singular instrumento dental que le prohibía cerrar la boca. Por instinto recreó una escena con la pequeña rodeada de diversos artefactos llamativos, siendo víctima de dispositivos médicos innecesarios

Lola Ancira, “El vals de los monstruos” (Fondo Blanco Editorial, 2020)

En el caso de Allure Spinoza, la autora buscó adentrarse en la muerte como una experiencia y suceso cotidiano; resignificarla, pero sin despojarla de la perturbación que puede causar su presencia.

“Nunca me ha quedado claro por qué perturba tanto a la gente la muerte si es una cosa natural, tanto como lo es comer, dormir o ir al baño… es algo que va a pasar irremediablemente (…) No creo que sea tan terrible, a menos que la forma de morir sea muy fea (…) A mí me provoca mucha emoción pensar en mi muerte, sobre lo que pasará; saber cómo se siente darse cuenta de que una se está muriendo”, comparte.

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

Su libro Cuentos breves de horror para seres ocupados se compone de 61 cuentos sobre seres diversos en situaciones que podrían ser perturbadoras para cualquiera, menos para sus protagonistas.

Ya casi los han llamado a todos. No alivia mis ansias saber que la espera disminuye y que casi es mi turno. Siento revolotear mis nervios cada que mencionan un nombre y más cuando veo a los demás salir del cuarto con la duda clavada en el rostro. Yo estoy al final de la lista; siempre llego tarde, casi a la hora del cierre. Mientras espero, trato de descifrar si fue alentador o cruel el designio de los otros. Cuando sale el penúltimo del día, noto que sus ojos están hinchados, ha llorado. Luego dicen mi nombre. Entro en la habitación. Ella permanece sentada con la cabeza cubierta por un velo, apenas alcanzo a distinguir sus facciones. Antes de que yo pueda siquiera saludar, ella saca las cartas y sin mirarme, pregunta: “¿pasado, presente o futuro?

“Cuentos breves de horror para seres ocupados” de Allure Spinoza ( Fondo Editorial de Querétaro, 2021)

Trolls, vampiros, brujas, hadas y alguno que otro humano… son protagonistas de estas narraciones que la autora construyó para seres “posesos” o para quienes son “ocupados” por falta de tiempo.

Además, Allure Spinoza ha tenido la precaución de ofrecer textos con lenguaje no binario – es decir, que no esté cargado hacia algún género– y con muchos huecos, a fin de que las y los lectores participen en su construcción libremente.

“Deja muchas cosas abiertas pero no demasiado, con huecos que normalmente van a ser complementados con lo que más perturba, hasta el propio límite de perturbación”, refirió.

Siempre le sonrío justo antes de dormir. Cuando estoy por acostarme lo veo en la esquina del cuarto observándome con melancolía. Sufre porque sabe que no lo dejaré ir: siempre quise un espectro guardián vigilando mi sueño.

Allure Spinoza

A diferencia de las otras autoras, Ana Saavedra Villanueva echó mano de sus recuerdos de infancia, y escribió 31 relatos inspirados en las historias de fantasmas que le contaban sus abuelos.

Su libro “Tierra de apariciones” se nutren de esta tradición oral y más que terror, la autora lo describe como de suspenso, que busca hacer sentir “ñáñaras” o ese pecualiar frío en la espalda que emana cuando se duda en si entrar o no a una habitación oscura.

Todos los pueblos tienen su Llorona y es fácil imaginar el motivo. La miseria, escasez y desgracia de las mujeres jóvenes con chamacos de pecho abandonadas a su suerte. No tiene caso querer adueñarse de ese personaje como si fuera un caso aislado. En mi tierra, mi Llorona ronda los dieciséis años de edad. Yo me casé la primavera pasada. Ya estaba de encargo así que a pesar de los dimes y diretes me fui con el Ramiro a una casita al lado del malecón. A las pocas semanas, nació mi Bruno y, con él, nuestra reciente felicidad se oscureció como los árboles con el crepúsculo. Apenas nos alcanzaba para tortillas y frijoles; el bebé no paraba de llorar y al Ramiro le dio por la bebida. La miseria es un rosario de lágrimas que ensortija males y los nuestros acababan de comenzar. Una noche en que esperaba a que volviera Ramiro escuché el llanto de un chamaco, casi afuera de mi ventana. Salí preocupada. Nada más faltaba que algún desgraciado lo hubiera abandonado a su suerte. Lo escuché claramente junto al ahuehuete así que corrí hasta él y cuando llegué pasaron dos cosas; allí no había nadie y ahora el llanto se oía fuerte y claro en la dirección contraria. Fui y lo mismo pasó otras dos veces. El crepúsculo comenzaba a cubrir todo de tinieblas y la verdad sentí miedo. Recordé que todo ese tiempo había dejado a mi Bruno solo, así que regresé no sin notar que el llanto ahora parecía más lejano.

Ana Saavedra “Tierra de apariciones” (Fondo Editorial de Querétaro, 2020)

Para saber más sobre las autoras y adquirir alguno de los libros, puedes seguir la cuenta de Facebook @ escritoraqueretana ( Ana Saavedra); consultar letrasymaullidos.blogspot.com (Lola Ancira) y/o el Instagram @allure_spinoza.

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