El Hay Festival dio la bienvenida a la ciencia y sobre todo al tema de la observación del universo, a través de la charla entre Adi Corrales, director de sistemas automatizados del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial en Querétaro (CIDESI); y Salvador Carlos Cuevas Cardona, licenciado en Física, ingeniero óptico y doctor en Ciencias.
El trabajo de estos especialista es brindarle a los científicos las herramientas que requieren para llevar a cabo sus observaciones, pero ante la pregunta ¿Hasta dónde se puede observar con estos telescopios?, la respuesta resulta completamente abrumadora, pues más allá de definir una distancia, se refiere al tiempo, como si se tratara de una viaje propio de las creaciones de ciencia ficción.
“En el caso de la astronomía estamos tratando de ver los objetos que nacieron cuando empezó el universo y esos son años luz, es decir la distancia que recorre la luz en un año, el tamaño del universo es entre 13 y 14 millones de años luz, el límite que tenemos es de 5 millones de años luz, entonces nos faltan dos terceras partes”, refirió Adi detallando que entonces busca observarse momentos u objetos que se extinguieron hace millones de años.
Sin embargo, fue cauto ante la pregunta sobre si así como se pretende viajar en el tiempo hacia el pasado –el inicio del universo–, podría hacerse hacia el futuro, lo cual negó. “Los telescopios funcionan con luz y no podemos ver algo que no ha emitido luz todavía”, puntualizó.
Labor titánica
Sin embargo, para desarrollar este tipo de tareas, dieron una breve introducción sobre la labor que han llevado a cabo juntos –CIDESI e Instituto de Astronomía de la UNAM–, hablaron de su asociación para desarrollar instrumentos que actualmente se encuentran en las Islas Canarias, en España, y que fue exportado de México entre los años 2003 y 2004, cuando comenzaron a trabajar juntos.
Ese proyecto se trata de un telescopio que está conformado por 36 espejos, los cuales son desarrollados y fabricados por el Instituto de Astronomía de la UNAM; a su vez el CIDESI fue el encargado de crear los mecanismos para que todos esos espejos estén perfectamente alineados.
Sin embargo, no fue tarea fácil, ya que para su desarrollo se requirió de cálculos, pero también de experimentación para conocer las reacciones de los materiales a temperaturas bajas; de acuerdo con Adi la labor equivale a un 20% de cálculos y 80% de experimentación, que va de la creación, prueba y error.
“Las lentes deben estar sujetas con una mecánica de alta precisión, pero cuando enfrías el mecanismo a -196º puede ser que se enchueque y se rompan, algo que no puede pasar, todo debe irse probando y debe funcionar como se creó”, detalló Adi.
En tanto, Cuevas Cardona dijo que las lentes que se emplean para los telescopios no son vidrios comunes, sino cristales que resultan de la técnica similar a tallar dos vidrios para obtener sólo esferas perfectas, ya que no deben tener rayaduras; “se requiere precisión”, señaló.
Salvador explicó que actualmente trabajan en “Frida”; “un instrumento que se conecta al gran telescopio de canarias, al sistema de óptica adaptativa y que permite hacer que el telescopio se comporte como si estuviera en el espacio. Esos telescopios están en la tierra y están perturbados por la turbulencia de la atmósfera”, dijo y detalló que esa turbulencia es algo similar a las “onditas” que pueden verse sobre los autos cuando hace calor, y este instrumento corrige precisamente esa óptica.
Adelantaron que Frida será entregado en el año 2022.