En el siglo XVII las sabandijas de palacio eran enanos, mujeres barbadas y actores que dedicaban sus días a la diversión de los nobles. Desapercibidos y ocultos detrás de aquellos semblantes extraños y monerías, eran espías y pensadores críticos que utilizaban la risa como caballo de Troya. De ahí que la compañía de Mariana Hartasánchez porte este mismo nombre, pues a través de diferentes obras teatrales, los artistas que la conforman buscan verter su visión política “sin tirar líneas o panfletos… más bien interrogantes sobre lo que acontece en la sociedad”, dice la directora.
A propósito de ello, este domingo 17 de marzo, a las 19:30 horas, Las Sabandijas de Palacio presentarán en el Museo de la Ciudad “Los Tristes”; una obra distópica que junto con “Los Pacifistas” y “Los Inadaptados”, integra “La Trilogía del Mañana”.
El proyecto “es una crítica a la forma en la que hoy nos estamos relacionando con la tecnología y a la sobreexposición de nuestra vida privada. Es decir, a cómo hemos acabado con la intimidad y el vacío que eso genera a la larga. Estamos tan obsesionados con poner todo en Facebook y en decir absolutamente todo lo que nos pasa, que regalamos nuestra información. ¿Quién iba a pensar en tiempos de Orwell que nosotros, por nuestro propio gusto, íbamos a entregar toda nuestra información?. Con ella las empresas han hecho un mapa personalizado de nosotros que ayuda a determinar qué vendernos, cómo vendernos y cuándo…. Nos estamos convirtiendo en un producto más”, señala Hartasánchez; escritora, directora y actriz de esta nueva puesta en escena.
Con este proyecto la compañía busca introducir a los espectadores en la trama de las tres historias, desenmarañando la estructura que caracteriza a las redes sociales y su impacto en el tejido social. Antes de ingresar a la sala, los asistentes tienen que escribir varias líneas sobre sus recuerdos, añoranzas y locuras, y en la función, los actores se encargan de improvisar sobre estas, permitiendo que el público experimente los efectos de sus propias palabras.
“Lo que queremos es tomar las historias de la gente y transformarlas en teatro y metáfora para mostrarles que el arte es completamente opuesto al Facebook; que sus historias pueden entenderse de otra manera, que no están obligados a compartir todo en estas plataformas digitales, y que pueden buscar otras alternativas para expresarse”, asevera, y agrega que la diferencia es clara, pues mientras que las redes sociales convierten lo privado en público, el teatro posibilita alimentar la vida privada desde lo público.