Con fallas técnicas arrancó la conferencia más esperada del primer día del Hay Festival debido a que la conversación entre la Premio Nobel de la Paz 2014, Malala Yousafzai y la periodista Lydia Cacho fue grabada y subtitulada, pero transmitida en baja resolución, lo que provocaba que los subtítulos fueran difíciles de interpretar y en ocasiones ilegibles.
Por ello, una vez concluida la transmisión, se compartió una liga del video para poder ser visto con buena calidad. La charla comenzó con temas triviales como lo que hace Malala en sus ratos libres –pasear con sus amigos– y sus libros predilectos siendo “El alquimista”, de Paulo Coelho, su “favorito de todos los tiempos”.
Mensaje contundente
El temple, capacidad de decisión y fuerza de Malala llegaron a la pantalla cuando Lydia le cuestionó sobre lo que le diría a las niñas y jóvenes que se sienten inseguras o son víctimas de la violencia en el día a día.
“Lo que he aprendido en mi vida es que cuando hay una tragedia. Cuando aparece gente armada que utiliza la fuerza y la violencia para intentar hacer callar al resto y hacer que la paz desaparezca de sus vidas, lo que quieren es que permanezcas en esa situación para siempre. Para contraatacar hay que alzar la voz, intentar poner de tu parte”, dijo con firmeza.
Continuó relatando su propia historia que inició en el valle de Swat a los once años, cuando la educación para las niñas fue prohibida por un grupo de extremistas talibanes, lo que la llevó a pensar que ella tenía la responsabilidad y obligación de defender su derecho a la educación.
“Prohibieron a las mujeres ir a los mercados, prohibieron la educación femenina y anunciaron que el 15 de enero de 2009 ninguna niña tendría permitido ir a la escuela. Aún recuerdo cuando desperté esa mañana. Me sentía indefensa, sin esperanzas”, recordó.
Al respecto aseguró que las mujeres conforman la mitad de la población y el ser privadas del derecho a la educación representa un retroceso, no sólo para las mujeres, sino para la sociedad en general.
“Empecé un blog, empecé a conceder entrevistas, a colaborar en documentales. Hablé con cadenas de TV locales, nacionales, internacionales (…) Te pones a hablar delante de una cámara y por un segundo piensas: ¿Esto sirve de algo? ¿Va a cambiar las cosas? Con el tiempo te das cuenta de que la gente te escucha, de que el mundo te apoya y de que el gobierno hace caso (…) No te rindas, eso es algo que aprendí de mi activismo”, instó.
Finalmente habló sobre su empatía cuando ve que la gente joven se preocupa por el futuro; “deberíamos estar preocupados. El estado en el que nuestros mayores y los adultos nos han dejado y nos están dejando el mundo es preocupante”, dijo refiriéndose a los problemas medioambientales y a la falta de inversión en salud y educación.
Sin embargo, señaló que no se debe esperar a ser más grande para cambiar las cosas; “quiero que los jóvenes crean en su propia voz y en sus acciones. A todas las jóvenes de México, América Latina y del mundo [les digo] crean en ustedes, en sus voces, en sus acciones, hablen, manifiéstense, protesten por el cambio climático, salgan a defender sus derechos, su acceso a la educación y a la igualdad de oportunidades”.
Para despedirse habló de su visión del mundo en diez años –2030– tiempo en el que espera exista un mundo donde haya educación para todos los niños, sin racismo, sexismo, inclusivo, equitativo; y en paz, sin guerras ni conflictos.