Yo me eduqué en el siglo pasado en una época en que estaban de moda los manifiestos. Fiel a la tradición que me educó, cada tanto me salgo con algún manifiesto propio y el siguiente manual es un ejemplo:
1) Todo lo que está en orden tiene que ser desordenado para entender la razón que informa su orden.
2) El arte tiene que ser utilizado como un instrumento para el aprendizaje de los demás y no para adoctrinarlos.
3) Para evitar abusos y poder responsabilizarse de su obra, el artista tiene que identificar en dónde se ubica el poder.
4) El poder puede estar en uno mismo, en la obra o en el público, y hay que tratarlo de acuerdo a su ubicación.
5) Las recetas artísticas introducen falsos órdenes y no desarrollan la conciencia, sino que la erosionan.
6) La obra de arte debe activar la creación de los demás, no frenarla.
7) Endulzar las obras de arte no mejora su gusto.
8) El arte placentero es demagogia.
9) Si la forma no apoya el contenido narrativo y no se integra con ella, la obra de arte es hipócrita.
10) El arte ordenado está para ser desordenado y reordenarlo mejor.
11) Todos tenemos el derecho al desorden, siempre que sea constructivo.
12) La verdad no es ni una cosa fija ni una propiedad privada del artista.
13) Generalmente las obras de arte de los demás son tan buenas o mejores que las de uno.
14) La fama en el arte no es sinónimo de calidad.
15) El arte competitivo ayuda a fijar los precios, pero destruye la cultura.
16) El que se venda o no se venda la obra, no tiene nada que ver ni con la obra ni con el público.
17) Cuanto menos visible la autoría del artista, más espacio queda libre para el cambio social.
18) El fin no justifica los medios, por lo tanto la expresión del material merece tanto respeto como todo lo demás.
19) La transparencia no solamente es material sino es también un concepto y forma parte de la rendición de cuentas del artista.
20) Sin transparencia no hay arte. Solamente hay magia de pacotilla y el consiguiente abuso de poder.
21) La mirada crítica es parte tanto de la creación de la obra, como de su recepción.
22) La mirada crítica a veces es más importante que la obra.
23) El autor tiene que ser su propio público primero, para que luego todo el público llegue a ser autor.
24) El artista, como todos los demás, necesita libertad de pensamiento y de expresión, pero no por eso es un ciudadano con coronita.
25) El efecto final de una obra exitosa tiene que ser que el público termine educando al público.
La profesionalización del artista
El manual obviamente está dirigido al artista profesional o a quien lo va a ser y refleja una serie de dudas sobre la formación que, sin muchos cuestionamientos, lleva a la profesionalización. A esta altura tengo que confesar que también tengo mis dudas sobre el significado y la importancia de la profesionalización del artista. No es que quiera negar la existencia de las escuelas de arte o el derecho a ser un artista profesional. Pero en el día de hoy, estamos trabajando en el marco de un sistema educativo muy particular que pienso que no solamente es anacrónico sino también anti-social. Como en todas las profesiones, se entrena al educando para sobrevivir dentro de un mercado, en lugar de educarlo para contribuir a la maduración individual y a la construcción de una cultura colectiva.
Esta prioridad del entrenamiento para el mercado nos hace aceptar, como si fuera una pauta normal, la noción que el artista es un individuo que tiene que establecerse con una marca comercial llamada “originalidad”. Y esa marca, obligadamente, debe competir con las marcas comerciales de los otros artistas para así poder establecerse. Una consecuencia de esto es que, en lugar de construir cultura, se favorecen los mitos individuales y la fabricación de íconos deseables y adquiribles. La otra consecuencia es que, después de largos años invertidos en estudiar, las probabilidades de supervivencia económica del graduado son mínimas. Esto obliga a cuestionar un poco el sentido que pueda tener este tipo de entrenamiento. Quizás sea hora de alterar rumbos y convertir la educación del artista en una educación integral, en algo que sea aplicable a cualquier actividad y que esté integrada con ella. Este cambio en parte ya está ocurriendo en la cultura empresarial. El problema, sin embargo, es que allí esta creatividad se produce en forma limitada. Si bien genera lucro, no genera conocimientos.
(…) Aun sin recetas que guíen el comportamiento del artista, parece importante que éste se enfrente a los temas y a las decisiones que trascienden su narcisismo. Son esos temas los que pueden llevarlo a la politización responsable. Son temas que obligan a pensar en qué sucede más allá de la presencia de la obra y qué efecto tendrá ésta en el espectador, el propietario o el colectivo social. Obligan a justificar el acto de comunicación artística más allá de la satisfacción de ser autor y hace consciente que la obra es nada más que un eslabón en la cadena de las relaciones sociales.
(…) Los mapas y el mapeo constituyen una analogía pertinente para ayudarnos en una aproximación al arte, aunque las disciplinas académicas y las profesiones en general también pueden ser discutidas como mapas. El mapa nos permite partir de un punto A y llegar a un punto B. El problema es que después de un tiempo el punto A o el punto B, o ambos, dejan de existir y nos quedamos en Babia. Los desempleos y los cambios de empleo en nuestra sociedad están en constante y creciente aumento, cortando la vida de los mapas que nos enseñan. Seguimos así educando con base en profesiones cerradas, lo que nos obliga llegado el momento a un re-entrenamiento que tiene cada vez que partir de cero.
La ironía es que las artes, las disciplinas menos respetadas en el mundo académico, son las que mejor nos equipan para ser buenos cartógrafos. Las obras de arte, no importa de qué período histórico o en qué medio, pueden ser vistas como simples mapas diseñados para recorrer y descubrir conocimientos. El artista en esto es esencialmente un creador de mapas que aprende nuevas geografías durante la creación. Si los mapas del artista son buenos, estos nos ayudan no solamente a crear mapas nuevos, sino también a mapear por nuestros propios medios.
(*) Luis Camnitzer
Artista uruguayo que reside en Nueva York desde 1964. Es una figura líder del conceptualismo latinoamericano. Desde 1969 es profesor emérito de la Universidad del Estado de Nueva York. Representó a su país en la Bienal de Venecia en 1988 y ha participado en varias exposiciones internacionales, entre ellas Documenta XI.