Mapas para los amantes de los libros

Proyecto editorial que permite bucear en la geografía de los clásicos de la literatura y crea mapas que son auténticos tesoros de diseño

Miriam Soto / EFE

  · lunes 7 de mayo de 2018

Fotos: Especiales

La aventura comenzó con el mapa del Londres de las novelas de Jane Austen, y pronto a la Lisboa del poeta Fernando Pessoa y el París clásico de Víctor Hugo y Los Miserables, engrosarán una colección en la que figuran: el recorrido por la capital británica en las novelas de Sherlock Holmes; el mapamundi de La vuelta al mundo en 80 días; Madrid en las novelas de Benito Pérez Galdós; y la Vetusta que aparece en La Regenta.

Los “mapas para amantes de los libros” de Mónica Vacas y Daniel Castillo están a medio camino entre la pieza de coleccionista y la obra literaria, un éxito en los mercados de diseño por su cuidada edición, que cuenta además, en todos los casos, con una atlas literario interactivo con el que adentrarse en cada uno de los puntos señalados en los mapas, además de la versión digital de las obras cartografiadas.

Hasta el momento los últimos lanzamientos del proyecto, que comenzó hace tres años, son: ‘Un poeta en Nueva York’, y dos extensas cartografías en forma de ensayo que inician la colección ‘Paisajes Literarios’: ‘Buenos Aires– París. Trazando la rayuela’; y ‘Nueva York. La ciudad de los espejos’, un cuaderno de viaje por la célebre trilogía de Paul Auster.

Los dos son nuevos en el mundo editorial y están centrados en el trabajo creativo. “Nos llamamos “MS Aventuras Literarias”, en un guiño a las compañías navieras, MS es ‘Misterio y Sociedad’, y jugamos con eso, procuramos hacer poco acto público”, comenta Daniel sobre un proyecto que cuenta también con ediciones en inglés para los mapas de Jane Austen y Sherlock Holmes.

Mónica Vacas, economista, es la encargada de crear las bases de datos de las localizaciones geográficas que luego plasmarán en los mapas “y si se tercia, algo más”, cuenta a Efe, y es que la información que recopila para cada uno de los mapas incluye, no sólo los lugares mencionados en las novelas que cartografían, sino información sobre periódicos, libros o armas utilizadas, en el caso de Sherlock Holmes.

Daniel Castillo, ingeniero, es el encargado “de la parte estética”, del diseño del mapa que ilustra todo el trabajo de documentación, que no siempre se refleja en el papel, pero que sí es accesible en la versión digital, un mapa al que Mónica “da el toque final”, y él también aporta su granito de arena a la parte documental.

Trabajo minucioso

Apasionados de la literatura del siglo XIX, en el que han encontrado “un nicho muy bueno porque las obras de la época son muy descriptivas, ya que se empezaba a viajar, y hay muchísima información”, explica Daniel, para “La Vuelta al Mundo en 80 días” han utilizado un mapa francés de África que refleja los mismo lugares, “con las mismas erratas”, a los que hace referencia Julio Verne en su obra.

“Un mundo por descubrir que interesaba muchísimo a la gente del siglo XIX, ilustrado con el mapa y con la versión digital, en la que acceder a fotografías de la época e información que permite reconstruir aquel mundo”, comenta Mónica Vacas.

La elección del mapa es el punto de inicio de cada uno de los trabajos, aunque para ello parten “siempre de la literatura, lo primero es elegir el autor con el que queremos trabajar”, explica Vacas, para luego “buscar el mapa que, por año, sea más próximo al periodo en el que transcurre la trama literaria”.

Hay casos, como Londres – protagonista de sus tres primeros trabajos - en el que la cartografía es tan amplia que les ha permitido elegir el mapa que mejor refleje estéticamente el espíritu de la obra.

“El de Sherlock Holmes es un mapa muy denso, muy lúgubre, muy oscuro, sin embargo, el que utilizamos para Jane Austen, que es de unos años antes, es el mapa de una ciudad que parece totalmente distinta, muy blanco, con muchas zonas verdes, muy cálido”.

“Existe una relación directa entre la cartografía y la narración. El Londres de Jane Austen se convierte, tras años de revolución industrial, en una ciudad más caótica, más sucia, y Sherlock Holmes es también un personaje oscuro, eso se ve muy bien en el mapa”, añade Daniel.

Seleccionado el mapa, comienza un arduo trabajo de documentación reflejado en cada uno de los detalles, como la tipografía con la que se elabora el reverso del plano, que siempre es similar al empleado en la época, “para que parezca que el mapa que tienes delante, ya era así entonces”, señala Mónica.

“Intentamos intervenir siempre de la manera más sutil, desvirtuándolo lo menos posible, respetando al máximo el mapa original que nos sirve como baste”, agrega.

Proyecto novedoso

Los mapas de “Aventuras Literarias” siempre explican las obras y no la vida de sus autores, aunque con Lorca han hecho una excepción.

“Él mismo fue reticente a publicar su poemario y prefería explicarlo en una conferencia, porque era muy complejo, una conferencia cuyo texto íntegro aparece en el reverso del mapa, sobre el que se sitúan más de 50 lugares que el poeta cita en los textos sobre su experiencia neoyorquina”, indican Mónica y Daniel.

“A veces tenemos mucha suerte, y encontramos un plano que formó parte de la guía de alumnos de la Universidad de Columbia cuando él estuvo matriculado allí”, apunta Daniel. “No sabemos si fue ese mapa el que el poeta utilizó durante su estancia en la ciudad, pero si no fue ése, desde luego fue uno muy similar”. A él añaden una detallada cronología del paso de Federico García Lorca por Nueva York.

Aunque se han centrado en el siglo XIX, sus últimos trabajos han llegado al siglo XX y la literatura contemporánea y eso les ha invitado a pensar en un cambio de formato, aunque la idea inicial no era “tan drástica. Algo similar a los ensayos publicados, pero más manejable, más breve”, reconocen sobre sus proyectos basados en ‘La trilogía de Nueva York’, de Paul Auster, y ‘Rayuela’, de Julio Cortázar, la más compleja de todas las publicaciones de “Aventuras Literarias”.

En mente para sus próximos planos tienen a autores como Valle-Inclán, Virginia Woolf, Charles Dickens o Shakespeare, un trabajo inmenso que tienen aparcado porque en Inglaterra “nadie sabe muy bien como ubicarnos, la distribuidora allí nos tiene en la sección de mapas de carretera”, señalan con humor.

“Somos conscientes de que el formato tiene a su favor que es novedoso y diferente, pero a la vez eso hace que haya que buscar una ubicación”, reconoce Daniel, que agradece la buena acogida por parte de los libreros.

“A la gente que le gusta la literatura le gusta el proyecto”, aunque son “conscientes” de ser “un incordio para ellos, porque el producto requiere una explicación y un trabajo extra. El libro se vende solo, lees la contra y sabes de qué va, en el caso de nuestros mapas se necesita una explicación”, dice Mónica.

Sobre la relación entre geografía y literatura, ambos inciden en que el lugar condiciona hasta unos niveles tremendos a los autores y sus obras, y que éstas explican a su vez el lugar en el que han sido creadas. “La literatura nos ayuda a entender el mundo”.

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