/ miércoles 14 de marzo de 2018

Marco Aurelio, el estoico

Para Alicia Hernández y Alicia Ortega

Hay mucha gente no sólo hablando de amor, sino llevando a cabo actos de amor. En el trabajo, en su casa, con los vecinos, con amigos, con los animales, con la naturaleza, con desconocidos. Que no aparezcan en los medios tradicionales o no se publiquen en las redes no quiere decir que no existan. Están ahí, existen, a pesar de, y muy por encima de, los crímenes, asaltos, injusticias, violaciones y acosos, de la ojetez.

Esos actos de amor y bondad están ahí no para ser publicitados y admirados, existen porque obedecen a los más altos ideales de los que son dignos de llamarse humanos. No necesitan de alharacas ni de presunciones, simplemente alimentan a diario al mundo con su efectividad y su belleza. En efecto, canto con Fito Páez y con “La Negra” Mercedes Sosa Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”. Qué pedazo de canción, es un himno, una clase maestra, una guía para caminar en la vida.

Si no fuera por esos diarios actos de amor, a todos los niveles, el mundo humano ya hubiera valido gorro desde hace mucho. Son esos actos secretos los que sostienen la existencia humana desde lo más profundo de la vida. Son los que han permitido que desde la época paleolítica el ser humano siga viviendo en la Tierra. Si no comprendes esto tu vida no ha valido la pena, no sabes quién eres ni a dónde vas. Solo vegetas, si no es que vas haciendo daño. Todos hemos pisado ese infierno, pero algunos luchan a diario por salir y tomar conciencia de la maravilla que es estar vivo en el planeta, en el Sistema solar, en la galaxia, en el universo. Y no es pequeña cosa.

Esos actos diarios de amor que construyen la vida, se gestan desde abajo, desde lo cotidiano. Los párrafos aquí citados están tomados del libro Máximas y enseñanzas, de Marco Aurelio (Ed. Lectorum. 3ª. ed. México 2010). Como lo señala este filósofo estoico (Roma 121-180) en su libro primero: “Mi abuelo me enseñó buenas costumbres y a ser paciente…Mi madre me educó en la piedad y el bien a los demás. A no hacer ni pensar en el mal…Sexto me dijo que hay que tratar con mucha atención a los amigos…Mi hermano Severo me enseñó que el amor al prójimo es amor a uno mismo, a la verdad y a la justicia…sin tener duda de las grandes ventajas que deparan los amigos…Mi maestro Máximo me dijo que conocerse a sí mismo me lleva al control de la ira, a soportar las enfermedades…Tito Antonino…me enseñó a conservar la calma, (a) llevar a cabo una misión hasta el final. (A)Saber escuchar a los demás.” Y la cita podría seguir y seguir. Como se puede leer, los principales valores se adquieren en la primera educación, y son los que permiten construir la vida de manera crítica y solidaria. No es cuestión de moralina, es una cuestión de construcción de la realidad social.

Marco Aurelio fue uno de los llamados Cinco Buenos Emperadores, y es uno de los representantes más importantes de la filosofía estoica. Un hombre sabio que a la vez fue gobernante en un período muy difícil para el imperio romano, dados los ataques de las tribus bárbaras, las sublevaciones y las revueltas internas. Su obra más importante se titula Meditaciones y fue escrita al calor de múltiples batallas entre los años 170 y 180. Como emperador persiguió a los cristianos y dirigió personalmente batallas sangrientas, sin embargo, se le considera más filósofo que soldado.

Marco Aurelio es considerado un filósofo estoico. Esta escuela se caracteriza por “el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal. Su objetivo era alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales”. En esta corriente la calma y la serenidad, la ataraxia, son muy importantes, claves, determinantes; así como el ánimo de aceptabilidad frente a las adversidades de la vida. La razón y la virtud como guías.

No se tiene conciencia plena de la vida, no se está consciente que cada acto podría ser el último. Dice Marco Aurelio (Libro cuarto): “No te levantes a diario con la falsa idea de contar con todo el tiempo del mundo”. Aquí no tratamos de plantear un sistema donde todo sea color de rosa e ideal, se trata, simplemente, de subrayar la otra cara de la moneda, de la que se habla poco en los medios, en las redes sociales, e incluso, en el arte. Muchos creen que con levantarse cada día y repetir su aburrida rutina es suficiente, no conciben, no se les ocurre o les da flojera, acercarse a alguna filosofía que nutra su existir, creen que con lo que saben y han vivido les basta. Digo que no basta, que es muy poca, y miserable muchas veces, su caudal de experiencias.

Es necesario, urgente, acercarse a la sabiduría, a los que han vivido, a los que han pensado, cuestionado, actuado. Dice Marco Aurelio en el Libro Segundo: “¿De qué manera sería más llevadera la vida? Con la filosofía. La filosofía cuida nuestro espíritu, cierra las heridas, enfrenta los dolores y mide nuestros placeres, nos aleja de las mentiras y la traición.”

Ah, pero les da flojera. Vituperar, chorear, insultar, linchar, hablar tontera y media es más fácil, incluso, para ellos, hasta más gratificante. Es un viejo dilema en el cual se debate la humanidad. Una primera conclusión es que cada acto que realizamos en la vida, para bien o para mal, es determinante, no existe el acto neutro y sin consecuencias. Un camino para reflexionar acerca de las repercusiones de nuestros actos puede estar guiado por la propuesta de Buda denominada el Noble Óctuple Sendero. No se necesita ser budista para aplicarlo. Desde la más estricta laicidad este Camino del Dharma proporciona herramientas para enfrentar todos los acontecimientos que vivimos cada día: visión correcta, pensamiento correcto, habla correcta, acción correcta, medio de vida correcto, esfuerzo correcto, atención correcta, concentración correcta.

No se debería caminar por la vida a ciegas. Es sabido que si un ciego guía a otro ciego, caerán en un hoyo. “El acto contiene la potencia, así la semilla contiene el porvenir, como el porvenir contiene la semilla”, (Libro cuarto, Máximas y enseñanzas). El que se acerca a la sabiduría camina más firme y obtiene mejores resultados. No es que no vaya a tener problemas, eso no puede ser, la diferencia estará en la forma de encararlos y en las consecuencias.

La filosofía estoica, en voz de Marco Aurelio (libro tercero) señala que: “Cada instante nos dice que debemos aprovechar el tiempo…”. Es una ardua tarea eso de reeducarse, vencer la egolatría, abrir los ojos. Es una labor que nunca termina, y que va acompañada, necesariamente, del “conocerse a sí mismo”, la máxima socrática.

En síntesis, podemos decir que cada acto es importante, y que debe nutrirse de una filosofía que lo ilumine. El mundo no nació con nosotros, es demasiada soberbia pensar eso. Podemos apoyarnos en toda la enorme sabiduría que se ha producido y que ha iluminado, de una manera o de otra, el camino de la humanidad. Nutrirse de la sabiduría de los grandes pensadores, pero completarla siempre con otra perla socrática: “Sigue tu voz interna”, la más importante.

A pesar de toda la historia negra de la humanidad, lo que verdaderamente construye un camino transitable es la solidaridad, la sabiduría, la compasión y el amor. Dice Marco Aurelio (Libro cuarto): “…aprovecha la vida para trabajar con energía haciendo el bien”.

https://escritosdeaft.blogspot.mx

Para Alicia Hernández y Alicia Ortega

Hay mucha gente no sólo hablando de amor, sino llevando a cabo actos de amor. En el trabajo, en su casa, con los vecinos, con amigos, con los animales, con la naturaleza, con desconocidos. Que no aparezcan en los medios tradicionales o no se publiquen en las redes no quiere decir que no existan. Están ahí, existen, a pesar de, y muy por encima de, los crímenes, asaltos, injusticias, violaciones y acosos, de la ojetez.

Esos actos de amor y bondad están ahí no para ser publicitados y admirados, existen porque obedecen a los más altos ideales de los que son dignos de llamarse humanos. No necesitan de alharacas ni de presunciones, simplemente alimentan a diario al mundo con su efectividad y su belleza. En efecto, canto con Fito Páez y con “La Negra” Mercedes Sosa Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”. Qué pedazo de canción, es un himno, una clase maestra, una guía para caminar en la vida.

Si no fuera por esos diarios actos de amor, a todos los niveles, el mundo humano ya hubiera valido gorro desde hace mucho. Son esos actos secretos los que sostienen la existencia humana desde lo más profundo de la vida. Son los que han permitido que desde la época paleolítica el ser humano siga viviendo en la Tierra. Si no comprendes esto tu vida no ha valido la pena, no sabes quién eres ni a dónde vas. Solo vegetas, si no es que vas haciendo daño. Todos hemos pisado ese infierno, pero algunos luchan a diario por salir y tomar conciencia de la maravilla que es estar vivo en el planeta, en el Sistema solar, en la galaxia, en el universo. Y no es pequeña cosa.

Esos actos diarios de amor que construyen la vida, se gestan desde abajo, desde lo cotidiano. Los párrafos aquí citados están tomados del libro Máximas y enseñanzas, de Marco Aurelio (Ed. Lectorum. 3ª. ed. México 2010). Como lo señala este filósofo estoico (Roma 121-180) en su libro primero: “Mi abuelo me enseñó buenas costumbres y a ser paciente…Mi madre me educó en la piedad y el bien a los demás. A no hacer ni pensar en el mal…Sexto me dijo que hay que tratar con mucha atención a los amigos…Mi hermano Severo me enseñó que el amor al prójimo es amor a uno mismo, a la verdad y a la justicia…sin tener duda de las grandes ventajas que deparan los amigos…Mi maestro Máximo me dijo que conocerse a sí mismo me lleva al control de la ira, a soportar las enfermedades…Tito Antonino…me enseñó a conservar la calma, (a) llevar a cabo una misión hasta el final. (A)Saber escuchar a los demás.” Y la cita podría seguir y seguir. Como se puede leer, los principales valores se adquieren en la primera educación, y son los que permiten construir la vida de manera crítica y solidaria. No es cuestión de moralina, es una cuestión de construcción de la realidad social.

Marco Aurelio fue uno de los llamados Cinco Buenos Emperadores, y es uno de los representantes más importantes de la filosofía estoica. Un hombre sabio que a la vez fue gobernante en un período muy difícil para el imperio romano, dados los ataques de las tribus bárbaras, las sublevaciones y las revueltas internas. Su obra más importante se titula Meditaciones y fue escrita al calor de múltiples batallas entre los años 170 y 180. Como emperador persiguió a los cristianos y dirigió personalmente batallas sangrientas, sin embargo, se le considera más filósofo que soldado.

Marco Aurelio es considerado un filósofo estoico. Esta escuela se caracteriza por “el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal. Su objetivo era alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales”. En esta corriente la calma y la serenidad, la ataraxia, son muy importantes, claves, determinantes; así como el ánimo de aceptabilidad frente a las adversidades de la vida. La razón y la virtud como guías.

No se tiene conciencia plena de la vida, no se está consciente que cada acto podría ser el último. Dice Marco Aurelio (Libro cuarto): “No te levantes a diario con la falsa idea de contar con todo el tiempo del mundo”. Aquí no tratamos de plantear un sistema donde todo sea color de rosa e ideal, se trata, simplemente, de subrayar la otra cara de la moneda, de la que se habla poco en los medios, en las redes sociales, e incluso, en el arte. Muchos creen que con levantarse cada día y repetir su aburrida rutina es suficiente, no conciben, no se les ocurre o les da flojera, acercarse a alguna filosofía que nutra su existir, creen que con lo que saben y han vivido les basta. Digo que no basta, que es muy poca, y miserable muchas veces, su caudal de experiencias.

Es necesario, urgente, acercarse a la sabiduría, a los que han vivido, a los que han pensado, cuestionado, actuado. Dice Marco Aurelio en el Libro Segundo: “¿De qué manera sería más llevadera la vida? Con la filosofía. La filosofía cuida nuestro espíritu, cierra las heridas, enfrenta los dolores y mide nuestros placeres, nos aleja de las mentiras y la traición.”

Ah, pero les da flojera. Vituperar, chorear, insultar, linchar, hablar tontera y media es más fácil, incluso, para ellos, hasta más gratificante. Es un viejo dilema en el cual se debate la humanidad. Una primera conclusión es que cada acto que realizamos en la vida, para bien o para mal, es determinante, no existe el acto neutro y sin consecuencias. Un camino para reflexionar acerca de las repercusiones de nuestros actos puede estar guiado por la propuesta de Buda denominada el Noble Óctuple Sendero. No se necesita ser budista para aplicarlo. Desde la más estricta laicidad este Camino del Dharma proporciona herramientas para enfrentar todos los acontecimientos que vivimos cada día: visión correcta, pensamiento correcto, habla correcta, acción correcta, medio de vida correcto, esfuerzo correcto, atención correcta, concentración correcta.

No se debería caminar por la vida a ciegas. Es sabido que si un ciego guía a otro ciego, caerán en un hoyo. “El acto contiene la potencia, así la semilla contiene el porvenir, como el porvenir contiene la semilla”, (Libro cuarto, Máximas y enseñanzas). El que se acerca a la sabiduría camina más firme y obtiene mejores resultados. No es que no vaya a tener problemas, eso no puede ser, la diferencia estará en la forma de encararlos y en las consecuencias.

La filosofía estoica, en voz de Marco Aurelio (libro tercero) señala que: “Cada instante nos dice que debemos aprovechar el tiempo…”. Es una ardua tarea eso de reeducarse, vencer la egolatría, abrir los ojos. Es una labor que nunca termina, y que va acompañada, necesariamente, del “conocerse a sí mismo”, la máxima socrática.

En síntesis, podemos decir que cada acto es importante, y que debe nutrirse de una filosofía que lo ilumine. El mundo no nació con nosotros, es demasiada soberbia pensar eso. Podemos apoyarnos en toda la enorme sabiduría que se ha producido y que ha iluminado, de una manera o de otra, el camino de la humanidad. Nutrirse de la sabiduría de los grandes pensadores, pero completarla siempre con otra perla socrática: “Sigue tu voz interna”, la más importante.

A pesar de toda la historia negra de la humanidad, lo que verdaderamente construye un camino transitable es la solidaridad, la sabiduría, la compasión y el amor. Dice Marco Aurelio (Libro cuarto): “…aprovecha la vida para trabajar con energía haciendo el bien”.

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