Con gran fascinación, Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, acercó a los asistentes virtuales al Hay Festival a su más reciente libro “Medio siglo con Borges”, que retoma las dos entrevistas que le hizo al argentino; la primera en París, en 1963 y la segunda, en Buenos Aires, en 1983.
En conversación con el periodista Raúl Tola, éste recordó el momento en el que entrevistó a Vargas Llosa a propósito del Nobel hace 10 años en Nueva York, y recordó que en ese entonces lo encontró leyendo precisamente a Borges, ya que en ese entonces dictaba, en Princeton, un curso sobre él.
“He dictado muchos cursos sobre Borges precisamente por la gran admiración que he sentido siempre por su obra, reconociendo que está muy distante de mi propio obra; que es muy realista, que tiene que ver mucho con la literatura comprometida, tal como la describía Sartre, un realismo –digamos– que no es el realismo costumbrista, sino un realismo que acepta todas las dimensiones de la realidad, incluso la fantástica; es muy claro que el mundo de Borges no es el mundo mío”, detalló.
Aún así no ocultó la fascinación que sintió al leer los primeros cuentos que lo acercaron a Jorge Luis, por los que dijo, quedó enormemente impresionado. Asimismo recordó algunas de las tantas cualidades que tenía el autor, tal como su excelente francés con el que conquistó en París en 1963, además de su memoria prodigiosa.
“Sus conferencias las memorizaba porque era una persona muy tímida, entonces la idea de estar ante un auditorio lo enervaba, de tal manera que sus conferencias las decía muy tenso, con un vaso de agua (…) Además como estaba ciego prácticamente, no veía al auditorio, pero lo sentía, y es verdad que como su memoria era prodigiosa y literaria, daba la impresión de haberlo leído todo, de saberlo todo”, dijo.
Asimismo recordó su capacidad como políglota, ya que señaló, sabía muchos idiomas no sólo vivos, sino también muertos, tal como el idioma de los vikingos; “todo el mundo de Borges era muy insólito y sorprendente, sobre todo, en un escritor latinoamericano”, destacó.
Finalmente, hurgó en la vida amorosa de Borges, que recordó le llegó en una etapa de madurez, y al respecto se refirió a “esta mujer” (María Kodama) como alguien que le alegró los años finales de su vida y que casarse con ella le significó experiencias que, a diferencia de la inmensa mayoría de la humanidad, él no había vivido.
“Creo que ella ha sido muy buena guardiana de la obra de Borges, la ha seguido promoviendo (…) Tengo la impresión que han sido muy injustas las críticas que recibió sobre todo de los examigos de Borges que no veían con simpatía, digamos, a este personaje, creo que a él lo hizo muy feliz”, puntualizó.
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