En gran parte del orbe, la pandemia por Covid-19 ha evidenciado, en los países, las históricas falencias en prácticamente todas las áreas de gobierno. En el caso de México no es la excepción. Aunque es obvio que las fallas no pueden ser achacadas del todo al Gobierno federal en turno, es improbable que este régimen demagógico tenga las respuestas correctas. Y no las tiene porque, al parecer, el principal interés del presente gobierno ha sido llevarnos a un tiempo premoderno prolífico en valores costumbristas de talante político, pero atascado en la inacción.
México quedó exhibido como un país pobre, en donde casi el 60% de la fuerza laboral es informal, mientras que el número de personas en suspensión laboral se elevó a 900 mil en el mes de junio. México quedó exhibido como un país sin educación, que prefirió apostarle a firmar convenios millonarios con las televisoras privadas a las que tanto criticaban el apostarle al cambio de paradigma en la implementación de plataformas digitales en el contexto de la pandemia. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señaló, a media semana, que la estimación de alumnos que no continuarán sus estudios a nivel medio superior alcanza un 15.55%, el mismo porcentaje que se proyecta en la matrícula de estudiantes registrados en educación superior y posgrado. En el ámbito educativo se vislumbra una catástrofe.
México quedó exhibido como un país con un sistema de salud moribundo, en donde las clases medias evitan atenderse a toda costa en los hospitales públicos y en donde los más pobres utilizan estos servicios solamente para ir a morirse. De acuerdo con datos publicados por The New York Times, el tiempo promedio de espera entre el primer contacto con el médico general y recibir atención quirúrgica de manera electiva era de más de 7 meses hasta 2011. A partir de 2016, el IMSS comenzó a realizar cirugías en fin de semana, lo que hipotéticamente redujo el periodo a 4 meses de espera para ser atendido.
Por cierto, al tiempo que termino de escribir este párrafo, México registró 52 mil 6 muertes y 475 mil 902 contagios.
México quedó exhibido como un país en donde impera la impunidad y la corrupción. Uno de los rasgos añadidos a este escenario se volvió viral con la escena del ladrón de la combi, el cual fue ‘sentenciado’ a una golpiza por parte de los tripulantes. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en la primera mitad del 2020 se registraron 87 mil 523 denuncias a nivel nacional, que comprenden robo en transporte público colectivo y robo a transeúnte en la vía pública. De estas, solamente en menos de 0.9% de los casos se dictará sentencia. Mientras tanto, el tema de la corrupción se volvió un tema político, sin políticas públicas claras y, lo más grave, sin resultados positivos.
A los 100 años del fallecimiento de Max Weber, hay paralelismos que son tan curiosos como infranqueables. Weber murió de gripe española, en la pandemia causada por el brote del virus de influenza tipo AH1N1, en la cual fallecieron cerca de 100 millones de personas en todo el mundo. No obstante, en su momento Weber se enfrentó a la estructuración de un nuevo orden mundial, con la unificación de Alemania como núcleo crítico, cuyas ambiciones expansionistas devinieron en dos guerras brutales. La lectura del tiempo moderno que le tocó vivir a Weber, en las primeras décadas del siglo XX; se enfoca curiosamente en un elemento necesario para nuestra actualidad: la racionalización de la sociedad. Su interpretación de la modernidad se da como proceso y resultado de la racionalización social a nivel de los individuos y de los grupos.
La raíz de la modernidad en occidente fue la tesis central de Weber, quien intuyó allí la formación y afirmación de la acción racional, tanto a nivel del ciudadano como social. Uno de los mayores aportes de Weber fue su célebre división de la acción racional en dos tipos: la acción racional con referencia a fines; y la acción racional con referencia a valores. Mientras que en la acción racional con referencia a valores se gestan y promueven los discursos, las tradiciones y los esquemas simbólicos de comportamiento que configuran a la cultura y al ethos individual, en la acción racional referida a los fines el atributo esencial de la racionalidad es la efectividad, tanto por la estructuración concisa y plena de sus objetivos valorados como por el conocimiento de los efectos que la acción pueda causar.
Es decir, mientras que en la acción referida a valores importan los discursos, en la acción referida a fines importa la efectividad. Allende la normalización y connotación peyorativa del término, en realidad el concepto de burocracia implica la culminación del proceso de racionalización. No obstante, la acción racional no se redujo solamente a la configuración de una burocracia eficiente. La expansión de la acción racional impulsó la invención, la destrucción creativa (de acuerdo con Joseph Schumpeter), la adquisición y el aprovechamiento de otros elementos y acciones que moldearon social y racionalmente a las conductas de los individuos.
Lo anterior se tradujo en la búsqueda sistemática de la implementación de la gestión, el cálculo y el control como las condiciones imprescindibles para la racionalidad de la burocracia. No obstante, tanto para la burocracia como para la ciencia política, el conocimiento causal es insuficiente para asegurar la efectividad. Es necesario también calcular el desempeño del experto, asegurarse de que obedecerá las directrices y los estándares establecidos para asegurar la ejecución de las acciones.
A través de su obra, sobre todo en el fundamental Economía y Sociedad (Fondo de Cultura Económica, 1964, correspondiente con la cuarta edición alemana póstuma), Max Weber da cuenta de que la expansión de la acción social racional en la vida colectiva ha hecho que los acontecimientos del mundo sean entendidos como obra de las acciones humanas que determinan su sentido, su propósito, y lo realizan por saber calcular los efectos de sus acciones y controlar su ejecución. Tal y como lo define el propio Weber, el concepto de acción se refiere a una conducta humana siempre que el sujeto o los sujetos de la acción vinculen a ella un sentido subjetivo. La acción social es una en donde el sentido mentado por su sujeto o conjuntos de individuos está referido a la conducta de otros, orientándose por esta en su desarrollo.
En grave contraste, México se exhibe como un país con más discursos, invectivas desde el púlpito presidencial, una nación en donde claudicamos en la educación y optamos por la prohibición, como ocurrió en el premoderno Oaxaca, en donde el consumo será controlado por el Estado a partir de una absurda iniciativa de los diputados para prohibir los alimentos chatarra, a costa de la libertad.