En Querétaro se cuentan dos historias sobre Maximiliano de Habsburgo; por un lado se dice que fue el segundo emperador de México; un hombre de ideas liberales, amado por los indígenas, odiado por los conservadores, y que pasó sus últimos días en Querétaro antes de ser fusilado en el Cerro de las Campanas. La otra historia, una menos popular y que no se cuenta en los recorridos turísticos ni en los libros de texto gratuitos, habla de la sexualidad del emperador, de su gusto por los bailes secretos y por los hombres.
Solo un lugar en la ciudad cuenta esta última versión sin tapujos, incluso ha convertido su interior en un monumento a su figura y a las disidencias sexuales de todos los tiempos. Es una especie de museo donde se exhibe el arte que incomoda, y en donde se reúnen aquellos que lo hacen porque se alejan de la norma.
El sitio se llama Maximiliano Cantina Gay, o “Max” para los parroquianos. Se ubica en el número 4 de la calle Morelos, apenas a unos pasos de Jardín Zenea. Ahí se congregan gays, lesbianas, bisexuales, personas trans, no binarias e incluso heterosexuales, porque sí, el sitio es “heterofriendly”.
También son asiduos los activistas, artistas, periodistas, incluso funcionarios y religiosos que pertenecen a la comunidad, o son simpatizantes.
Aníbal Gámez y Jaime Aldana son los propietarios del establecimiento, que describen como un oasis LGBTIQ+ en Querétaro. Y es que fue la primera cantina gay en abrir sus puertas en el Centro Histórico hace casi 14 años, y de acuerdo con Aníbal, es el único en su tipo en todo el estado.
Aníbal y Jaime se casaron en 2012, son activistas por los derechos sexuales de la comunidad LGBTIQ+, y su labor la han extendido al Max, donde incluso mantienen una campaña permanente de prevención de Infecciones de Transmisión Sexual.
“Tenemos un programa con CAPACITS (Centro de Atención para la Prevención y Atención del VIH/ SIDA y otras Infecciones de Transmisión Sexual) y COESIDA (Consejo Estatal para la Prevención del VIH), nos surten de condones, por lo que somos un centro de distribución gratuito”, detalla Aníbal en entrevista.
Con el tiempo, asevera el activista, se han convertido también en gestores culturales; han encontrado en el arte y la cultura la posibilidad de visibilizar a la comunidad LGBTIQ+ en el estado y contrarrestar la discriminación, la estigmatización y los prejuicios que existen en torno a ellos.
De hecho, llevan 13 años organizando en la ciudad el Encuentro de Diversidades, el primer festival LGBTIQ+ de Querétaro, que este 2023 ofreció más de 40 gratuitas a la población, entre exposiciones, conferencias, talleres, torneos deportivos, teatro y cine; todo bajo la temática LGBTIQ+. Y que por supuesto también tuvo como sede el bar Maximiliano.
Un lugar para la contracultura
Aunque no se ha reconocido como espacio cultural oficialmente, el Max poco a poco ha dado cobijo a diferentes expresiones; cuentan con un escenario alternativo para espectáculos de teatro cabaret, drag queen y stand up, que ha sido pisado por exponentes locales y nacionales como Astrid Hadad, Alejandra Bogue, Paris Elegance, Alpha lady, Luan Kim, Las cabarapedas y Pamela Sandoval.
“Todos los días hay show, todos, todos los días. Entonces hay desde el drag queen, en el que el artista integra la parte masculina y femenina en el mismo personaje. También tenemos shows de transformismo, de imitaciones con artistas como Pamela Sandoval; tenemos a nuestra DJ Valentina que es `la perra de la cumbia´, y a una mujer gorda, sexy, encantadora, efusiva, empoderada, ese es su personaje”, asevera Aníbal.
Este ambiente festivo de alegre rebeldía se despliega en dos salas donde destaca la iconografía de Maximiliano de Habsburgo y toda una decoración que exacerba la sensación de estar en una corte real con cierto halo erótico.
El concepto, compartió Aníbal, lo desarrollaron en conjunto con el artista queretano Valerio Gámez, bajo el interés de ofrecer a la comunidad un espacio que retomara en algún punto la historia de Querétaro.
“La propuesta conceptual nos encantó y la cereza en el pastel fueron estas historias sobre Maximiliano, en las que se cuenta que compraba esclavos y se daba encerrones en las Antillas; en las que se habla de su relación con el conde de Bombelles… situaciones que evidentemente apuntan o dejan en ambigüedad su sexualidad”, relata.
Con el tiempo, el Max también se ha hecho de su propia colección de arte LGBT, por lo que entre las litografías y reproducciones que cuelgan en sus muros, se pueden encontrar piezas originales de artistas reconocidos como Erik Rivera, conocido también como “El niño terrible”, quien hizo un remake del famoso retrato que el artista alemán Frans Xaver Winterhalter pintó para Maximiliano en 1864. La diferencia es que en esta nueva versión, el emperador aparece con ojos grandes como en un gesto aniñado, mientras a su costado vuela una mariposa monarca en alusión a sus rasgos de personalidad y pasiones.
Asimismo existe una galería alternativa en el sitio, ubicada en el área de mingitorios, donde Raúl Sangrador instaló la colección La oscuridad como máquina de apropiación; en ella aborda el imaginario erótico- visual de la colectividad homosexual, y habla sobre aquellos lugares que logran escapar de las estructuras de control que dictan cómo debe ser el deseo, la sexualidad y el erotismo.
“Somos un espacio, un refugio… aquí las personas pueden venir, ser ellas mismas y sentirse seguras en este lugar, no hay palabras”, apunta Aníbal, invitando a los curiosos a cruzar el umbral de este recinto abierto a todas las identidades.