Es mi tiempo corriendo en el espacio sideral,
es el único que tengo
y miro cómo pasa.
La maravilla que es la vida,
su graciosa majestad
se va formando y desvaneciendo.
Nunca abandones a tus amigos
no te engañes con el éxito,
esto es vanidad de vanidades.
Como animales salvajes
corriendo en el camino,
existen o no existen.
Son luz y oscuridad
son materia y vacío,
exactamente como los sueños.
Lo más profundo de los sueños,
ahí donde habita la nada
abrazada a los arquetipos.
Unos labios cantan en la noche
de cara al infinito,
mirando las estrellas.
Podrías estar en el cielo,
en el infierno
o arrullando a un bebé.
Pero esa boca carnosa
canta una canción melancólica,
como un lamento.
Clama por un final,
seduce por un principio
al que llaman vida.
Abrazados a un árbol
pintamos nuestros nombres
mientras un coyote nos olfatea.
Todo esto se llama existencia
y pasa, siempre pasa,
no hay pausa posible.
Carpe diem, disfruta tu día,
dame tu mano y hagamos
crujir las hojas secas del camino.
Nadie sabe hasta cuándo
podrá seguir cantando,
pero me hiciste pasar muy buenas noches.
Me deslumbro al mirar
que caminamos por el cosmos
a la orilla de la Vía Láctea.
El sonido del silencio
nos fondea. Nuestros párpados
aplauden sembrando flores de té.
Mírame fijamente,
latimos al unísono,
lo sabes, lo sabemos.