Mick Jagger

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 10 de abril de 2019

Es mi tiempo corriendo en el espacio sideral,

es el único que tengo

y miro cómo pasa.


La maravilla que es la vida,

su graciosa majestad

se va formando y desvaneciendo.


Nunca abandones a tus amigos

no te engañes con el éxito,

esto es vanidad de vanidades.


Como animales salvajes

corriendo en el camino,

existen o no existen.


Son luz y oscuridad

son materia y vacío,

exactamente como los sueños.


Lo más profundo de los sueños,

ahí donde habita la nada

abrazada a los arquetipos.


Unos labios cantan en la noche

de cara al infinito,

mirando las estrellas.


Podrías estar en el cielo,

en el infierno

o arrullando a un bebé.


Pero esa boca carnosa

canta una canción melancólica,

como un lamento.


Clama por un final,

seduce por un principio

al que llaman vida.


Abrazados a un árbol

pintamos nuestros nombres

mientras un coyote nos olfatea.


Todo esto se llama existencia

y pasa, siempre pasa,

no hay pausa posible.


Carpe diem, disfruta tu día,

dame tu mano y hagamos

crujir las hojas secas del camino.


Nadie sabe hasta cuándo

podrá seguir cantando,

pero me hiciste pasar muy buenas noches.


Me deslumbro al mirar

que caminamos por el cosmos

a la orilla de la Vía Láctea.


El sonido del silencio

nos fondea. Nuestros párpados

aplauden sembrando flores de té.


Mírame fijamente,

latimos al unísono,

lo sabes, lo sabemos.


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