Por su habilidad para expresar múltiples emociones sobre el escenario, Margot Fonteyn, quien nació hace un siglo, el 18 de mayo de 1919, marcó un antes y un después en la historia del ballet británico y conquistó lo mismo a críticos que a amantes de esta disciplina.
Considerada la mejor bailarina de ballet clásico de su tiempo, Margaret Peggy Hookham, como fue registrada al nacer, nació en Reigate, Surrey, Inglaterra, aunque vivió gran parte de su infancia en China, donde se inició en la danza.
De acuerdo con sus biógrafos, a los 14 años de edad regresó a su tierra natal para participar en una audición de la academia de ballet Vic-Wells.
En 1934 debutó con la compañía en el papel de uno de los copos de nieve de El Cascanueces y, un año después, tras la salida del mismo cuerpo de danza de la bailarina Alicia Markova (1910-2004), Fonteyn se hizo cargo de muchos de los principales papeles en clásicos como Giselle.
Así se convirtió en la bailarina principal de Vic-Wells y en 1939 interpretó a "Aurora", en una reposición de La Bella Durmiente, consiguiendo acaparar los reflectores, según su perfil biográfico publicado en el portal de la Enciclopedia Británica.
Aunado a su intensa actividad como bailarina clásica, fue la musa para muchos ballets compuestos por Frederick Ashton (1904-1988), entre ellos Horóscopo, Symphonic Variations, Daphins y Chloe y Ondine, esta última coreografía considerada por muchos su más grande creación.
En 1954 se convirtió en presidenta de la Real Academia de la Danza y fue condecorada como Dama de la Orden del Imperio Británico en 1956. Tres años después apareció como artista invitada del Royal Ballet.
Al contraer nupcias con Roberto de Arias, diplomático panameño, su vida se dividió entre bailar y cumplir los roles de la esposa de un embajador, de acuerdo con información de la página electrónica ciudaddeladanza.com.
En 1960 pensó en retirarse por el estilo de vida que llevaba, pero al conocer al bailarín y coreógrafo soviético Rudolf Nureyev (1938-1993), Fonteyn retomó fuerza y continuó cosechando éxitos por más de dos lustros.
Ambos destacaron tanto por su impecable interpretación de los ballets del repertorio tradicional como por las coreografías que se crearon especialmente para ellos.
Fonteyn intervino también en diversas producciones cinematográficas y ballets televisivos, publica el sitio biografiasyvidas.com.
La Enciclopedia Británica recuerda que a finales de 1970 dio su última presentación y publicó varios libros, entre ellos Margot Fonteyn: Autobiography, en 1975; A Dancer's World, en 1979; y The Magic of Dance, de 1979.
La prima ballerina assoluta murió el 21 de febrero de 1991, dejando un importante legado para el arte en movimiento, por su elegante línea y refinado estilo.