Con pinceles y latas de aerosol, escaleras y andamios, nueve artistas locales se han agrupado en un nuevo movimiento cultural para visibilizar su trabajo en el espacio público.
En uno de los muros que conforman a su circuito artístico –ubicado sobre Avenida Universidad, a la altura del Instituto Tecnológico de Querétaro–,se aprecian 15 remakes de artistas como Picasso, Van Gogh, Botero, Rivera, Dalí y Warhol; y aunque entre las diferentes obras no figura el de ninguna creadora, el mural ha sido titulado: “La mujer en la historia del arte”.
Y es que si los curiosos observan el mural a detalle, detrás de las reproducciones se encuentran ocultos los nombres de importantes grabadoras, pintoras, arquitectas, fotógrafas y escritoras como María Izquierdo, Patti Smith, Zaha Hadid, Tina Modotti, Sofonisba Anguissola y Leonora Carrington.
Para la autora, Tania Quezada, la obra no es más que una simbolización de lo que ha pasado, y sigue sucediendo, con el trabajo artístico de las creadoras, cuyo aporte ha sido poco investigado y silenciado por la historiografía oficial. Así que pocas personas, incluyendo la misma comunidad de artistas, conocen la obra y trayectoria de estas mujeres, que aun con los impedimentos culturales y sociales de su época, participaron en diferentes movimientos artísticos.
“La idea original era realizar un homenaje a varias artistas, con la copia de algunas de sus piezas o autorretratos, pero después del desarrollo del boceto nos dimos cuenta que realmente las personas no ubican a las pintoras, ni conocen su trabajo, entonces decidimos hacer todo lo contrario; decir que es una denuncia sería poco, porque ya es muy sabido que las mujeres siempre han quedado relegadas de la historia, en general”, señaló.
Arte con M mayúscula, en las calles
“Queretanas muralistas” es un movimiento emergido de la sociedad civil, que comenzó a gestarse a finales de 2018, con el objetivo de dignificar algunos rincones de la ciudad, a través del arte.
Detrás de este proyecto se encuentra el talento y la creatividad de Tania Quezada, Renata Martínez, Laura Garrido, Demencia Beivide, Daniela Báez, Ana Karen Rodríguez, Siga Sigart, Erika Balestra y Abril Pegueros, así como Fernanda Arias y Mariela López, de la Madriguera Gráfica, quienes se sumaron a una de las intervenciones.
“Convocamos a 10 artistas urbanos para mejorar los espacios comunes y tener una zona conurbada envuelta en un ambiente artístico, sin ninguna barrera. Al ser murales en avenidas principales, estamos involucrando a los habitantes de la zona, siendo ellos nuestra principal motivación”, refirió Álvaro Haces, uno de los involucrados en esta iniciativa, a la que se han sumado profesionistas de diferentes áreas, así como creativos y empresarios queretanos.
Cuando la idea por fin se materializó en papel, Haces platica que invitaron a diferentes artistas locales a participar, siendo las mujeres las primeras en alzar la mano. “Luego luego fueron quienes se apuntaron y las que menos pretextos y complicaciones pusieron; por eso decidimos dejarlo como un proyecto de puras muralistas”, relató, afirmando que además de sumarse con su técnica, las artistas contribuyeron con sus propios temas y se involucraron en la gestión de los diferentes espacios.
De acuerdo con Álvaro, la meta es intervenir diez muros en vialidades principales como Avenida Universidad y Constituyentes, donde las autoras ya han desplegado su arte. Actualmente, se encuentran trabajando en el tercer mural sobre avenida Candiles, y se planea que en las próximas semanas se realicen las siguientes intervenciones en 5 de Febrero, así como en las inmediaciones de Plaza del Parque y El Campanario.
“Cuando se concluya con el proceso, pensamos hacer un libro sobre todo lo que se hizo y luego veremos qué podemos hacer para el siguiente año”, adelantó el organizador, no sin antes invitar a las y los lectores a sumarse a esta iniciativa con donaciones para la financiación de los materiales y honorarios de las artistas.
Mujeres en la cultura
Aunque para Tania Quezada pintar un muro conlleva un gran esfuerzo, considera que hacerlo es importante, pues aún hoy existen pocas plataformas en el estado y todo el país, donde las mujeres pueden promover y difundir su trabajo.
Asegura que en Querétaro han emergido otros movimientos artísticos y culturales como “Girl Power”, enfocados a impulsar y difundir el trabajo de las mujeres artistas en la ciudad; no obstante, la también ganadora del Premio Adquisición Rosario Sánchez Lozada en 2017, señala que han sido pocos, y la mayoría de ellos “terminan como empezaron: bastante silenciosos: y entonces las mujeres terminan colándose entre los hombres, en proyectos donde ellos siempre son mayoría; digamos que de 15 artistas, solo una o dos son autoras”.
En cuanto a la distribución y venta de obra, Quezada dice que las galerías utilizan criterios diferenciados para evaluar el trabajo artístico hecho por hombres y mujeres, y concluye que, por lo mismo, son menos las artistas que exponen y venden su trabajo a través de estos espacios.
“He dado seguimiento a varias galerías grandes y de años, y observo que además de que promueven más obra hecha por hombres, las chicas que figuran en estos espacios mantienen estándares muy altos; siempre están en el tope. Parece ser que una mujer, para poder entrar al medio y que los galeristas la tomen enserio, tiene que ser muy buena; cuando entre los mismos artistas varones hay de todo; tanto muy buenos como muy malos”, asevera.
Pero la autora también encuentra en los estereotipos y los roles de género, algunas de las causas por las que muchas creadoras deciden no dar el siguiente paso .
“Algo que he cuestionado mucho como docente, es que generalmente entran y egresan muchas más mujeres de las carreras de arte, pero así como salen, desaparecen, y creo que se debe a que se vuelven madres o esposas, y acaban apoyando más de lo que son apoyadas (…) También pienso que muchas chicas se dan por vencidas muy rápido en su carrera, ya sea porque no ven claro su camino o no encuentran cómo meterse al medio, pues no hay plataformas que las apoyen.
“Así como están las cosas, creo que es un buen momento para empezar a impulsar artistas y no solo jóvenes, sino incluso a creadoras ya de carreras largas que no han recibido el apoyo suficiente para despuntar; es un buen momento de emprender el vuelo con este tipo de iniciativas”, manifiesta.
Detrás del muro
“Mover andamios, trabajar bajo el sol es pesado; diario teníamos que cargar con una caja de hasta 25 kilos, era como aventarnos una sesión de crossfit mañanero”, dice con humor Quezada, acerca de su experiencia en este proyecto.
Cuando se le pregunta la razón por la cual son menos las mujeres que figuran en el arte urbano, deduce que es debido a lo anterior, así como a la violencia en las calles; además de que, como madre, Tania sabe que es complicado empatar este rol con el trabajo.
“Luego del trabajo en calle, llegas agotada a casa para atender a tus hijos, y yo, que además hago pintura de bastidor, trabajo en las noches cuando llega la paz, hasta que me dan las cinco o seis de la mañana. ¡Si está cabrón!, no es fácil, y por lo mismo muchas mujeres ya no quieren formar una familia. Porque si además no cuentas con un núcleo que te apoye, es imposible hacerlo. No hay guardería de ninguna institución pública ni privada que te cuide a tus hijos si te ofrecen ir a pintar un muro a la ciudad de México, por ejemplo”, lamentó.
Como Tania, en el grupo de muralistas hay otras artistas que, con el objetivo de reducir la brecha de género, y de diversificar los mensajes que se difunden a través del arte urbano, se han sumado a este proyecto.
“Decidí entrarle porque las mujeres somos solo el 15% entre los pintores, por eso debemos seguir creando, para que el día de mañana sea la misma cantidad de artistas, sin importar el sexo”, manifiesta Demencia Beivide, una artista visual que se ha distinguido por participar en múltiples disciplinas como el arte urbano, el diseño industrial, la ilustración y demás intervenciones artísticas.
Para este proyecto, Demencia trazó en un mural de 14 x 5 metros, a una guerrera halcón mexicana, que además de ostentar símbolos prehispánicos, porta la mascada del movimiento argentino: “Ni una menos”, cuyo color, en lugar de verde, es morado como símbolo de la lucha contra los feminicidios en el país.