/ jueves 25 de febrero de 2021

Museo del Sitio celebra su 2º aniversario

Con un recorrido que brinda la cosmovisión del pueblo tolteca, este recinto invita a volver el tiempo para conocer su cultura, creencias y el por qué de la pirámide del Cerrito

Con la conferencia “El cosmos tolteca en el Cerrito”, el Museo de Sitio celebró el segundo aniversario de este espacio. De acuerdo con el arqueólogo Daniel Valencia Cruz lo que se planteó como guion para la creación del Museo de sitio el Cerrito, más allá de la exposición de los vestigios encontrados, fue el retrato de la cosmovisión del pueblo tolteca.

De tal manera, la primera sala inicia con el mito de origen que sustenta que provienen de un lugar mítico llamado Tollan, un territorio desconocido e intangible.

A lo largo del tiempo, diversos grupos humanos salieron de Tollan, por lo que los dioses en la persona de Quetzalcóatl, les dieron una lengua, y para llegar al mundo terrenal arribaban por medio de creaciones colectivas, en partos de siete en siete hasta llegar a un lugar llamado Chicomóztoc, para finalmente arribar al mundo por su diosa patrona Iztapálotl.

La segunda sala introduce al espectador al origen filosófico de la cultura tolteca, donde la idea del cosmos está dividida en tres niveles: cielo (Omeyocan), el espacio de las criaturas o tierra y el inframundo (Mictlán).

A su vez, hay una división horizontal en la que a partir de la tierra y hacia el cielo hay 13 escalones, mientras que hacia abajo –o el inframundo– existen nueve niveles.

La tercera sala rememora la grandeza del basamento piramidal, que era famosa a nivel local, pero también regional, dado que las ofrendas que se recibían, demuestran su origen de regiones lejanas, tal como las conchas de abulón que son originarias del Mar de Cortés.

Así pues, en el recinto se mantenían recipientes con brasas constantemente encendidas donde los pobladores y visitantes lejanos obsequiaban a los dioses bienes efímeros de todas clases que iban desde puntas de hierro, figuras de barro, cuarzos y materiales tan diversos como sus peticiones.

Finalmente, y para cerrar el recorrido, el visitante se encontrará con un jardín dividido en cuatro rumbos que poseen a su vez árboles sagrados. Al sur, maguey quetza pochotl; al oriente, ceiba quetzal yczotli; el poniente ostenta una palma quetzal mizquitl, mientras que el norte posee un mezquite.

Con la conferencia “El cosmos tolteca en el Cerrito”, el Museo de Sitio celebró el segundo aniversario de este espacio. De acuerdo con el arqueólogo Daniel Valencia Cruz lo que se planteó como guion para la creación del Museo de sitio el Cerrito, más allá de la exposición de los vestigios encontrados, fue el retrato de la cosmovisión del pueblo tolteca.

De tal manera, la primera sala inicia con el mito de origen que sustenta que provienen de un lugar mítico llamado Tollan, un territorio desconocido e intangible.

A lo largo del tiempo, diversos grupos humanos salieron de Tollan, por lo que los dioses en la persona de Quetzalcóatl, les dieron una lengua, y para llegar al mundo terrenal arribaban por medio de creaciones colectivas, en partos de siete en siete hasta llegar a un lugar llamado Chicomóztoc, para finalmente arribar al mundo por su diosa patrona Iztapálotl.

La segunda sala introduce al espectador al origen filosófico de la cultura tolteca, donde la idea del cosmos está dividida en tres niveles: cielo (Omeyocan), el espacio de las criaturas o tierra y el inframundo (Mictlán).

A su vez, hay una división horizontal en la que a partir de la tierra y hacia el cielo hay 13 escalones, mientras que hacia abajo –o el inframundo– existen nueve niveles.

La tercera sala rememora la grandeza del basamento piramidal, que era famosa a nivel local, pero también regional, dado que las ofrendas que se recibían, demuestran su origen de regiones lejanas, tal como las conchas de abulón que son originarias del Mar de Cortés.

Así pues, en el recinto se mantenían recipientes con brasas constantemente encendidas donde los pobladores y visitantes lejanos obsequiaban a los dioses bienes efímeros de todas clases que iban desde puntas de hierro, figuras de barro, cuarzos y materiales tan diversos como sus peticiones.

Finalmente, y para cerrar el recorrido, el visitante se encontrará con un jardín dividido en cuatro rumbos que poseen a su vez árboles sagrados. Al sur, maguey quetza pochotl; al oriente, ceiba quetzal yczotli; el poniente ostenta una palma quetzal mizquitl, mientras que el norte posee un mezquite.

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