Teléfonos, esqueletos y lenguas de suegra son los nombres comunes de algunas de las plantas que Tatiana utiliza para hacer música; lleva más de dos años haciéndolo bajo el nombre de Svepprot, una palabra islandesa que significa simbiosis.
“Es la asociación de una planta y la raíz de un hongo, se benefician mutuamente para que los dos puedan tomar nutrientes y de así crecer mejor”, explica la artista y asevera que es una metáfora de este proyecto.
Su estudio se ubica en la colonia Burócrata, al sur de la ciudad de Querétaro y en el centro de un jardín que lo mismo crece en macetas y botellas, como en el patio y el techo de la casa.
Tatiana, quien también es conocida en el medio como Klang Rêverie, define su música como una mezcla experimental de trip hop y lo-fi, a la que ha añadido el sonido de las plantas como textura viva.
Para lograrlo, la artista coloca unos electrodos en la punta de las hojas, mismos que luego inserta en un dispositivo que capta las señales eléctricas que emiten las plantas y las convierte a MIDI; un lenguaje musical que se interpreta en computadora a través de un programa de audio llamado Ableton Live.
Con este sistema, Tatiana diseña instrumentos para las plantas, que luego mezcla con loops y voces para que el oído humano pueda apreciar la armonía.
“Las plantas le dan un elemento orgánico y vivo porque al final la planta siempre está lanzando cosas y siempre son diferentes dependiendo del momento del día y si la regué, o de cómo es la vibra de las personas que están; como que las plantas sienten nuestra energía y reaccionan a eso”, asevera.
Aunque ha experimentado con todo tipo de especies (aromáticas, comestibles o medicinales) dice que no con todas se puede generar esta experimentación musical.
“Para hacer música la verdad es que no todas aplican, tienen que tener la hoja gruesa porque de lo contrario las pincitas las pueden molestar un poco; las teléfono son excelentes, también la monstera adansonii (teléfono), la sansevieria –mejor conocida como `lenguas de suegra´–; esas parecen estar muy calladas pero cuando la tocas hacen muchos sonidos”,afirma.
Portadora de un gran conocimiento botánico y del mundo vegetal, Tatiana comparte que esta experimentación musical le ha permitido conocer mejor a las diferentes especies, e incluso, romper propios paradigmas.
“Veo cómo reaccionan a mi energía y a la energía de las demás personas, es muy interesante; también se comportan distinto con la luna, y suenan distinto cuando estoy enojada, estresada o si me acabo de tomar un café… en verdad cambian; me he dado cuenta de que las plantas tienen una forma de comunicarse más desde el campo electromagnético y esta (la música) es una forma de escucharlo y comprobarlo”, apunta.
Música que regresa al origen
Aunque la música con plantas no es algo nuevo, su presencia en los escenarios es algo reciente. Entre sus principales influencias, Tatiana menciona a Low Leaf y Leslie García, quienes de diferentes maneras han incluido esta sonoridad en sus propuestas. En su caso, asevera que procura ir más allá de lo estético y dejar un mensaje sobre la naturaleza y el cuidado del medio ambiente.
“Escucharlas me regresa a la idea de que todos somos uno, de que la tierra está viva y que somos parte de ella; y que es bien importante reconectar con la naturaleza y cuidarla. Siento una explosión en el corazón y recuerdo que todo está vivo. Creo que percibir esta música puede ayudar a reconectar con nuestra raíces y la tierra; en las ciudades, sobre todo, donde nos hemos desconectado de lo que nos rodea, en gran medida por el capitalismo y las formas de consumo”, lamenta.
Los conciertos refuerzan este objetivo, asiente, pues las personas se asombran de que las plantas formen parte de la banda, y no de la decoración.
“Me dicen` ¿traes plantitas para decorar tu escenario?, ` No, las plantitas son parte de la banda´, les digo y la gente enloquece y se va muy inspirada pensando en que las plantas no son un mueble o un artículo decorativo, son seres vivos que dan belleza y mandan buena onda; energéticamente te protegen también. Y las personas lo saben: hay quienes colocan sus sábilas afuera de sus negocios para la mala vibra, o las albahacas, las rudas… son bellísimas y hay tanta variedad”, dice con una sonrisa.
Lamentablemente, agrega, hay pocos escenarios en Querétaro para la música independiente y para las nuevas propuestas que salen del margen de lo conocido. Con Svepprot, Tatiana se ha presentado en espacios como el Museo de la Ciudad y la Casa de la Contra Cultura (CCC), aunque también en “Más sabe el diablo, pero no resistió la pandemia”.
En cuanto a bares donde suele haber música en vivo “normalmente solo quieren que la gente vaya, beba y deje dinero ; así que solo aceptan algo que llene, y a la gente le encantan los covers, estos siempre jalan. Así que, si traes un proyecto original, aparece el famoso caimaneo de `¿vas a cobrar tanto de cover?, entonces nosotros nos vamos a quedar con tanto´… y no importa, porque uno siempre encuentra la manera de abrirse camino”, asegura.
Además de dedicarse a la música, Tatiana es maestra de yoga y da terapia sonora con cuencos tibetanos, en donde combina los sonidos con la música de las plantas. Con ello, la artista sostiene su proyecto, además de vender productos zero west (residuo cero) que ella misma produce y disco plantas; un formato para distribuir su música original que consiste en botellas con plantas –que ella misma cultiva en su jardín–, en cuyos envases las personas podrán encontrar un código con la música descargable de Svepprot.
Para más información sobre este proyecto, ver en Instagram y Youtube (@Svepprot) o acceder a la cuenta oficial en Bandcamp.