/ miércoles 29 de enero de 2020

Música para la vida, orquestas desde la infancia

Para Ezequiel Domínguez, la música forjó su camino, por ello creó el circuito de Orquestas Comunitarias Infantiles y Juveniles, que hoy es integrado por un coro y seis agrupaciones que utilizan los instrumentos como herramientas para que los pequeños encuentren en este arte, una posibilidad de imaginar y reinventar su futuro

A Ezequiel Domínguez la música le cambió la vida. Esa experiencia lo motivó a generar más espacios de formación, para que las nuevas generaciones pudieran encontrar en este arte, una posibilidad de imaginar y reinventar su futuro.

Originario de Querétaro, el músico y gestor cultural de 28 años, ideó en 2016 el circuito de Orquestas Comunitarias Infantiles y Juveniles, hoy integrado por un coro en Tolimán y seis orquestas en Corregidora, El Marqués, Colón, Huimilpan, el Centro Carmelita Ballesteros (Sistema Estatal DIF), y recientemente, Tequisquiapan.

A lo largo de estos tres años, junto con una plantilla de 20 profesores, ha perfeccionado una metodología capaz de acoplarse a las condiciones socioculturales de sus estudiantes, y a los espacios en los que se imparten las clases.

Para platicar sobre este modelo, que ha sido inspirado en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, el profesor se reúne con BARROCO en el antiguo patio del Ex Convento de Santa Rosa de Viterbo –hoy Centro de las Artes de Querétaro–, donde el año pasado se congregaron sus alumnos para preparar el macro concierto con el que cerrarían el 2019, en el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez.

Foto: Cortesía | Secult

Su historia

“Mis padres no son músicos. Nadie en mi familia lo fue hasta que yo decidí adentrarme en ese mundo maravilloso”, recuerda Domínguez, y relata que a los 16 años fue cuando se adentró en este arte a través de la estudiantina de la Escuela de Bachilleres “Salvador Allende”, de la Universidad Autónoma de Querétaro.

Bajo la guía del violinista Daniel Ortiz Moreno –también músico de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ)–, y de Alonso Hernández Prado, fue que aprendió a tocar el contrabajo y conoció el lado popular de la música.

“Yo era muy bueno en ciencias y matemáticas, de hecho mis maestros en la preparatoria creían que iba a ser investigador, científico o médico; pero me descubrí en la música a raíz de la experiencia en la estudiantina, con la cual además de realizar varios viajes, ganamos certámenes nacionales y grabamos muchos discos con el apoyo de la universidad”.

Pronto, la inquietud de convertir su pasión en una realidad profesional surgió, y tras participar en varios eventos musicales, en 2008 Hernández Prado lo invitó a tocar en la Orquesta del Conservatorio.“Desde el primer día que yo toqué en una orquesta me di cuenta que realmente me gustaba mucho y que eso era lo que quería hacer”.

Por su destreza musical, junto a otros jóvenes, Domínguez fue invitado por Jesús Almanza, director de la Orquesta Sinfónica “Silvestre Revueltas”, a realizar una audición en esta agrupación, ingresando en 2009 a sus filas. “Esta experiencia a muchos nos sirvió de puente entre una orquesta juvenil y una orquesta profesional; algunos de mis compañeros incluso lograron entrar a la OFEQ”.

Entre cientos de músicos mexicanos, el contrabajista fue seleccionado en 2010 para formar parte de la Sinfónica Infantil de México, lo que le permitiría realizar dos giras nacionales y tocar con la Sinfónica Juvenil Nacional, como parte de la ceremonia oficial por el bicentenario de la Independencia de México.

A raíz de esta participación, junto con cinco compañeros de la Sinfónica Juvenil “Silvestre Revueltas”, fue elegido para realizar una gira con la Orquesta Juvenil Iberoamericana en Argentina, donde coincidiría con músicos de otros países, “todo fue organizado por la Secretaría General Iberoamericana con motivo de los bicentenarios de la independencia de México, Argentina y otros países que también sumaron sus propias celebraciones”.

En el encuentro coincidió con músicos venezolanos de su misma edad, quienes, recuerda, sorprendían a todos por su alto nivel de ejecución; “me atrevería a decir que incluso más alto que el de nuestro maestros, ¡no daba crédito a lo que estaba viendo!”.

Ante el estupor de sus homólogos, los instrumentistas hablaban acerca de un sistema en su país, creado por el músico y economista José Antonio Abreu, con el que niños y jóvenes de todos los estratos sociales aprendían a tocar desde los 9 años, y practicaban 16 horas a la semana.

Foto: Cortesía | @EzequielDominguez

“Tocar y luchar”

“Tuve la fortuna de conocerlo, fue muy padre”, afirma el director con una sonrisa, cuando recuerda su encuentro con Abreu, el músico venezolano que en 1975 creó el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela (FENOSJIV), dando lugar con ello, a lo que el mundo denominó: “El milagro musical venezolano”.

Y es que este programa educativo ha sido reconocido internacionalmente– y sigue siendo–por utilizar la instrucción y la práctica musical para el mejoramiento social y el desarrollo humanístico.

Desde su creación, y bajo el lema “tocar y luchar”, más de un millón de niños, y adolescentes, principalmente de estratos sociales bajos, se dedican al estudio de esta disciplina.

Por su impacto, ha sido retomado por países como México, que al igual que otras naciones latinoamericanas, busca disminuir sus niveles de pobreza, analfabetismo, marginalidad y exclusión.

“Hace 30 años la orquesta Carlos Chávez retomó este modelo para México (...) de hecho muchos de mis maestros –como Daniel Ortiz y Alonso Hernández–, fueron miembros de esa institución. (...) Fue una revolución dentro de la educación musical porque su planteamiento era que los niños iban a tener una experiencia social a través de la música.

"Muchas veces, sobre todo en las grandes escuelas de tradición como las rusas o europeas, uno entra a un conservatorio a estudiar 10 años y posteriormente se piensa en entrar en una orquesta. Aquí sucede lo contrario: tú entras y desde el primer día que agarras un instrumento estás tocando en una orquesta, porque eso en primera instancia te otorga la experiencia social de formar parte de un grupo. Una de las razones por las que muchos jóvenes caen en grupos delictivos es por esa necesidad de sentirse parte de algo e identificados con un grupo de personas; y eso es lo primero que te da una orquesta, te da un sentido de pertenencia”.

Al igual que muchos de sus coetáneos músicos, Domínguez estudió en esta institución, luego de que su sistema transformara su modelo al de una orquesta escuela.

A raíz de este nuevo enfoque, el director asegura que se han creado orquestas comunitarias en distintos lugares del país, que ha permitido no sólo formar a más músicos, sino generar un proceso de sensibilización que permita ver a la música como una expresión más cotidiana y al alcance de todos.

Foto: Cortesía | Secult

Rumbo a la gestión cultural

La primera vez que el contrabajista viajó a Brasil fue en 2012. Ese año fue seleccionado para representar a la orquesta escuela “Carlos Chávez”, en el Festival de Música de Santa Catarina (FEMUSC), al cual fue invitado este años por segunda ocasión.

El FEMUSC es un festival escuela, platica, en el que músicos de fama internacional se reúnen para impartir clases a otros instrumentistas , quien ensayan, practican y ofrecen conciertos a lo largo de la edición.

Fue precisamente esta experiencia, lo que lo empujaría en 2013 a crear el primer Festival Internacional de Música de Querétaro, así como a adentrarse en el mundo de la gestión cultural.

“Cuando regresé a Querétaro llegué con todo el deseo de hacer algo por mi ciudad. (…) fue un proceso interesante, que viví a la par de mis estudios de licenciatura (…) Entonces venía cada tres semanas desde la Ciudad de México para meter solicitudes y apoyo; para buscar oficios… y todo lo que se tiene que hacer para realizar un concierto: difusión, sacar permiso en Protección Civil, gestión de taquilla, espacio, luces…”.

Tras suspenderlo dos años, Domínguez celebra que el año pasado se haya retomado la quinta edición y que este verano, gracias al Programa de Apoyo a la Producción Artística de la Secretaría de Cultura de Querétaro, podrá realizarse la sexta.

Con el festival y la red de orquestas comunitarias, “la responsabilidad es cada vez más grande, por eso es que busco cursos como al que voy a asistir este año en (FEMUSC), en el que adicionamos 45 directores de orquesta de diferentes partes del mundo y quedamos 6 para poder tomar las clases. El maestro que las impartirá fue estudiante del fundador de las orquestas en Venezuela. Cuenta que cuando se creó el sistema, Abreu consiguió 50 atriles para que ensayaran los 100 jóvenes músicos que conformarían a la primera orquesta juvenil de Venezuela y solo llegaron 11…. Él era uno de esos 11 niños, él conoce el sistema desde el primer día”.

Orquestando infancias y juventudes

“A nosotros nos hubieras gustado empezar nuestra formación en un programa así, y mucho de nosotros nos plantemos ¿por qué no hubo uno así cuando éramos jóvenes?”, dice Domínguez, refiriéndose a la red de Orquestas Comunitarias de Cuerdas infantiles y Juveniles que coordina.

Y es que cuando empezó a formarse como músico, recuerda que incluso tuvo que trabajar como empacador en un centro comercial para comprarse su primer contrabajo. En el programa, a los más de 200 niños, niñas y jóvenes que lo integran se les otorga su instrumento, vestuario y las clases son totalmente gratuitas, asevera.

Para su continuidad, este año serán destinados 3.5 millones de pesos, informa la secretaria de Cultura, Paulina Aguado; quien asegura que la idea es ampliar su campo de acción e incluir a otros municipios como parte de las políticas culturales del estado.

En tanto, el director informa que posiblemente sean Cadereyta y San Juan del Río los próximos en hacerlo, y por lo pronto se concentrarán en adecuar el modelo en Tequisquiapan, municipio que recientemente se incluyó al circuito de orquestas comunitarias.

La metodología

Con base en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, y bajo la asesoría de los músicos venezolanos, Antonio Malavé y Marli Calderón, el director echó mano de su experiencia como gestor cultural, y diseñó en 2016, el modelo de esta red de orquestas comunitarias infantiles y juveniles en Querétaro.

El resultado fue la creación de la Orquesta Comunitaria “Centenario de la Constitución de 1917”, la cual se conformó en el municipio de Corregidora, con cerca de 50 niñas, niños y jóvenes de 9 a 16 años; quienes en 2017 participaron en los festejos estatales por el centenario de esta constitución política, y en honor a ello, decidieron llamarse así.

Como proyecto artístico y cultural, la red busca formar en valores a través de la instrucción musical, y ser un espacio de cohesión social que “incentive procesos de autoconocimiento, disciplina y constancia”.

Aunque su objetivo no ha sido formar profesionalmente a los estudiantes, entre las filas ya empiezan a surgir talentos como el de Joaquín del Valle Solís; quien en 2018 fue seleccionado para participar en la Sinfónica Infantil de México, y posteriormente fu hecho acreedor al Premio Estatal de la Juventud.

Con una plantilla de 24 maestros– entre miembros de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro, egresados de la UAQ y del Conservatorio de Música “José Guadalupe Velázquez”–, los más de 200 estudiantes reciben a lo largo de 9 meses, 10 horas de clase semanales en lenguaje musical, formación técnica elemental y en preparación de un repertorio multinivel que permite que las diferentes generaciones puedan amalgamarse.

Aunque por el momento solo se instruye a las generaciones en instrumentos de cuerda frotada (violín, viola, violonchelo y contrabajo), Domínguez asegura que la idea es que a la postre, se incluyan instrumentos de aliento, percusión y metales.

Además, informa que cada tres meses, las orquestas realizarán temporada de conciertos en cada municipio a través de escuelas, centros culturales y plazas.

A Ezequiel Domínguez la música le cambió la vida. Esa experiencia lo motivó a generar más espacios de formación, para que las nuevas generaciones pudieran encontrar en este arte, una posibilidad de imaginar y reinventar su futuro.

Originario de Querétaro, el músico y gestor cultural de 28 años, ideó en 2016 el circuito de Orquestas Comunitarias Infantiles y Juveniles, hoy integrado por un coro en Tolimán y seis orquestas en Corregidora, El Marqués, Colón, Huimilpan, el Centro Carmelita Ballesteros (Sistema Estatal DIF), y recientemente, Tequisquiapan.

A lo largo de estos tres años, junto con una plantilla de 20 profesores, ha perfeccionado una metodología capaz de acoplarse a las condiciones socioculturales de sus estudiantes, y a los espacios en los que se imparten las clases.

Para platicar sobre este modelo, que ha sido inspirado en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, el profesor se reúne con BARROCO en el antiguo patio del Ex Convento de Santa Rosa de Viterbo –hoy Centro de las Artes de Querétaro–, donde el año pasado se congregaron sus alumnos para preparar el macro concierto con el que cerrarían el 2019, en el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez.

Foto: Cortesía | Secult

Su historia

“Mis padres no son músicos. Nadie en mi familia lo fue hasta que yo decidí adentrarme en ese mundo maravilloso”, recuerda Domínguez, y relata que a los 16 años fue cuando se adentró en este arte a través de la estudiantina de la Escuela de Bachilleres “Salvador Allende”, de la Universidad Autónoma de Querétaro.

Bajo la guía del violinista Daniel Ortiz Moreno –también músico de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ)–, y de Alonso Hernández Prado, fue que aprendió a tocar el contrabajo y conoció el lado popular de la música.

“Yo era muy bueno en ciencias y matemáticas, de hecho mis maestros en la preparatoria creían que iba a ser investigador, científico o médico; pero me descubrí en la música a raíz de la experiencia en la estudiantina, con la cual además de realizar varios viajes, ganamos certámenes nacionales y grabamos muchos discos con el apoyo de la universidad”.

Pronto, la inquietud de convertir su pasión en una realidad profesional surgió, y tras participar en varios eventos musicales, en 2008 Hernández Prado lo invitó a tocar en la Orquesta del Conservatorio.“Desde el primer día que yo toqué en una orquesta me di cuenta que realmente me gustaba mucho y que eso era lo que quería hacer”.

Por su destreza musical, junto a otros jóvenes, Domínguez fue invitado por Jesús Almanza, director de la Orquesta Sinfónica “Silvestre Revueltas”, a realizar una audición en esta agrupación, ingresando en 2009 a sus filas. “Esta experiencia a muchos nos sirvió de puente entre una orquesta juvenil y una orquesta profesional; algunos de mis compañeros incluso lograron entrar a la OFEQ”.

Entre cientos de músicos mexicanos, el contrabajista fue seleccionado en 2010 para formar parte de la Sinfónica Infantil de México, lo que le permitiría realizar dos giras nacionales y tocar con la Sinfónica Juvenil Nacional, como parte de la ceremonia oficial por el bicentenario de la Independencia de México.

A raíz de esta participación, junto con cinco compañeros de la Sinfónica Juvenil “Silvestre Revueltas”, fue elegido para realizar una gira con la Orquesta Juvenil Iberoamericana en Argentina, donde coincidiría con músicos de otros países, “todo fue organizado por la Secretaría General Iberoamericana con motivo de los bicentenarios de la independencia de México, Argentina y otros países que también sumaron sus propias celebraciones”.

En el encuentro coincidió con músicos venezolanos de su misma edad, quienes, recuerda, sorprendían a todos por su alto nivel de ejecución; “me atrevería a decir que incluso más alto que el de nuestro maestros, ¡no daba crédito a lo que estaba viendo!”.

Ante el estupor de sus homólogos, los instrumentistas hablaban acerca de un sistema en su país, creado por el músico y economista José Antonio Abreu, con el que niños y jóvenes de todos los estratos sociales aprendían a tocar desde los 9 años, y practicaban 16 horas a la semana.

Foto: Cortesía | @EzequielDominguez

“Tocar y luchar”

“Tuve la fortuna de conocerlo, fue muy padre”, afirma el director con una sonrisa, cuando recuerda su encuentro con Abreu, el músico venezolano que en 1975 creó el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela (FENOSJIV), dando lugar con ello, a lo que el mundo denominó: “El milagro musical venezolano”.

Y es que este programa educativo ha sido reconocido internacionalmente– y sigue siendo–por utilizar la instrucción y la práctica musical para el mejoramiento social y el desarrollo humanístico.

Desde su creación, y bajo el lema “tocar y luchar”, más de un millón de niños, y adolescentes, principalmente de estratos sociales bajos, se dedican al estudio de esta disciplina.

Por su impacto, ha sido retomado por países como México, que al igual que otras naciones latinoamericanas, busca disminuir sus niveles de pobreza, analfabetismo, marginalidad y exclusión.

“Hace 30 años la orquesta Carlos Chávez retomó este modelo para México (...) de hecho muchos de mis maestros –como Daniel Ortiz y Alonso Hernández–, fueron miembros de esa institución. (...) Fue una revolución dentro de la educación musical porque su planteamiento era que los niños iban a tener una experiencia social a través de la música.

"Muchas veces, sobre todo en las grandes escuelas de tradición como las rusas o europeas, uno entra a un conservatorio a estudiar 10 años y posteriormente se piensa en entrar en una orquesta. Aquí sucede lo contrario: tú entras y desde el primer día que agarras un instrumento estás tocando en una orquesta, porque eso en primera instancia te otorga la experiencia social de formar parte de un grupo. Una de las razones por las que muchos jóvenes caen en grupos delictivos es por esa necesidad de sentirse parte de algo e identificados con un grupo de personas; y eso es lo primero que te da una orquesta, te da un sentido de pertenencia”.

Al igual que muchos de sus coetáneos músicos, Domínguez estudió en esta institución, luego de que su sistema transformara su modelo al de una orquesta escuela.

A raíz de este nuevo enfoque, el director asegura que se han creado orquestas comunitarias en distintos lugares del país, que ha permitido no sólo formar a más músicos, sino generar un proceso de sensibilización que permita ver a la música como una expresión más cotidiana y al alcance de todos.

Foto: Cortesía | Secult

Rumbo a la gestión cultural

La primera vez que el contrabajista viajó a Brasil fue en 2012. Ese año fue seleccionado para representar a la orquesta escuela “Carlos Chávez”, en el Festival de Música de Santa Catarina (FEMUSC), al cual fue invitado este años por segunda ocasión.

El FEMUSC es un festival escuela, platica, en el que músicos de fama internacional se reúnen para impartir clases a otros instrumentistas , quien ensayan, practican y ofrecen conciertos a lo largo de la edición.

Fue precisamente esta experiencia, lo que lo empujaría en 2013 a crear el primer Festival Internacional de Música de Querétaro, así como a adentrarse en el mundo de la gestión cultural.

“Cuando regresé a Querétaro llegué con todo el deseo de hacer algo por mi ciudad. (…) fue un proceso interesante, que viví a la par de mis estudios de licenciatura (…) Entonces venía cada tres semanas desde la Ciudad de México para meter solicitudes y apoyo; para buscar oficios… y todo lo que se tiene que hacer para realizar un concierto: difusión, sacar permiso en Protección Civil, gestión de taquilla, espacio, luces…”.

Tras suspenderlo dos años, Domínguez celebra que el año pasado se haya retomado la quinta edición y que este verano, gracias al Programa de Apoyo a la Producción Artística de la Secretaría de Cultura de Querétaro, podrá realizarse la sexta.

Con el festival y la red de orquestas comunitarias, “la responsabilidad es cada vez más grande, por eso es que busco cursos como al que voy a asistir este año en (FEMUSC), en el que adicionamos 45 directores de orquesta de diferentes partes del mundo y quedamos 6 para poder tomar las clases. El maestro que las impartirá fue estudiante del fundador de las orquestas en Venezuela. Cuenta que cuando se creó el sistema, Abreu consiguió 50 atriles para que ensayaran los 100 jóvenes músicos que conformarían a la primera orquesta juvenil de Venezuela y solo llegaron 11…. Él era uno de esos 11 niños, él conoce el sistema desde el primer día”.

Orquestando infancias y juventudes

“A nosotros nos hubieras gustado empezar nuestra formación en un programa así, y mucho de nosotros nos plantemos ¿por qué no hubo uno así cuando éramos jóvenes?”, dice Domínguez, refiriéndose a la red de Orquestas Comunitarias de Cuerdas infantiles y Juveniles que coordina.

Y es que cuando empezó a formarse como músico, recuerda que incluso tuvo que trabajar como empacador en un centro comercial para comprarse su primer contrabajo. En el programa, a los más de 200 niños, niñas y jóvenes que lo integran se les otorga su instrumento, vestuario y las clases son totalmente gratuitas, asevera.

Para su continuidad, este año serán destinados 3.5 millones de pesos, informa la secretaria de Cultura, Paulina Aguado; quien asegura que la idea es ampliar su campo de acción e incluir a otros municipios como parte de las políticas culturales del estado.

En tanto, el director informa que posiblemente sean Cadereyta y San Juan del Río los próximos en hacerlo, y por lo pronto se concentrarán en adecuar el modelo en Tequisquiapan, municipio que recientemente se incluyó al circuito de orquestas comunitarias.

La metodología

Con base en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, y bajo la asesoría de los músicos venezolanos, Antonio Malavé y Marli Calderón, el director echó mano de su experiencia como gestor cultural, y diseñó en 2016, el modelo de esta red de orquestas comunitarias infantiles y juveniles en Querétaro.

El resultado fue la creación de la Orquesta Comunitaria “Centenario de la Constitución de 1917”, la cual se conformó en el municipio de Corregidora, con cerca de 50 niñas, niños y jóvenes de 9 a 16 años; quienes en 2017 participaron en los festejos estatales por el centenario de esta constitución política, y en honor a ello, decidieron llamarse así.

Como proyecto artístico y cultural, la red busca formar en valores a través de la instrucción musical, y ser un espacio de cohesión social que “incentive procesos de autoconocimiento, disciplina y constancia”.

Aunque su objetivo no ha sido formar profesionalmente a los estudiantes, entre las filas ya empiezan a surgir talentos como el de Joaquín del Valle Solís; quien en 2018 fue seleccionado para participar en la Sinfónica Infantil de México, y posteriormente fu hecho acreedor al Premio Estatal de la Juventud.

Con una plantilla de 24 maestros– entre miembros de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro, egresados de la UAQ y del Conservatorio de Música “José Guadalupe Velázquez”–, los más de 200 estudiantes reciben a lo largo de 9 meses, 10 horas de clase semanales en lenguaje musical, formación técnica elemental y en preparación de un repertorio multinivel que permite que las diferentes generaciones puedan amalgamarse.

Aunque por el momento solo se instruye a las generaciones en instrumentos de cuerda frotada (violín, viola, violonchelo y contrabajo), Domínguez asegura que la idea es que a la postre, se incluyan instrumentos de aliento, percusión y metales.

Además, informa que cada tres meses, las orquestas realizarán temporada de conciertos en cada municipio a través de escuelas, centros culturales y plazas.

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