Un día miércoles 26 de junio pero de 1997, la escritora británica Joanne K. Rowling publicaba Harry Potter y la piedra filosofal (Salamandra, 1998) después de haber sido rechazada por diez editoriales. Por aquellos años la gente que me veía con el libro bajo el brazo me criticaba, se mofaba o de plano, se compadecía de mí: un joven adulto aferrado a un libro de más de 300 páginas, de literatura infantil y cuya temática central es la magia.
El libro me lo devoré en menos de cuatro días. Recuerdo que apenas terminé de cerrar el volumen, ya tenía el siguiente listo para inicar con la lectura, como si se tratara de un adicto a la nicotina quien enciende un nuevo cigarrillo con la bacha aún encendida del anterior.
Recuerdo que un grupo de amigos condenó al libro a un fracaso rotundo: “los niños ya no leen, menos un libro de más de 300 páginas, mucho menos uno que trate de magia”. Renuente, me negué rotundamente al hecho, a lo que ellos respondieron apostándome mil pesos a que los libros caerían en el baúl del olvido. Hacia 1999 Warner Bros. anunciaba que compraba los derechos Harry Potter para comenzar con las películas. La adaptación cinematográfica salió en el 2001y el univero de Rowling se extendió como pólvora. A mis amigos nunca los volví a ver. De la encuesta mejor ni hablemos.
A pesar de que el universo de Potter solamente se expandió inicialmente a base de adaptaciones cinematográficas, videojuegos y recientemente al teatro, el impacto de Harry Potter se debe a un concepto acuñado por el académico Henry Jenkins (Atlanta, 1958): narrativa transmedia.
La llamada narrativa transmedia es un tipo de relato donde la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación. La particularidad de este tipo de narrativa es que un sector de los lectores/consumidores asume un rol activo en pleno proceso de expansión de la narrativa, conformando un universo.
No debemos confundir la narrativa transmedia con franquicias, precuelas, secuelas o adaptaciones. La narración transmedia es aquella cuyos relatos aparecen interrelacionados manteniendo, a su vez, su propia independencia narrativa y sentido completo y autónomo. Es lenguaje un poco más coloquial, se trata de una historia narrada desde diferentes perspectivas según el medio de comunicación empleado como un libro, un cómic, una publicación en Facebook, un hilo en Twitter, una historia en Instagram, un spot de televisión o de radio, una serie de televisión, un videojuego y un voluble etcetera.
También se le conoce con los nombres de narración transmedia o narrativa transmediática (en inglés Transmedia storytelling).
Esto no es tan sencillo como aparenta. Desde el punto de vista de la producción, es imprescindible que los contenidos que se creen sean capaces de ‘enganchar’ al público mediante diferentes técnicas que impacten en la vida cotidiana del lector/espectador. Para lograr ese enganche (engagement) en el lector, una producción transmedia deberá desarrollar historias a través de diferentes formatos mediáticos para liberar piezas únicas de contenido para cada canal mediático. Es fundamental que estas piezas de contenido estén abiertas o sutilmente ligadas entre sí, y que exista una estructura y sincronía narrativa entre ellas, capaces de persuadir al consumidor de contenidos.
Se puede decir que una narrativa transmedia ha funcionado cuando el usuario debe recorrer las distintas plataformas, invirtiendo tiempo y esfuerzo, logrando así apropiarse de una experiencia más significativa.
Jenkins considera que la narración transmediática es una nueva estética que surgió como consecuencia de la convergencia de los medios. Asimismo, la considera como el arte de crear mundos. Acaso entendida como una especie de intertextualidad/metatextualidad, se le denomina a la convergencia como la relación de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas en concordancia con la intención de crear el recorrido que se espera que el lector/espectador realice por parte de las distintas plataformas. Aunque puedan encontrarse sugerencias, no existe un orden o cantidad definida para consumir el contenido de cada una de las partes de la narrativa transmedia, pero mientras más se consuma, más comprensión habrá sobre ella. Cada uno de los medios relata una experiencia única e independiente de los otros.
Pero regresemos al universo Potter. ¿Cuál fue el detonante para considerarlo como una narrativa transmedia? La participación de los lectores. Ésta fue tal que comenzaron a generar sus propios contenidos (esto explica mi adicción), que a su vez modificaron la manera en la que los relatos se ampliaron. Un resultdo de este fenómeno fue la plataforma Pottermore (disponible en www.pottermore.com), la cual ofrece desde 2012 las últimas novedades y características mágicas, las auténticas experiencias de Sorting Hat y Patronus, y el contenido de archivo original de J.K. Rowling. Pottermore Publishing es el editor digital global de la serie de Harry Potter y los vínculos de películas de Fantastic Beasts (Animales fantásticos y cómo encontrarlos, en español) así como otros audiolibros digitales y libros electrónicos del universo Potter.
Como hemos afirmado, la narrativa transmedia se comunica a través de diversos medios y plataformas de comunicación con el objetivo de transformar a los espectadores en participantes activos de esta interacción. En algunos de los diferentes formatos de narrativa transmedia, sobre todo en las estrategias de márketing, a los consumidores se les suele llamar prosumidores.
En la cultura popular podemos encontrar los siguientes ejemplos: Matrix, la serie Mad Men, Star Wars (incluso antes de que se acuñara formalmente el concepto), Master Chef y, recientemente, Game of Thrones.
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