¿Cuántas fotógrafas mexicanas podemos nombrar? ¿Cuál fue el papel de ellas en el desarrollo de esta disciplina? ¿Acaso hubo fotógrafas queretanas en el siglo XIX? Son algunas de las preguntas que han abierto nuevas líneas de investigación en la historia de la fotografía de nuestro país y el estado.
Aunque son pocas las investigaciones sobre el tema (Emma García Krinsky, Eli Bartra, Patricia Priego y José Antonio Rodríguez), entre los hallazgos resalta el trabajo de una fotógrafa queretana. Su nombre fue Natalia Baquedano y nació en el estado en 1872. Desde muy pequeña incursionó en las artes, y posteriormente se formó en la antigua Academia de San Carlos.
De acuerdo con la investigadora mexicana Eli Bartra, Baquedano se antepuso a las expectativas de género de su tiempo, al independizarse de su familia y establecerse en la Ciudad de México, donde abrió su propio estudio fotográfico.
En el libro “La manera en que fuimos. Fotografía y sociedad queretana 1840- 1930” de Patricia Priego y José Antonio Rodríguez, se detalla que su establecimiento se llamaba “Fotografía Nacional” y se encontraba ubicado en la esquina de 5 de Mayo y Alcaiceria.
A partir de entonces, su trabajo se dio a conocer y su fama creció, no solo por ser una gran retratista, sino también, por experimentar con diversos soportes fotográficos que le posibilitó incluso, obsequiar a la esposa de Porfirio Díaz, un ramo de flores cuyos pétalos ostentaban imágenes miniatura.
“Con verdadero interés hemos seguido los notables progresos de esta joven artista hija de Querétaro, la que cada vez manifiesta más y más los verdaderos dotes que posee para las artes, y las que ha manifestado en la Capital de la República, en la Academia Nacional de Bellas Artes (…) Dedicada después al arte de la fotografía, han encontrado sus aptitudes un vastísimo campo en qué manifestarse, saliéndose de los rutinarios trabajos en aquél arte, ha inventado una verdadera novedad, para la cual ha pedido privilegio exclusivo como son los retratos en miniatura efectuados sobre hojas naturales. Usando este procedimiento la srita. Baquedano, según nos informa la prensa de la capital, va a obsequiar próximamente a la Sra. Carmen Romero Rubio de Díaz con un gran ramo de flores, en las que estarán los retratos del Sr. Presidente General Don Porfirio Díaz, del Sr. Lic. Romero Rubio, de la Sra. Castellot de Romero Rubio, y de las Sras. Romero Rubio de Teresa y Romero Rubio de Elízaga”, se lee en una cita extraída del periódico La Sombra de Arteaga, del 22 de agosto de 1898.
Resultado de su formación plástica y fotográfica, la autora también recreó escenarios con efigies religiosas; realizó puestas en escena inspiradas en la cotidianidad y documentó la vida de su hermana Clemencia, algo inusual en la fotografía de aquella época.
Murió a la edad de 64 años, soltera y sin hijos; para entonces ya nadie sabía de su trabajo fotográfico.