“Otras formas de mirar y de pensar”: el caso de una intervención con perspectiva de género en el Museo Regional de Querétaro

Recorrer el presente, re/imaginar el futuro

Paulina Macías, Rosario Bravo y Lilia Acosta / Colaboradoras Diario de Querétaro

  · miércoles 2 de octubre de 2024

Trabajadoras de la institución, pertenecientes a diferentes áreas, se unieron al proyecto. Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro


Mirar la realidad con otros ojos no es una tarea sencilla, sobre todo si se ha crecido en un medio que, con acciones y palabras, se imponen los deberes y saberes. Mirar y pensar distinto ¿por qué? ¿para qué? ¿a quién le interesa? y ¿desde dónde puede proponerse una mirada diversa?

Los museos son agentes sociales que, además de cuidar y exhibir objetos para la apreciación de los públicos, buscan potenciar la reflexión sobre temas de interés social, a través de recursos que fomenten el pensamiento crítico y la visita activa. Así, el Museo Regional, guardián de objetos heredados por nuestros ancestros, es también un dispositivo para contar historias, representar las diferentes identidades y proporcionar herramientas que incrementen la potencia del pensamiento, con una mirada desde el presente y lenguajes contemporáneos que vinculan a los públicos.

A pesar de lo anterior, la ausencia de las mujeres en los discursos históricos representados en los museos es frecuente y frente a ello es que en 2022 planteamos el proyecto Otras formas de mirar (y de pensar), una intervención temporal en el Museo Regional de Querétaro, que utilizó herramientas de la perspectiva de género para establecer un punto de vista crítico de la exposición permanente del museo, con el fin de provocar un diálogo contemporáneo con su discurso y colecciones.

Este proyecto, realizado de manera colectiva, lanzó una convocatoria a las trabajadoras del museo para realizar una relectura de los discursos que muestran nuestras salas permanentes. A esta invitación, se integraron diez compañeras de diferentes áreas de trabajo, establecimos un cronograma de trabajo en que se integraron, además de las lecturas de los textos de las salas (para observar la presencia o ausencia de las mujeres), lecturas teóricas sobre la perspectiva de género y pedagogía, desde donde nos nutrimos para nuestros análisis y reflexiones. El objetivo general fue dialogar con los discursos y colecciones para mirarlas de manera distinta.

Como objetivos particulares definimos: crear un espacio cercano, de diálogo y confianza; promover una reflexión sobre la situación subordinada, omisa o violentada que viven las mujeres; identificar las diferentes violencias de que son objeto y proponer la posibilidad de romper con los pensamientos e ideas estereotipadas que han perpetuado el deber ser femenino y masculino y hablar en voz alta sobre la dificultad de reconocer esas violencias tan normalizadas en la sociedad. De esa manera pusimos en marcha el proyecto.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

Nuestros referentes para el trabajo fueron: el colectivo Las Brillantinas del MUAC, las artistas contemporáneas Mónica Mayer (mexicana) y Cecilia Vicuña (chilena), y un poema de Rosario Castellanos, “Meditación en el umbral” que sugiere que debe haber otro modo de ser humano y libre; del cual tomamos un poco el nombre de nuestro proyecto. Las sesiones de trabajo se convirtieron en un espacio de confianza, de lectura colectiva, de debate y reflexión. En ellas, detectamos las prácticas que perpetúan el deber ser femenino y buscamos visibilizar a las mujeres en la historia, lo que resultó en una intervención temporal en nuestras salas permanentes.

Determinamos tres ejes centrales para el proyecto: intervención textual, visual y la visibilización de las mujeres en el discurso. En la intervención textual, desdoblamos los sustantivos y artículos para visibilizarnos, propusimos sustantivos genéricos y abstractos, con el propósito de escuchar las voces de las mujeres. Para el lenguaje visual, con recursos de diseño, colocamos siluetas e imágenes frente a algunas obras e hicimos a través de “llamadas” de atención resaltando los roles, estereotipos y omisiones de las mujeres; la visibilización de las mujeres en la historia las hicimos presente por medio de representaciones de siluetas en las que les dimos voz a través de información en primera persona y haciendo un análisis de su legado desde el presente. También desagregamos datos, resultado de un análisis de las salas en cuanto a la presencia femenina e investigamos sobre las aportaciones de las mujeres en el mundo laboral, datos que esquematizamos en estadísticas. Finalmente, por medio de pequeños guiños, especulamos sobre otras formas más incluyentes de contar nuestras historias.

La estética y los materiales de la intervención, los elegimos deliberadamente llamativos, y expresamente efímeros. La intervención es temporal y las obras artísticas creadas por mujeres, al menos en el siglo XX, han echado mano de lo cercano, lo cotidiano, lo accesible porque no siempre hemos tenido acceso a los medios de creación y producción más lujosos, más permanentes, lo que también es una toma de postura. Hacemos con lo que tenemos a mano y las reflexiones profundas, esas que abren caminos, que necesitan más discusión, colectividad y reflexión que medios caros de producción.

Todo lo anterior no sucedió sin desafíos. En primera instancia, la resistencia de nuestros propios compañeros y del público a una intervención de este tipo, no sólo en términos de discurso sino la resistencia a intervenir y cuestionar los objetos que en un museo se vuelven intocables. Por otro, trabajar en un proyecto colectivo e interdisciplinario fue un reto; la integración de un equipo con perfiles distintos, con personas contratadas para hacer un trabajo en particular en una estructura institucional bastante jerárquica planteó ciertas dificultades que se acentuaban con las complicaciones logísticas que implicó reunirnos a discutir mientras teníamos que mantener el museo abierto y dar servicio a nuestra comunidad.

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Con esto buscamos que el Museo Regional abone a una mirada crítica y diversa, y a gestionar de manera consciente, actual y responsable esa administración de los símbolos y las imágenes que Carol Ducan describe en las labores que desarrollan los museos en su texto de 1995 El Museo de arte como ritual y, de esta manera, echar mano del prestigio que ha sido dado a las instituciones museales para poner al servicio de públicos diversos y mentes críticas la potencia que se lee en esta afirmación de la misma autora: “Controlar un museo significa precisamente controlar la representación de los más altos valores y verdades de una sociedad” y así lograr que nuestros proyectos hagan realidad esa potente frase que le hemos escuchado a directores de museos en diversas conversaciones: los museos son espacios seguros para conversaciones difíciles.