Paciencia. Reflexión y análisis para el trabajo en escena

Carlos Contreras

  · sábado 9 de junio de 2018

Fotos: Cortesía

La paciencia es amarga, pero el fruto es dulce

Jean Jacques Rousseau

Desde que existen las licenciaturas en arte dramático, las diversas compañías no sólo de nuestro estado, sino del país, se nutren con la sangre nueva que brota de las universidades y centros de formación para actores. Ya pocos se forman sólo en las tablas, dado que éste es el giro que ha tomado el arte dramático para encontrar mayores posibilidades laborales en nuestras diferentes ciudades. Pocos, quizá muy pocos, aspirantes a estudiar el drama lo hacen sólo fuera de las aulas, así es que cuando la carrera termina, lo siguiente es preguntarse ¿qué hago con lo que aprendí? ¿quién me invitará a trabajar en su compañía? ¿qué proyecto debo emprender?

Si por alguna razón, los actores y actrices que cursaron la carrera no buscaron la oportunidad de hacer un proyecto mientras estudiaban, o bien se mantuvieron lejos de los procesos y las formas de hacer teatro que desarrollan las compañías de sus regiones, esas preguntas probablemente incrementen sus estados de ansiedad en comparación con quienes todo el tiempo buscaron oportunidades.

Sin embargo, no todo está perdido, siempre hay caminos, el teatro ofrece posibilidades desde la dramaturgia, la producción escénica, la escenotecnia e incluso la misma dirección escénica. Muchos docentes que verdaderamente se preocupan por el egreso y contratación de sus alumnos recomiendan perfilarse inmediatamente, incluso antes de salir de la carrera, y es aquí donde tiene lugar el asunto central de este artículo.

Muchas veces, es difícil decidir en qué enfocarse, sobre todo cuando existe una licenciatura que pretende abarcarlo todo, dando una probada del mar de posibilidades para ser y crear dentro del teatro; y una vez que uno decide el tema es cómo venderse, cómo generar trabajo para sí y para quienes le acompañan en el camino. Tal es el caso del productor ejecutivo, una figura importante -si no es que la más importante para cualquier compañía- alguien que no debe ser sólo encargado de administrar un recurso, sino conseguirlo, ejercerlo y potenciarlo. Los frutos de su pericia, radican en el hecho de haber logrado reunir a un equipo ideal de personas que le den la oportunidad de decir lo que anhela en connivencia con el director de escena que, en muchos casos, termina siendo él mismo o bien convoca a quien podría llevar adelante el proyecto tan querido para ser dado a la luz. Aquí la paciencia es casi un asunto de vida o muerte porque, o se derrumba lo añorado, o se le apuesta todo para seguir dando frutos. Viéndolo de forma empresarial, el proyecto debe terminar siendo rentable, aunque si no reditúa en un inicio, será algo que aporte a futuro como experiencia para generar mejoras; es preferible darse a conocer por la capacidad y los alcances a lograr que por el fracaso prematuro.

En la dramaturgia, el tema es algo distinto. Actualmente, para evitar el pago de derechos de autor, o por las complicaciones que presenta el hecho de contactar a los escritores (a extranjeros y/o nacionales), las compañías se valen de la adaptación, versión libre y demás términos, o hay incluso quienes impunemente montan las obras sin siquiera avisar al autor, pero el medio es tan reconocible que nunca falta quien dé aviso; en este caso, no hay como buscar acuerdos una vez que se contacta al escritor de la obra. Por estas razones, ser dramaturgo es también un acto estoico de paciencia para que el texto sea reconocido en diferentes ámbitos o agrupaciones y que vaya de la mano con una producción que logre volver ese texto en un hecho entrañable y de esa forma darse también a conocer.

La paciencia es bandera para encontrar el camino en el teatro, ya sea iniciando como actor y terminando como productor o director de escena. Es imperante definir, mas nunca es tarde para elegir, nuestras decisiones forjan el lugar en el que deseamos permanecer y esto pasa dentro y fuera del teatro; y si con el pasar de los años, viviendo en la congoja, que no nos deja estar en paz, descubrimos que no es lo nuestro, pues entonces es momento de cambiar y hacer lo que nos de tranquilidad.

“Nunca cortes un árbol en el invierno. Nunca hagas una decisión negativa en un momento difícil. Nunca hagas tus decisiones más importantes cuando estás en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. La primavera vendrá”. Robert H. Schuller.