/ jueves 17 de mayo de 2018

Palabrando la tierra, jolgorio alrededor de la poesía

El reloj de la eternidad detuvo sus manecillas en la ciudad de Querétaro. Decenas de seres humanos se enlazaron puntuales. La finalidad: palabrar la Tierra. Un extenso jolgorio de versos se produjo en el marco de este encuentro poético, que integra escritores hispanohablantes y en lengua originaria cada año.

En esta edición, el Festival de Poesía Palabrando la Tierra logró una mayor proyección, con lo que consolida sus bases para ser considerado como uno de los escenarios más trascendentes de la región para poetas nacidos en todo el país.

Ejemplo de ello es la intervención de Irma Pineda (Juchitán, Oaxaca), quien presentó su obra "Rojo Deseo" (Pluralia Ediciones). Uno de los instantes que cimbró la atmósfera del Centro Cultural Níspero (una de las sedes del festival), fue escuchar la voz de esta poetisa, quien incendió la noche con versos teñidos de un profundo erotismo, además de compartir las anécdotas que también la llevaron a ser la escritora contestataria que hoy conocemos.

Los músicos Alec Dempster y Ruy Guerrero hicieron eco a las palabras de Irma con un tradicional son jarocho.

Poco más de 25 horas de programación, develó un sinfín de dinámicas que, en conjunto, lograban construir una fiesta larga. Noche y día de jolgorios, de palabras cuyas tonalidades emergían del espíritu humano. El poeta tsotsil Xun Betán (antropólogo, activista y articulista del periódico La Jornada) provocó la algarabía entre los presentes, con los paisajes de tierra y ríos, fogatas, lunas y montañas que contiene su poesía.

Bajo este ritmo, que ilustra a la perfección el amor y el respeto al planeta Tierra (Pachamama), se escuchó a los escritores Artemio Ramón (Téenek), Alberto González (Hñahñu), Cecilia Díaz (Tsotsil) y Joel Merino (Triqui), quienes coloreaban el viento con los sonidos de su canto, al compartir poesía en su lengua madre.

La cualidad del tiempo es ser eterno. Y el aire parecía explayar las letras por la piel, por los oídos, por los corazones de quienes escuchaban a los y las poetas. Cynthia Franco, subdirectora de Poesía y Trayecto A.C. en la CDMX, poeta y artista multidisciplinaria, también elevó la humeante balada de los versos, a través de su particular proyección con un estilo chamánico. A su lado, Abshintya Ígnea (ambas de Tijuana) ejecutaron el performance con que terminaba la tercera edición del festival, bajo el título de “Las Tisanteras”, un ritual de poesía y danza entre penumbras.

Múltiples versos, decenas de poetas y un solo latido, entramaron el III Festival de Poesía Palabrando la Tierra. Voces de profunda trayectoria compartieron escenario: Ricardo Escartín (California), Mario Dux (CDMX), Nayeli Godínez (Hidalgo), Gabriela Méndez Guido (Estado de México), Jair Guzmán (Querétaro), Alma Hernández (CDMX), Mary Paz Mosqueda (Querétaro), Antonio Herrera (Estado de México), Alberto Gálvez (Chiapas)… Los tejedores de la palabra provocaron luces celestes en pleno centro histórico de Querétaro.

Palabrando la Tierra fungió como plataforma escénica para más de 60 artistas de todo el país. Poesía, danza contemporánea, música en vivo, performance y talleres conformaron esta fiesta artística, cuya esencia es proyectar las virtudes de seres humanos que depositan su existencia en el arte.

La figura de los desiertos también se impregnó en el festival a través del canto Cardenche, con el grupo Martajados del Real; el cuerpo humano también se manejó como escenario poético durante el ensamble de danza contemporánea, enredada a la música electrónica; los tambores encendieron la fiesta a través de la Danza Africana, un homenaje a Chava Flores revistió las actividades; mientras el jolgorio tenía su clímax con la ejecución del Son Jarocho en el Centro Cultural El Árbol (segunda sede del festival).
El largo proceso de la creatividad se ejecuta en este cósmico encuentro. Un mundo onírico se manifiesta. Y sólo tres días de actividades sintetizan un camino de cinco meses de preparación, organización, consenso, vínculos, invitaciones, conversaciones, encuentros, tertulias y noches de esplendor... En resumen, un festival que nace desde la Imaginación.

Todo es puntual, preciso. El mes de mayo se destina desde hace tres años para celebrar la Poesía. Y para ello se prepara el camino. Comienzan las visitas a otros estados de la República, las llamadas telefónicas, el enlace con poetas -primero- invitando también a aquellos artesanos de la palabra escrita que todavía no han sido publicados.
En este camino no hay 'lugares comunes'. Es decir, no existe un proceso rígido de selección para incorporar a las y los poetas. Las miradas, los diálogos, el abrazo, las tertulias, la voluntad del espíritu; todo esto desemboca en la generación de un festival de poesía entusiasta, que en tan corto tiempo ha logrado proyectarse en la región central y bajío.

A partir de ahora se traza un dibujo importante: que el Festival de Poesía "Palabrando la Tierra", se conozca en todo el país.

El reloj de la eternidad detuvo sus manecillas en la ciudad de Querétaro. Decenas de seres humanos se enlazaron puntuales. La finalidad: palabrar la Tierra. Un extenso jolgorio de versos se produjo en el marco de este encuentro poético, que integra escritores hispanohablantes y en lengua originaria cada año.

En esta edición, el Festival de Poesía Palabrando la Tierra logró una mayor proyección, con lo que consolida sus bases para ser considerado como uno de los escenarios más trascendentes de la región para poetas nacidos en todo el país.

Ejemplo de ello es la intervención de Irma Pineda (Juchitán, Oaxaca), quien presentó su obra "Rojo Deseo" (Pluralia Ediciones). Uno de los instantes que cimbró la atmósfera del Centro Cultural Níspero (una de las sedes del festival), fue escuchar la voz de esta poetisa, quien incendió la noche con versos teñidos de un profundo erotismo, además de compartir las anécdotas que también la llevaron a ser la escritora contestataria que hoy conocemos.

Los músicos Alec Dempster y Ruy Guerrero hicieron eco a las palabras de Irma con un tradicional son jarocho.

Poco más de 25 horas de programación, develó un sinfín de dinámicas que, en conjunto, lograban construir una fiesta larga. Noche y día de jolgorios, de palabras cuyas tonalidades emergían del espíritu humano. El poeta tsotsil Xun Betán (antropólogo, activista y articulista del periódico La Jornada) provocó la algarabía entre los presentes, con los paisajes de tierra y ríos, fogatas, lunas y montañas que contiene su poesía.

Bajo este ritmo, que ilustra a la perfección el amor y el respeto al planeta Tierra (Pachamama), se escuchó a los escritores Artemio Ramón (Téenek), Alberto González (Hñahñu), Cecilia Díaz (Tsotsil) y Joel Merino (Triqui), quienes coloreaban el viento con los sonidos de su canto, al compartir poesía en su lengua madre.

La cualidad del tiempo es ser eterno. Y el aire parecía explayar las letras por la piel, por los oídos, por los corazones de quienes escuchaban a los y las poetas. Cynthia Franco, subdirectora de Poesía y Trayecto A.C. en la CDMX, poeta y artista multidisciplinaria, también elevó la humeante balada de los versos, a través de su particular proyección con un estilo chamánico. A su lado, Abshintya Ígnea (ambas de Tijuana) ejecutaron el performance con que terminaba la tercera edición del festival, bajo el título de “Las Tisanteras”, un ritual de poesía y danza entre penumbras.

Múltiples versos, decenas de poetas y un solo latido, entramaron el III Festival de Poesía Palabrando la Tierra. Voces de profunda trayectoria compartieron escenario: Ricardo Escartín (California), Mario Dux (CDMX), Nayeli Godínez (Hidalgo), Gabriela Méndez Guido (Estado de México), Jair Guzmán (Querétaro), Alma Hernández (CDMX), Mary Paz Mosqueda (Querétaro), Antonio Herrera (Estado de México), Alberto Gálvez (Chiapas)… Los tejedores de la palabra provocaron luces celestes en pleno centro histórico de Querétaro.

Palabrando la Tierra fungió como plataforma escénica para más de 60 artistas de todo el país. Poesía, danza contemporánea, música en vivo, performance y talleres conformaron esta fiesta artística, cuya esencia es proyectar las virtudes de seres humanos que depositan su existencia en el arte.

La figura de los desiertos también se impregnó en el festival a través del canto Cardenche, con el grupo Martajados del Real; el cuerpo humano también se manejó como escenario poético durante el ensamble de danza contemporánea, enredada a la música electrónica; los tambores encendieron la fiesta a través de la Danza Africana, un homenaje a Chava Flores revistió las actividades; mientras el jolgorio tenía su clímax con la ejecución del Son Jarocho en el Centro Cultural El Árbol (segunda sede del festival).
El largo proceso de la creatividad se ejecuta en este cósmico encuentro. Un mundo onírico se manifiesta. Y sólo tres días de actividades sintetizan un camino de cinco meses de preparación, organización, consenso, vínculos, invitaciones, conversaciones, encuentros, tertulias y noches de esplendor... En resumen, un festival que nace desde la Imaginación.

Todo es puntual, preciso. El mes de mayo se destina desde hace tres años para celebrar la Poesía. Y para ello se prepara el camino. Comienzan las visitas a otros estados de la República, las llamadas telefónicas, el enlace con poetas -primero- invitando también a aquellos artesanos de la palabra escrita que todavía no han sido publicados.
En este camino no hay 'lugares comunes'. Es decir, no existe un proceso rígido de selección para incorporar a las y los poetas. Las miradas, los diálogos, el abrazo, las tertulias, la voluntad del espíritu; todo esto desemboca en la generación de un festival de poesía entusiasta, que en tan corto tiempo ha logrado proyectarse en la región central y bajío.

A partir de ahora se traza un dibujo importante: que el Festival de Poesía "Palabrando la Tierra", se conozca en todo el país.

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