"Si la gente no va a la música, la música va a la gente", dice un marimbero chiapaneco tras culminar con su repertorio en una colonia aledaña al Centro Histórico. Ante la imposibilidad de continuar con su labor en restaurantes y eventos privados por la pandemia, el músico decidió salir de casa con su instrumento, para alegrar con su música las calles de Querétaro, San Juan del Río y El Marqués a cambio de una cooperación voluntaria.
Su nombre es Juan Alberto Girón, y es originario de Huixtla, Chiapas. Hace 13 años emigró al municipio de San Juan del Río, Querétaro para probar suerte con su música, una labor que ha permanecido en su familia por más de cinco generaciones.
Antes de la pandemia, Juan Alberto formaba parte de una agrupación de marimberos, quienes se dedicaban a amenizar las tardes de aquellos comensales que decidían degustar un poco del sur del país, desde las mesas del restaurante Zandunga.
Sin embargo, tras declararse la contingencia sanitaria, y luego de suspenderse todas las actividades públicas en apego a los lineamientos de la Secretaría de Salud, Juan Alberto decidió viajar a su tierra natal, para conseguir su propia marimba con lauderos locales y trabajar de manera independiente por las calles de Querétaro.
Hacerlo no ha sido tarea fácil, confiesa el músico, pues tan solo el instrumento pesa entre 45 y 60 kilos, y su estructura es muy delicada; se tiene que trasladar con movimientos suaves y protegerse de la lluvia, pues el contacto directo con el agua podría provocar la hinchazón de las maderas y su subsecuente desafinación. Así que en plena temporada de lluvias, el marimbero carga con bolsas, hules espuma y demás aditamentos para proteger su marimba durante el trayecto.
“Cuido mucho que no se moje el instrumento, porque si llegara a pasar, la madera se va desafinando poco a poco y con el tiempo hay que renovarla. Y no es cualquier madera, es hormiguillo natural, se da allá por Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Tabasco…”, explica, detallando que el precio de una marimba renovada oscila entre 15 y 17 mil pesos, y nueva entre 25 y 30 mil pesos.
Para alivianar la jornada, desde hace tres meses hace mancuerna con Adrián Valerio Aguilar, quien además de ayudarle a mover la marimba y a pasar el bote de monedas por ventanas y puertas, interpreta el güiro al ritmo de los boleros, danzones, cumbias, norteñas y chachachás que Juan Alberto interpreta con gran maestría.
La dupla que se hace llamar "Marimba estrella de Chiapas", llega todos los días a las 10:00 horas a la central de Querétaro, y de ahí se dirige al último punto recorrido para retomar su camino.
Por la fragilidad y peso de la marimba, al terminar su jornada los músicos encargan el instrumento de percusión en alguna de las casas visitadas.
“Como no traemos carro pues lo vamos encargando. Claro que primero verificamos que a la gente le gusta esta música, y si es así, les preguntamos si tienen un lugarcito, si la marimba se puede quedar una noche”, relata.
Afortunadamente, dice, a mucha gente le sigue gustando la música de marimba. Basta con que Juan Alberto toque los primeros acordes de una canción para que los vecinos se asomen por sus ventanas con cara de asombro. Los menos tímidos incluso se animan a salir de sus casas para cantar y bailar al ritmo del Al son de la marimba, Las chiapanecas, La llorona, Dios nunca muere y algunos otros clásicos.
Con tapabocas y guardando sana distancia, los músicos atienden amablemente a todas las peticiones de su público, quien con monedas e incluso despensa, agradece a los artistas por traer un pedacito del sur al Bajío, por su concierto itinerante y sus acordes al pasado.
“Si les gusta nuestra música, nuestro arte, no dejen de apoyarnos con lo que puedan, lo que sea: despensa o de manera monetaria. Nosotros con gusto le tocamos la música”, expresa el marimbero con una sonrisa, asegurando que luego de una jornada de ocho horas, logran reunir cerca de $700 pesos, que bien les sirve para pagar sus pasajes a Querétaro, transportar la marimba en taxi de colonia a colonia, y sobrellevar los gastos del mes.