Las obras de Shino Watabe son una mezcla entre su infancia transcurrida en Japón y su vida adulta en México, país donde radica desde hace 31 años.
La pintora japonesa, nacida en Tokio, pero mexicanizada desde hace más de tres décadas, recuerda con orgullo que aprendió a pintar sobre lienzo desde que tenía 12 años de edad; en aquella época, hizo de la pintura una terapia del lenguaje, e irónicamente, de manera silenciosa, sólo con lienzo, brochas y pintura, superó las dificultades lingüísticas a las que se enfrentaba.
Años después, Shino descubriría que lo vivido a los 12 años sería un presagio, y que su pasión por la pintura volvería a salvarla una vez más.
Shino Watave estudió en la Universidad Femenina de Bellas Artes de Tokio. Cuando sólo tenía 17 años, su padre le regaló un viaje a México, y desde esa primer visita,Shino quedó prendada de los pintores mexicanos como José Clemente Orozo, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, pero sobre todo “de la intensidad de sus colores”, comenta la propia artista.
Después de ese primer acercamiento, Shino volvió a Tokio, pero México ya estaba muy dentro de ella, por lo que años después, en 1990 regresó al país para estudiar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, desde entonces vive en Coyoacán, Ciudad de México, donde se dedica por completo a la pintura.
Pero la pasión de Chino Watabe por la pintura y la cultura mexicana van mucho más allá de unos boletos de avión y el cambio de residencia.
Una vez que Shino terminó sus estudios, vivió en México varios años sólo con el apoyo económico de su padre; sin embargo, para alcanzar la independencia económica decidió renunciar por un tiempo a la pintura y conseguir empleo como oficinista. Shino recuerda aquella etapa como una de las más oscuras en su vida, pues debido al estrés constante con el que vivía en ese entonces, tuvo afectaciones en su nervio óptico y perdió el 80% de su visión.
“Yo dije, ‘¿cómo es posible que no gane lo suficiente para vivir de manera independiente?’, en ese tiempo mi padre me apoyaba económicamente pero yo no quería que fuera así siempre, entonces me alejé de la pintura y obtuve otros empleos, en otras cosas que no tenían nada que ver con la pintura, pero eso no me hacía feliz, eran días de mucho estrés, lo que me llevó a perder la vista. Los doctores me dijeron que el daño en mi nervio óptico se debía a una situación de estrés intenso, me convertí en una persona débil visual, en ese momento aún tenía el 20% de mi visión, ahora conservo un 7% de visión total”.
Como es natural, Shino vivió un proceso de depresión que duró todo un año. La artista reconoce que aunque en ese momento aún conservaba un 20% de su visión, ella sentía que era ciega total, pues su vida cambió por completo, y toda la independencia que había adquirido al vivir en un país extranjero, de repente se había ido.
Un año después de haber adquirido la discapacidad y convertirse en una persona de baja visión, impulsada por un grupo de pintoras japonesas que también vivían en la Ciudad de México, Shino volvió a pintar, pero no con brochas, sino con sus manos.
Ahí descubrió que su carrera como artista apenas estaba por iniciar, pues en la primera exposición colectiva en la que participó desde que adquirió la discapacidad, dos de sus obras se vendieron rápidamente.
“Era muy difícil que en una exposición se vendieran obras tan rápido y dos de mis obras sí se vendieron en aquella ocasión, ahí me di cuenta que las personas no diferenciaban la discapacidad que yo tenía, que no había diferencia entre mi trabajo y el de las demás pintoras que no tenían baja visión. Ese grupo de pintoras japonesas siempre me impulsó y me animaban a volver a pintar.
“Fue un proceso difícil porque yo tuve que cambiar por completo la técnica, yo antes pintaba óleo, pero ya no podía hacerlo porque es muy dañino para las manos, encontré nuevas formas de pintar usando mis manos como herramientas”.
Después de adquirir la discapacidad visual, Shino Watabe estudió grabado en la Academia de San Carlos y dibujo en la Fundación Gilberto Aceves Navarro. Desde entonces integra a sus obras diversas texturas y aromas como herramientas para sentir y disfrutar sus pinturas desde otras percepciones.
La propia Shino detalla que las temáticas en sus obras son variadas, pero sin duda predominan aquellas que cuentan historias sobre su infancia en Japón, aunque con colores muy vivos que representan a México.
“Casi toda mi obra son recuerdos de mi infancia en Tokio, pero me han dicho que los colores que utilizo siempre son muy mexicanos, muy vivos, que fue lo que más me impresionó desde que viajé por primera vez a este país, los colores tan intensos de los murales mexicanos.
“Toda mi obra que hice cuando vivía en Japón, es muy oscura, colores muy oscuros, pero mi obra en México es bastante viva y llamativa, sin duda hay una diferencia”, comenta la artista.
Aunque Shino conoce el Festival Oxímoron desde hace varios años, esta será la primera ocasión en que participará con su exposición Huellas apreciables, una selección de 12 de sus obras que estarán expuestas en el Museo de la Ciudad, y cuya inauguración será el próximo 14 de enero a las 19:00 horas.
“Yo sabía del festival, sabía del trabajo de Artesano Buró Cultural, y siempre había sido mi sueño formar parte de Oxímoron, ahora tengo esta exposición individual de 12 piezas, escogí las obras que tenían que ver con el tema del festival, esa temática de infinito que tiene el festival, también incluí tres piezas nuevas que pinté precisamente para este festival”.
El festival más grande
Shino Watabe es sólo una de los 23 artistas que forman parte de la octava edición del Festival Cultural Inclusivo Oxímoron, que se realizará en Querétaro hasta el 16 de enero.
Este festival es impulsado por la asociación Artesano Buró Cultural con el objetivo de incentivar la reflexión, el análisis y la muestra de proyectos artísticos y culturales realizados desde la discapacidad, así como generar una oferta para este sector de la población.
En este sentido, Miguel Ángel León Alvarado, director operativo de Buró Cultural, señala que esta octava edición del Festival Oxímoron es la más grande realizada hasta ahora, debido a que se contará con la presencia de 23 artistas y alrededor de 27 actividades artísticas.
“Yo creo que es el festival Oxímoron más grande que hemos hecho, como su nombre lo dice es infinito, vamos a hablar de todo lo que las personas con discapacidad sentimos y queremos expresar a través del arte, son 27 actividades es un programa muy completo. Nosotros ponemos en duda eso de la discapacidad, nosotros no tenemos falta de capacidades, sino que tenemos toda la capacidad de expresarnos a través de la cultura y el arte”.
Entre los artistas invitados y que conforman el programa de actividades se encuentra Carla Zabé, artista que creó una línea de comunicación dentro de la plástica luego de padecer esclerosis múltiple, y Rock Di, una banda de San Juan del Río integrada por músicos con discapacidad intelectual, que buscan hacer un alto a los estereotipos, prejuicios y discriminación.
Asimismo se presentará el podcast “Voces Necias. Donde la discapacidad se oye de modo distinto” y del libro “Amor sobre ruedas”; así como talleres de escritura creativa para jóvenes y adultos con discapacidad; de dibujo y pintura sensorial , teatro para sordos, exposiciones de fotografía desde la ceguera, y más.