Plaza Mariano de las Casas. Pasado - Presente

Cartografía del tiempo

Edgardo Moreno Pérez | Colaborador Diario de Querétaro

  · viernes 6 de diciembre de 2019

[...] "No cabe duda de que, en relación con la vida familiar, política y religiosa de nuestros días, son muy numerosos los que experimentan la irrelevancia creciente de los valores del mundo cotidiano tradicional que antaño, con mayor o menor fortuna, habían otorgado orientación y confianza a individuos y grupos humanos" (Duch:2015).

Habitar… La Plaza

La Plaza en la actualidad se configura como un espacio que aloja diversos establecimientos como cafeterías, restaurantes, pizzerías, puestos de tamales y atole, jugos, entre otros. Una sección de este lugar es ocupada por carritos –carretas– que ofrecen una multiplicidad de objetos artesanales, valdría la pena no tener reserva alguna y mostrarnos como seres contemplativos; cada artesanía nos expone y refiere acerca de los usos y costumbres de la vida cotidiana, cosmovisión, ritualidad y de las pausas transitorias del pueblo originario. Simultáneamente es un sitio para el concierto de música popular, rock y otras expresiones. Además de ser muestra gastronómica para la venta de antojitos en las fiestas patronales; no sólo del jolgorio de cabezones y mojigangas sino también de los coloridos y místicos festejos marianos. A su vez ha albergado a más de una veintena de representaciones itinerantes de las Bellas Artes como el teatro y la danza. Jóvenes y viejos son el paisaje humano (estudiantes, desempleados, migrantes, indigentes, jubilados, mamás y papás esperando por los niños que salen de la primaria adjunta). Bandas de Guerra ensayando, al igual que las escoltas de las escuelas cercanas. Espacio del Tai -Chi, del baile de danzón o folklórico y del yoga. Dormitorio de personas en situación de calle. Personajes con su equipo acuático, en medio de la fuente empeñándose en el mantenimiento. Lugar de encuentro para amorosos con sus abrazos y besos... que atestiguan los satíricos mascarones de los botareles del templo que les enseñan la lengua.

In situ

Bancas y jardineras siempre ocupadas que le dan vida; se revela la apropiación de un espacio urbano para el devenir cotidiano. Vuelo de palomas del campanario a los nichos, de los característicos botareles a la cavílate testa de don Ezequiel Montes Ledesma, en espera de que el alto clero reciba las razones de los liberales laicos. Se posan las hombreras del bizarro general José María Arteaga, guerrero de las batallas por un proyecto de patria de hombres libres, por algo su nombre fue adoptado por el Estado (cambiado en esos vaivenes de las ideas). Espacio para el video - mapping que es proyectado en la fachada del templo de Santa Rosa de Viterbo en diferentes épocas del año.

Descubrimientos

Los portales construidos en la década de los 60, siguieron la inercia de la arquitectura neo colonial, rematados con sus pináculos. Son el abrigo inequívoco en la época de lluvia, desde donde se contempla, tras la cortina del agua pluvial –o de la fuente–, el fenómeno óptico del templo de Santa Rosa de Viterbo, inmueble considerado símbolo del barroco; como si fuese una visión impresionista... semánticas y apropiaciones. También se propicia otro descubrimiento, sólo para diletantes, sobre el acuoso espejo del piso de cantera de la plaza, el reflejo de la torre con su chapitel mudéjar y las columnas anilladas del tambor que sostiene la cúpula.

Usos del espacio

Esas zigzagueantes calles hondas que se convertían en lagunas durante épocas de lluvias; en el barrio de Santa Rosa la mayoría de las casas fueron construidas de adobe y piedra; en su entorno se encontraban establos, sembradíos de cacahuate, calabaza, frijol, en fin, los productos de la milpa. Por la calle de Arteaga estuvo una fábrica de cartón corrugado, hace más de medio siglo. También las pulquerías "El Quinto Toro" y" La Chinampa" eso sí, una frente a otra siempre concurridas por jornaleros, aguadores y soldados. Las cantinas de aquellos tiempos eran "La Esquina" y "El Rayito de Luna". A su vez el "bendito olor de la panadería"... salía de la tahona de un vecino apodado El frijol.

Otras maneras de habitar...

Todo cambió. Desde los años 50 del siglo XX, se abrieron los comercios del pan de las monjas del claustro de las claras. Así como otras ventanas "mostrador", los tamales y atole de la antigua calle de Caltonzin y Tarascos, hasta los actuales comercios que expenden empanadas, comidas naturistas, tacos y gringas, además de los hoteles de diversa naturaleza. Desaparecieron las carbonerías y sus carboneros tiznados desde los huaraches hasta la punta del sombrero. Se entiende la letra de huapanguera: "Que siendo yo carbonero, una vieja me ha tiznado". Pereció el molino de nixtamal con su hilera de mujeres con sus rebozos y sus murmullos. Las peluquerías con sus cilindros de color rojo y azul; dejaron su espacio a las estéticas.

Modernidad y desarrollo

La etapa de la industrialización y descentralización llevada a cabo en la década de los 60, trajo a la región fuertes flujos migratorios y cambios trascendentales en las costumbres queretanas; la población se incrementó al 100%. En 1960 había en la ciudad de Querétaro 67 mil 674 habitantes, una década después fueron censados 112 mil 995 habitantes. La riqueza cultural está sustentada en la diversidad multicultural. En virtud de las mentalidades de esa época –medio siglo atrás–. Fue demolida la manzana que se encontraba frente al templo de Santa Rosa de Viterbo para admirar la "bella joya barroca".

Patrimonio Cultural

La ciudad de Querétaro había conservado su fisonomía de la época virreinal para algunos pueblerina, polvosa, mojigata y mocha. Diversas razones fueron las que preservaron lo que hoy denominamos Patrimonio Cultural. La férrea defensa de don Germán Patiño, don Heraclio Cabrera, don Manuel de la Llata, entre otros, primero para considerar los viejos edificios y obras de arte como "Monumentos coloniales" la integración de sociedades en favor de su defensa en los años 30 y 40 del pasado siglo. Sus afanes dieron fundamento al nombramiento de Zona Monumental en los 80 del siglo XX, finalmente el reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en 1996.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Diciembre de MMXIX.