Plazoleta del Mexicano. Merced Vieja

Cartografía del tiempo

Edgardo Moreno Pérez | Colaborador Diario de Querétaro

  · viernes 15 de enero de 2021

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá el hecho estético.

J. L. Borges.



Una invitación para mantener suspendido el tiempo convencional, detener el devenir para observar la vida cotidiana, entre el pasado-presente del espacio urbano. En el entorno que hemos reseñado en las últimas entregas se encuentra la Fuente del Mexicano. En la actual calle de 16 de Septiembre Ote. Antigua calle del Mexicano casi esquina con las calles Del Rescate y de La Merced. –Actual Ignacio M. Altamirano norte–. En el tramo de 16 de Septiembre y 15 de Mayo se encontraba el primitivo Templo y Hospicio de los mercedarios. Vamos a conocer un poco las historias que nos relatan la convergencia de esas esquinas. (En el Plano de 1790 se aprecia con el número 1, la Parroquia de Santiago; con el 2, la Congregación; con el 17, el hospicio de la Merced y con el 18, los Reales Colegios de San Francisco Xavier)

Intercambio comercial y manifestaciones festivas

En el entorno existieron varios mesones para arrieros que transitaban por los caminos reales y sus ramales; se hospedaban también comerciantes, cómicos de la legua y peregrinos. Entre los personajes variopintos se encontraban viajeros que venían para introducir sus mercancías en la ciudad; piñones, tunas, pitayas, nopales, hierbas diversas, aves de corral. Los más con productos de la Sierra Gorda y del Semidesierto, en la plazoleta del Mexicano se veían las mulas y borricos con sus cargas de huacales que contenían duraznos, tejocotes, manzanas, aguacates; leña, plantas y tierra. Loza de barro. Estaban también los que arribaban a la ciudad para comprar sus despensas del mes o para abasto y proseguir hacia Tierra Adentro. Otros con el propósito de asistir a las peleas de gallos, a jugar en las loterías, a participar en las carreras de caballos. Era común que en los traspatios se improvisaran juegos de azar, que no pocas veces terminaban en riñas. Tuvieron también cabida en sus corrales fandangos, con sones de la tierra no obstante de las prohibiciones y censuras por las instituciones políticas y eclesiásticas. Jarabes cuestionados por el "meneo de caderas" y por bailar y "dar barriga con barriga". En la manifestación festiva y jocosa con vihuelas, arpas y jaranillas se interpretaba: "El baile de la Jerigonza / ¡andar, andola! / El baile de la Zarabanda / ¡cómo lo bulle, cómo lo baila" (Frenk. 1989). Eran comunes las historias de aparecidos y fantasmas. Leyendas y cotilleo de tesoros encontrados o inducidos a su encuentro por seres descarnados como agradecimiento a la ayuda de su alma en pena, quizá a la búsqueda de sufragios por medio de rezos y misas para terminar con sus errancias por el mundo de lo vivos. Como la que se cuenta todavía de la casona que daba a la plazoleta y a la fuente, donde ahora se encuentra una preparatoria. Calle abajo –Del Sol Divino– (Tramo de 16 de Septiembre entre Prospero C. Vega y Altamirano), se encontraban los Reales Colegios de los jesuitas.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

Fuente del Mexicano

La plazoleta que existió es casi imperceptible en la actualidad, fue un lugar de encuentro de muleros y vecinos para el suministro de agua. La calle del Mexicano da nombre a la fuente que conserva su pilancón de cantera. De un mascarón adosado a la pared brota el agua, testigo del paso de los siglos. Probablemente es una de las primeras fuentes que se pusieron en funcionamiento en octubre de 1738. Su nombre se debe a las congregaciones que se efectuaron para evangelizar a los indígenas desde el siglo XVI, algunas tomaron el nombre de las etnias que se establecieron en el Pueblo de Indios de Santiago de Querétaro en las postrimerías del siglo XVI. En 1756 los vecinos de la "Loma de la Santa Cruz" –ladera norte– manifestaban que había que conseguir agua de la plazuela de la Cruz o de la fuente del Mexicano que se encontraba: "...arriba del Colegio de la Compañía de Jesús para el viento sur". Solicitaban nuevas fuentes públicas para "socorrer a la numerosa vecindad". Además evitar el costoso acarreo que hacían los aguadores y el peligro a que se exponían para abastecerse del agua para el uso cotidiano. Para finales del siglo XVIII la fuente dotaba de 15 pajas de agua al vecindario; 9 mil 700 litro al día.

Merced Vieja

En la calle de La Merced Vieja hoy Manuel Ignacio Altamirano Norte, fue edificado el Hospicio de Religiosos de Nuestra Señora de la Merced de la Provincia de la Visitación. Fundado por Fray Francisco de Niz Santa María en 1736. Zelaá e Hidalgo escribió en 1803: "Su fábrica es pequeña y humilde, su iglesia es reducida, con techo de vigas y pobremente adornada" [...] "En el claustro frente de la portería de dicho hospicio está el Oratorio de la Santa Escuela de Cristo, fundado en 1755. (Zelaá. 1803). Por el Informe al rey de 1743 sabemos que: "solamente los días festivos se celebra el sacrificio de la misa, y viven en dicho hospicio tres religiosos" (Ramírez. 1997). Una tarea fundamental era la de recaudar limosnas para la "redención de los cautivos cristianos". En 1753 fue instituida la Cofradía de la Santísima Merced, que entre otras cosas visitaba a los presos de las Reales Cárceles y les proporcionaba los suministros básicos para su manutención. La Calle del Rescate –Altamirano en su tramo de 5 de Mayo y 16 de septiembre–, llevó ese nombre en alusión a la tarea de los mercedarios. El rescate de los cautivos. El templo fue cambiado de lugar en el siglo XIX. (En la próxima entrega platicaremos al respecto). El predio ha tenido diferentes usos desde entonces. Un establecimiento de floricultora, más tarde funcionó un establo y ahora es casa habitación sin huella del antiguo hospicio.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

La Casona del Sol Divino

Ubicada en la esquina de 16 de Septiembre Ote., e Ignacio Altamirano Nte. Construcción de la época virreinal que conserva al exterior, cornisa, roleos, nicho y un portón. Por la calle de Altamirano –en su fachada lateral– se aprecia una singular ventana con elementos decorativos en cantera y hierro forjado. Al interior su patio con arcos mixtilíneos. El espacio ha sido alterado a través de los años. Actualmente el predio está dividido y tiene usos diversos, oficinas, casa habitacional y comercio. En la Acera de enfrente –en la esquina– estuvo por décadas la carpintería del poeta, carpintería y actor Don Aurelio Cárdenas Reséndiz. Inmueble con su cruz de doble travesaño y una cúpula con linternilla.

Sin duda un espacio que nos invita a transitar por otras realidades –más allá de los sentidos–, hay que abrir la mente para capturar esas presencias fugitivas. La realidad paralela en la vuelta de la esquina. Subjetividades de un universo latente; la inminencia de las formas que esperan una palabra, un trazo de plumilla, una cancioncilla, una imagen que detenida en el tiempo. Quizá revelada en un sueño.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Enero de MMXXI.