Caía la tarde en Jalpan de Serra cuando poetas e improvisadores populares de Querétaro y Guanajuato, tomaron el escenario del Jardín Principal de ese municipio para arrancar con su participación en la vigésima edición del Festival de Santiago.
La incesante lluvia no fue impedimento para que cientos de lugareños y turistas, acudieran al encuentro de estos juglares campesinos, quienes con gran habilidad y desenvoltura, versaron sobre su terruño, la vida en la serranía y el jolgorio popular.
“Con violín y huapanguera el son bonito se escucha, 33 años de lucha no los presume cualquiera, es casi toda una era, esas cosas se enaltecen, porque las cosas florecen aunque existen cosas peores, un aplauso pa’ Las Flores porque bien se lo merecen”, improvisó el poeta campesino, Sebastián Jiménez, para homenajear al Trío Las Flores de la Huasteca; agrupación creada hace más de tres décadas en el municipio de San Joaquín, por el músico tradicional queretano, J. Guadalupe Camacho.
Y es que, además de promover esta expresión popular a través de sus coplas y rasgueos, así como un método para aprender a tocar los instrumentos huastecos, sus integrantes María Isabel y Patricia Camacho, son consideradas las primeras mujeres huapangueras de la historia.
Además de ellas, en el encuentro estuvieron presentes Ángel González y los Campesinos de la Sierra; Prefecto López y su tradición serrana, así como Los andariegos de la sierra, quienes al ritmo del huapango y el son huasteco, animaron al público a zapatear sobre la tarima.
¡Que viva la serranía y el festival de Santiago!
De acuerdo con el director del Museo Histórico de la Sierra Gorda, Junípero Cabrera, el festival de Santiago tiene como fundamento la música tradicional y las expresiones culturales de la región.
Por esa razón, a través de esta conmemoración los organizadores convocaron a exponentes de la cultura regional y artistas locales como los poetas campesinos, quienes “en sus comunidades cumplen una función comunicante muy parecida a la de los poetas de la edad media; yendo de pueblo en pueblo, y de fiesta en fiesta para hablar del contexto de su comunidad, de su problemática, de su realidad”, señaló Cabrera.
Aunque lamenta que el son mexicano haya perdido fuerza en algunos lugares del país, menciona que en la región arribeña se mantiene viva y vigente gracias a las topadas, “donde los poetas se confrontan a través de la palabra bajo todo tipo de temáticas, como los huesos del cuerpo humano, los astros y las plantas, y pierden quienes menos elementos tengan (…) Muchos pensarían que, por ser campesinos, su campo semántico es muy pequeño o muy limitado, pero todo lo contrario (…) ellos no solo manejan ocho sílabas para construir diez versos, pueden incluso irse a decasílabos, ¡pueden construir versos hasta en 14 palabras! (…) Ahí tienes por ejemplo a Perfecto López, un poeta improvisador que, además de improvisar en todos los géneros poéticos de Iberoamérica, hace desde el verso hasta la décima espinela en octosílabos y, por si fuera poco, sabe tocar todos los instrumentos”, declamó Cabrera.