Luciendo un huipil blanco con bordados otomíes, una mujer de cabello largo y ojos agudos camina por las salas del Centro de Arte Bernardo Quintana. En su trayecto va repartiendo sonrisas y saludos en lengua otomí, y solo detiene su paso para leer los versos en náhuatl, hñäñho y mazahua que acompañan la exhibición fotográfica titulada “Rostros de mi raíz”.
Natividad Rigonni es una poeta veracruzana dedicada desde hace más de dos décadas, a la escritura y la traducción, así como a la promoción y desarrollo cultural en el país. Autora de la “Lotería” (2005), “La gran barriga” (2003), “Hierba inmortal” (1995) y “Las columnas de la casa de amor y agua” (1994).
Como en muchas familias, a causa de la discriminación y los prejuicios, los abuelos de Rigonni decidieron no heredar sus lenguas: náhuatl del lado paterno y otomí del materno; no obstante ella asegura;“desde niña siempre tuve esa inquietud por conocer cómo es que hablaban y toda su riqueza cultural”, por ello cuando creció, se propuso aprender ambas lenguas.
Como poco era lo que se había hecho en los años 90 para su revitalización y difusión, recuerda que la única forma para aprenderlas era adentrarse en la cotidianidad de las comunidades indígenas, de manera natural a través del diálogo y las faenas diarias junto a sus habitantes.
Con apenas 24 años, Rigonni se sumergió entre las grandes montañas de Orizaba “donde se concentra el 40% de los hablantes de náhuatl en Veracruz”, siendo este su primer acercamiento a la diversidad lingüística de México, y el parteaguas de su labor como promotora cultural y difusora de las lenguas originarias.
Mientras lo recuerda, y piensa en el largo silencio que tuvieron que guardar muchos indígenas en el país por la discriminación, a Rigonni se le escapan un par de lágrimas, pues pese a que actualmente existen cada vez más proyectos enfocados en la revitalización y difusión de las lenguas, y que muchos jóvenes se encuentran interesados en aprenderlas, el panorama sigue siendo poco favorable.
Rigonni ha desarrollado un método singular de enseñanza con el que busca animar a otros a sumarse al juego de las palabras, ya que para ella las técnicas lúdicas permiten que las personas tengan una mejor disposición para el aprendizaje y la creación; “ lo que quiero es compartir este gusto y este derecho que tenemos todos a expresarnos en cualquier lengua, tanto de forma oral como escrita, a través de un proceso natural y orgánico”, dice.
Revitalización de la lengua
Junto al lingüista holandés, Ewald Hekking, quien ha dedicado cerca de 40 años al estudio del hñäñho en la entidad, además del profesor, Aurelio Núñez, y al gestor cultural, Luis Uriel, la escritora impartió –el año pasado– un taller de lengua hñöñhö y creación literaria en la comunidad de Boxasni, en Cadereyta de Montes.
El proyecto duró seis meses, y a él se sumaron profesores de la localidad, así como artesanas, cocineras tradicionales y niños, quienes a través de la creación de cuentos, poemas e historias de vida, así como de mitos y leyendas locales, aprehendieron las bases gramaticales de esta lengua que hasta la fecha, sólo es hablada por 7 mil habitantes, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
“Algunos que son analfabetas, o no completaron su educación primaria, a través del taller han comenzado a escribir, pero en su propia lengua, lo cual representa un salto enorme (...) Además la forma en cómo cuentan su experiencia nos permite ver ese goce estético, pues lo que hacen es dejar un testimonio de lo que viven, piensan, sienten y gozan en este momento”, afirma.
Debido a la gran aceptación y los resultados obtenidos en esta primera experiencia, Rigonni adelanta que habrá una segunda etapa del taller, que se llevará a cabo con el apoyo de la Secretaría de Cultura de Querétaro, a partir de este 7 de marzo. A este se sumarán 28 personas provenientes de los municipios de Amealco, Ezequiel Montes, Tolimán, Cadereyta, Colón, San Joaquín y del estado de Hidalgo.
Tanto Rigonni como Edward coinciden en que se debe implementar un modelo de educación multicultural y multilingüe obligatorio para todos los mexicanos, en el que se enseñe una lengua indígena, el español –como lengua mayoritaria–, y una lengua extranjera, además del desarrollo e implementación de proyectos de alfabetización para que los indígenas puedan escribir en su propia lengua y desde su cosmovisión.
Un ejemplo de ello han sido los esfuerzos realizados de manera conjunta con la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), desde los cuales se ha tratado de fomentar una estrecha y directa colaboración con los ñäñho para la revitalización del otomí. Entre las acciones se encuentra la estandarización de la ortografía de esta lengua y sus diferentes variantes, así como la conformación de una gramática y un diccionario de otomí- español publicado en 1989, con la estrecha colaboración de Severiano Andrés de Jesús, hablante nativo de Santiago Mexquititlán, Amealco.
Desde 1992 se ha dado impulso a los talleres de lecto- escritura en lengua materna dirigidos a los ñäñho y ñöñho, así como diplomados para la formación de promotores de la lengua y la conformación de material didáctico para la enseñanza de otomí a lingüistas, científicos sociales y otros hispanohablantes.
A la par se ha hecho un importante trabajo de campo para el rescate de leyendas, cuentos, memoria histórica y saberes sobre la medicina tradicional, que han sido publicados en libros en español- otomí como Ya ‘Bede ar hñäñho Nsantumuriya: Cuentos en el Otomí de Amealco, en el que se recopilan 48 narraciones.
“Todas estas palabras, pensamientos, sentimientos, toda esta fuerza creadora de quienes escriben han quedado ahí para nosotros, para que lo consultemos, lo gocemos y lo aprendamos. Son palabras de nuestros antecesores que han pasado a la postre a través de la literatura (...), por eso la idea de estos talleres es que las personas de la comunidad sean quienes creen y hagan sus propias historias, para que sean reales y algo sentido, no algo impuesto”, detalla Rigonni.
En este sentido destaca la importancia de la creación literaria, la cual asegura, no sólo permite cerrar el círculo de aprendizaje, sino también ampliar el acervo bibliográfico de textos en otomí que aportan elementos para la aplicación real de la enseñanza bilingüe.