/ jueves 2 de abril de 2020

Por qué fracasan los países de Daron Acemoglu y James A. Robinson

El libro de cabecera

El economista Darron Acemoglu y el politólogo economista James Robinson del MIT y Harvard, respectivamente, recurren al relato desde el institucionalismo histórico en el campo económico en zonas y países alrededor de todo el mundo, tratando de identificar las causas históricas por las que existen diferencias entre aquellos países que se han quedado en la pobreza o a medio camino, frente a los que han conseguido erguirse como grandes potencias económicas.

Por qué fracasan los paises es compilación de casos analizados desde el institucionalismo histórico, narrado como un libro de historia pero sin perder rigurosidad y exactitud en sus datos. El texto sigue la línea del pensamiento institucional o neoinstitucional de Douglas North o José Ayala Espino. En este sentido, el relato histórico tiene la finalidad de identificar las raíces que llevaron a la conformación de instituciones eficientes o participativas y que garantizaron un acceso al poder equilibrado en ciertos países, hoy considerados como desarrollados, frente a naciones (por supuesto, entre ellas se encuentra México) que en el transcurso de la historia consolidaron instituciones ineficientes trayendo como consecuencias fuertes desigualdades y limitaciones sociales y económicas con la conformación de instituciones extractivas.

Las instituciones inclusivas son las que promueven el desarrollo de un país, mientras que las instituciones extractivas se definen como aquellas que reproducen dinámicas que dejan como resultado final círculos viciosos de pobreza, explotación y estancamiento. Desde esta perspectiva, lo que propicia el desarrollo económico son las instituciones económicas inclusivas, ya que tienen como motor central el respeto a la propiedad, fomentando la inversión en la innovación tecnológica, aunque sólo se reproducen y perduran en el tiempo cuando las políticas económicas están diseñadas para preservarlas, por lo que un país desarrollado también necesita ser inclusivo en su estructura política, lo que evita la concentración de poder en un grupo élite reducido, es decir, una institución política extractiva.

Los principales referentes que destacan los autores son Corea del Sur, Estados Unidos e Inglaterra, naciones que por las condiciones históricas que modificaron el origen de sus políticas económicas y llegaron a convertirse en economías potentes y más equilibradas, gracias a que las instituciones inclusivas que forjaron sus ciudadanos, las que propiciaron el derrocamiento de las élites que controlaban el poder y consolidaron sociedades donde los derechos políticos estaban mejor distribuidos, obligando a los gobiernos a rendir cuentas y responder ante la ciudadanía, ente que se beneficia de mayores oportunidades económicas en un ambiente de equidad y estabilidad en el largo plazo.

En el caso de Latinoamérica (de hecho el libro abre con el ejemplo de la ciudad de Nogales) se pone en evidencia que los primeros colonos españoles no buscaron cultivar las tierras por ellos mismos, sino que encargaron estas tareas a los nativos, lo que propició que la Colonia española en América Latina forjara y mantuviera vehementemente instituciones políticas y económicas extractivas destinadas a perpetuar la explotación de los pueblos indígenas, así como estructuras sociales que permitieron el saqueo de metales preciosos. La encomienda, la mita, el repartimiento y el trajín, son modelos que se plantearon para hacer que los indígenas aspiraran apenas a una vida de subsistencia, suficiente para extraer para los colonos toda renta posible.

Este hecho histórico que tiene más de 500 años, consiguió que los conquistadores españoles se hicieran ricos, pero que América Latina conserve hasta la fecha su característica de región más desigual del mundo, minando su potencial económico al futuro y haciéndola altamente sensible a las crisis mundiales.

A través del discurso del neoinstitucionalismo histórico aplicado (este no es en absoluto un libro de teoría social ni política), los autores presentan su propia propuesta de desmitificar las diferentes teorías o hipótesis que han rondado alrededor del tema de la desigualdad (Thomas Piketty, por ejemplo). Entre las diferentes teorías analizadas, se encuentran:

· Las teorías geográficas: parten de los supuestos de Montesquieu promulgados en el siglo XVIII, en donde se acusaba de la pobreza y desigualdad a los mismos habitantes que la sufrían, ya que según sus análisis, la mayor concentración de estas circunstancias recaía en países de clima cálido o tropical, en donde la gente era holgazana y la facilidad de acceso a los recursos minaba su instinto de curiosidad y capacidad creativa, haciéndolos caer en la pobreza.

· Las teorías que apelan a los determinismos culturales: La refutación que los autores hacen a la teoría de la cultura como factor determinante del desarrollo, también es contundente, pues dicha teoría sostiene que la cultura anglosajona es superior en términos de eficiencia y destrezas en relación a otras culturas, como son la latinoamericana o africana, razón por la que se generan, las fuertes diferencias en términos de progreso y desarrollo entre América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y América Latina. El argumento de los autores que sirve para desmoronar dicho pensamiento (tomando en cuenta que los investigadores han trabajado con mayor análisis los argumentos que dejan sin sustento esta teoría), es que existen muchas colonias inglesas o europeas que también son marginadas en temas de desarrollo, muchas de ellas principalmente ubicadas en África.

· La teoría de la ignorancia, es decir, aquella que apela a la falta de conocimiento en la toma de decisiones políticas y económicas: Desde los medios de comunicación o las mismas lecturas académicas, se acaba atribuyendo el fracaso en temas de desarrollo, a la falta de conocimiento y aplicación correcta de lo que dictan experiencias anteriores y sobre lo que recomiendan las instituciones multinacionales expertas en la temática. Frente a este argumento, los autores indican que en muchos países se han aplicado normas estrictas impuestas por lo regular desde organismos multilaterales, buscando convertirse en las recetas que por fin los conducirán al desarrollo, sin embargo, la mayor parte de estas recetas solo han dado productos fallidos y fracasos con consecuencias nefastas (Consenso de Washington) pues no pueden ser aplicadas cuando en los países se han forjado instituciones políticas extractivistas, que buscan aplicar nuevas fórmulas siempre y cuando no atenten sus intereses particulares.

El rol de la dinámica institucional en el desarrollo y en la reducción de la pobreza de las naciones, tomando en cuenta que la historia va cambiando la configuración institucional de los países, muchas veces favorece la inclusión y otras retrocede hacia políticas extractivas. La revisión de extensos relatos históricos se entrelazan para convertirse en casos de éxito o fracaso de una nación, pero que solo se explica cuando se mira desde el enfoque del nuevo institucionalismo histórico.

Al no ser un texto teórico, los autores dejan de lado el espacio para la contingencia y los imprevistos que también generan diferencias institucionales como resultado de lo crítica que puede convertirse una determinada coyuntura (momentos coyunturales, les llaman los autores a, por ejemplo, la peste bubónica, la conquista de América, la revolución industrial, una catástrofe natural). Son eventos que pueden empujar abruptamente a cambios, evitando caer en el determinismo histórico, y menos aún en manual de implementación que indique cómo forjar instituciones inclusivas.

El economista Darron Acemoglu y el politólogo economista James Robinson del MIT y Harvard, respectivamente, recurren al relato desde el institucionalismo histórico en el campo económico en zonas y países alrededor de todo el mundo, tratando de identificar las causas históricas por las que existen diferencias entre aquellos países que se han quedado en la pobreza o a medio camino, frente a los que han conseguido erguirse como grandes potencias económicas.

Por qué fracasan los paises es compilación de casos analizados desde el institucionalismo histórico, narrado como un libro de historia pero sin perder rigurosidad y exactitud en sus datos. El texto sigue la línea del pensamiento institucional o neoinstitucional de Douglas North o José Ayala Espino. En este sentido, el relato histórico tiene la finalidad de identificar las raíces que llevaron a la conformación de instituciones eficientes o participativas y que garantizaron un acceso al poder equilibrado en ciertos países, hoy considerados como desarrollados, frente a naciones (por supuesto, entre ellas se encuentra México) que en el transcurso de la historia consolidaron instituciones ineficientes trayendo como consecuencias fuertes desigualdades y limitaciones sociales y económicas con la conformación de instituciones extractivas.

Las instituciones inclusivas son las que promueven el desarrollo de un país, mientras que las instituciones extractivas se definen como aquellas que reproducen dinámicas que dejan como resultado final círculos viciosos de pobreza, explotación y estancamiento. Desde esta perspectiva, lo que propicia el desarrollo económico son las instituciones económicas inclusivas, ya que tienen como motor central el respeto a la propiedad, fomentando la inversión en la innovación tecnológica, aunque sólo se reproducen y perduran en el tiempo cuando las políticas económicas están diseñadas para preservarlas, por lo que un país desarrollado también necesita ser inclusivo en su estructura política, lo que evita la concentración de poder en un grupo élite reducido, es decir, una institución política extractiva.

Los principales referentes que destacan los autores son Corea del Sur, Estados Unidos e Inglaterra, naciones que por las condiciones históricas que modificaron el origen de sus políticas económicas y llegaron a convertirse en economías potentes y más equilibradas, gracias a que las instituciones inclusivas que forjaron sus ciudadanos, las que propiciaron el derrocamiento de las élites que controlaban el poder y consolidaron sociedades donde los derechos políticos estaban mejor distribuidos, obligando a los gobiernos a rendir cuentas y responder ante la ciudadanía, ente que se beneficia de mayores oportunidades económicas en un ambiente de equidad y estabilidad en el largo plazo.

En el caso de Latinoamérica (de hecho el libro abre con el ejemplo de la ciudad de Nogales) se pone en evidencia que los primeros colonos españoles no buscaron cultivar las tierras por ellos mismos, sino que encargaron estas tareas a los nativos, lo que propició que la Colonia española en América Latina forjara y mantuviera vehementemente instituciones políticas y económicas extractivas destinadas a perpetuar la explotación de los pueblos indígenas, así como estructuras sociales que permitieron el saqueo de metales preciosos. La encomienda, la mita, el repartimiento y el trajín, son modelos que se plantearon para hacer que los indígenas aspiraran apenas a una vida de subsistencia, suficiente para extraer para los colonos toda renta posible.

Este hecho histórico que tiene más de 500 años, consiguió que los conquistadores españoles se hicieran ricos, pero que América Latina conserve hasta la fecha su característica de región más desigual del mundo, minando su potencial económico al futuro y haciéndola altamente sensible a las crisis mundiales.

A través del discurso del neoinstitucionalismo histórico aplicado (este no es en absoluto un libro de teoría social ni política), los autores presentan su propia propuesta de desmitificar las diferentes teorías o hipótesis que han rondado alrededor del tema de la desigualdad (Thomas Piketty, por ejemplo). Entre las diferentes teorías analizadas, se encuentran:

· Las teorías geográficas: parten de los supuestos de Montesquieu promulgados en el siglo XVIII, en donde se acusaba de la pobreza y desigualdad a los mismos habitantes que la sufrían, ya que según sus análisis, la mayor concentración de estas circunstancias recaía en países de clima cálido o tropical, en donde la gente era holgazana y la facilidad de acceso a los recursos minaba su instinto de curiosidad y capacidad creativa, haciéndolos caer en la pobreza.

· Las teorías que apelan a los determinismos culturales: La refutación que los autores hacen a la teoría de la cultura como factor determinante del desarrollo, también es contundente, pues dicha teoría sostiene que la cultura anglosajona es superior en términos de eficiencia y destrezas en relación a otras culturas, como son la latinoamericana o africana, razón por la que se generan, las fuertes diferencias en términos de progreso y desarrollo entre América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y América Latina. El argumento de los autores que sirve para desmoronar dicho pensamiento (tomando en cuenta que los investigadores han trabajado con mayor análisis los argumentos que dejan sin sustento esta teoría), es que existen muchas colonias inglesas o europeas que también son marginadas en temas de desarrollo, muchas de ellas principalmente ubicadas en África.

· La teoría de la ignorancia, es decir, aquella que apela a la falta de conocimiento en la toma de decisiones políticas y económicas: Desde los medios de comunicación o las mismas lecturas académicas, se acaba atribuyendo el fracaso en temas de desarrollo, a la falta de conocimiento y aplicación correcta de lo que dictan experiencias anteriores y sobre lo que recomiendan las instituciones multinacionales expertas en la temática. Frente a este argumento, los autores indican que en muchos países se han aplicado normas estrictas impuestas por lo regular desde organismos multilaterales, buscando convertirse en las recetas que por fin los conducirán al desarrollo, sin embargo, la mayor parte de estas recetas solo han dado productos fallidos y fracasos con consecuencias nefastas (Consenso de Washington) pues no pueden ser aplicadas cuando en los países se han forjado instituciones políticas extractivistas, que buscan aplicar nuevas fórmulas siempre y cuando no atenten sus intereses particulares.

El rol de la dinámica institucional en el desarrollo y en la reducción de la pobreza de las naciones, tomando en cuenta que la historia va cambiando la configuración institucional de los países, muchas veces favorece la inclusión y otras retrocede hacia políticas extractivas. La revisión de extensos relatos históricos se entrelazan para convertirse en casos de éxito o fracaso de una nación, pero que solo se explica cuando se mira desde el enfoque del nuevo institucionalismo histórico.

Al no ser un texto teórico, los autores dejan de lado el espacio para la contingencia y los imprevistos que también generan diferencias institucionales como resultado de lo crítica que puede convertirse una determinada coyuntura (momentos coyunturales, les llaman los autores a, por ejemplo, la peste bubónica, la conquista de América, la revolución industrial, una catástrofe natural). Son eventos que pueden empujar abruptamente a cambios, evitando caer en el determinismo histórico, y menos aún en manual de implementación que indique cómo forjar instituciones inclusivas.

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