Cómo olvidar las tiras de faros de colores, los nacimientos y las lucecitas de los quicios de las puertas de los hogares queretanos, donde antes del 16 de diciembre ya los vecinos de las cuadra se organizaban para ver a quien le tocaba el día de las posadas, mismas que recorrían nueve calles, los mismos días que plasma la Sagrada Biblia en el Evangelio de la Anunciación de Lucas 1,21-38, donde la Virgen María y el casto José, buscaban en Belén alojamiento para que ella pudiera dar a luz al hijo de Dios.
Querétaro un lugar de arraigadas tradiciones y costumbres vive intensamente las festividades navideñas desde hace ya algunos cientos de años, donde lugares como El Barrio de la Cruz, San Francisquito, Santa Ana, “El Tepe”, “El centro” y otros tantos más gustan de celebrar por todo lo alto esas tradiciones que unen a los vecinos y a la familia.
Alfonso Camacho, cronista vitalicio del Patronato de las Fiestas del Estado de Querétaro, conversó con Diario de Querétaro acerca de estas tradiciones que tienen gran arraigo y son el reflejo de la queretaneidad de sus antiguos habitantes.
CARRO DE LA POSADA
Al igual que los Carros Bíblicos, El Carro de la Posada, es el más antiguo, pues forma parte de ellos y por primera vez apareció en las calles una noche del 24 de diciembre de 1826.
“Representa pasajes previos al Nacimiento de Jesucristo, entre ellos, el peregrinaje de María y José, partiendo desde Nazaret, lugar donde radicaban para llegar a Belén, con la intención de empadronarse según decreto del emperador romano, César Augusto”, indica Alfonso Camacho.
“María y José pasaron muchas penurias en el camino, mismas que cobran vida en el Carro de la Posada, donde llevan un coro infantil de niñas que portan vestimenta de ángeles, acompañadas de una banda de música de viento. Los sentidos cánticos son para pedir alojo a los peregrinos de Nazaret ante el rechazo de los moradores negros de una cabaña”.
El Carro de la Posada sale a partir del día 15 de diciembre en los diferentes barrios de la ciudad, el 16 de diciembre en la calle de Madero, frente al Jardín Zenea y culminan el día 24 antes de la Navidad.
Como parte de las fiestas a la víspera de la Nochebuena, en el Querétaro antiguo se sentían esas celebraciones tradicionales donde niños y grandes acudían nueve días al templo de alguno de los barrios para recorrer las calles y previo pacto con moradores de las casas, dividirse en grupos para pedir la posada; los cánticos y rezos culminaban con la letanía: ¡Entren Santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón, aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”. La algarabía comenzaba con los aguinaldos que eran pequeñas bolsas con naranjas, mandarinas, cañas de azúcar, cacahuates y colaciones (unos pequeños dulces de azúcar, algunos con un pedacito de cáscara de naranja por dentro y de colores blanco y pastel). Luego los tamales, atole, ponche y dependiendo de lo espléndido de los anfitriones de la cuadra , hasta taquiza, buñuelos y conjunto musical había.
CABALGATA
Ya con 97 años desde que por primera vez salió, La Cabalgata es una comparsa de las fiestas de Navidad, cada año tiene una temática diferente, donde grupos actorales de teatros queretanos, músicos, agrupaciones y entusiastas queretanos, forman parte de este cortejo que sale a recorrer las céntricas calles el día 23 de diciembre y es todo un espectáculo para comenzar a elevar los ánimos antes del gran día.
CARROS BÍBLICOS
La joya de la corona navideña son los Carros Bíblicos, que tienen una gran historia según cuenta don Alfonso Camacho, “el primer recorrido que hicieron los Carros Bíblicos”, fue un 24 de diciembre de 1826, según consta en el Diario de Querétaro en un escrito por José Xavier Argomaníz, periodista y escritor de la época, que produjo entre los años de la primera y la tercera década del siglo XlX culminando en 1826, documento localizable en el Archivo Histórico del Estado.
POSADAS QUERETANAS
En los escritos del libro “Leyendas y Tradiciones Queretanas lll” del escritor Valentín F. Frías, refiere que quien impulsó las tradicionales posadas y las fiestas de la Calada en 1828, fue el fundador del “Rosario de Navidad” don José M. Sotelo.
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Según lo relata el escrito, don José tenía un Nacimiento bellísimo y cada víspera navideña invitaba a su hogar ubicado en la calle de Posadas (que a decir del autor no se sabe si tomó el nombre por la tradicional convivencia o fue una simple coincidencia) a la crema y flor de la sociedad queretana, entre sus distinguidas amistades figuraban, Juan José García Rivera y Rebollo; el comentador de la Merced M.R.P.F Manuel Infante; el señor cura Joaquín de Oteisa; el guardián de San Francisco, Juan de Dios Méndez; el guardián de la Cruz, José Ximeno; además de las nobiliarias familias de la descendencia del Marqués de la Villa del Villar del Águila de don Cayetano Rubio, las Romero Martínez, las Codallo, las Noriega y toda la élite de la época que acudían a la casona para festejar las vísperas.
Cada noche uno de los sacerdotes invitados rezaban, mientras se pedía la posada que era cantada por las niñas de la casa y las amiguitas que se les unían.
Tras la letanía, los invitados eran dirigidos a los patios de la residencia para romper las piñatas y mientras los niños con sus vestimentas de gala se daban vuelo jugando, en tanto los mayores degustaban platillos típicos de la temporada como “los humildes”, “buñuelos”, rociados de miel y grageas, atole y empanadas. Pasada la medianoche los asistentes se despedían, para prometer al otro día volverse a reunir hasta terminar los nueve días recordando el peregrinar de María y José.