/ miércoles 20 de enero de 2021

Promueve la magia de la lectura, literatura que se escucha

A través del podcast “La voz del libro”, compuesto por 11 audiolibros, la locutora Gaby del Río invita al público a ser partícipe de historias fantásticas, novelas y relatos que permiten al escucha viajar a otros tiempos y lugares lejanos, a pesar de la pandemia, a través de clásicos como “Las aventuras de Tom Sawyer”, de Mark Twain; “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde; “Frankenstein”, de Mary Shelley; “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austen, y “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll, entre otros

¿Cuántas veces hemos escuchado decir que la lectura es importante porque incrementa nuestro vocabulario y bagaje cultural?, ¿que es bueno para ejercitar la mente y la memoria? o ¿que se puede medir el desarrollo de una sociedad con base en su barómetro de hábitos de lectura y compra de libros? Seguramente en más de una ocasión, sin embargo, para la locutora y lectora apasionada, Gaby del Río, lo que parecieran argumentos suficientes para motivar a cualquiera a tomar un libro entre sus manos, en realidad no lo son.

“¿Por qué no hablar mejor del placer de la lectura?”, inquiere la impulsora del podcast “La voz del libro”, un proyecto surgido en medio de la pandemia de Covid-19, que es transmitido a través de Spotify y que pretende fomentar la lectura desde el placer por la historias.

En entrevista con BARROCO, Gaby habla sobre esta nueva iniciativa, que comenzó a gestarse desde mucho tiempo atrás, cuando, de leer en voz alta a sus hijos, pasó a compartir lecturas en las aulas y luego a replicar esta experiencia en la cabina de Radio y Televisión Querétaro (RTQ).

Impulsado con el Sistema de Apoyos a la Creación y a Proyectos Culturales (Fonca), el proyecto consiste en una serie de audiolibros que proporcionan a cualquier persona la posibilidad de conocer algunas de las grandes obras de la literatura universal de manera fácil, gratuita y placentera.

De 11 libros que componen su catálogo, actualmente se encuentran disponibles “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, de Robert Louis Stevenson; “Canción de Navidad”, de Charles Dickens; “Las aventuras de Tom Sawyer”, de Mark Twain; “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde; “Frankenstein”, de Mary Shelley; “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austen, y “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll.

La intención –dice la promotora– es que luego de subirlos todos, sean agregados una treintena más de su propio archivo sonoro, conformado por audiolibros que grabó cuando era locutora en el programa radiofónico “La voz del libro”, de RTQ.

Recordando aquellos días en cabina, asevera que las transmisiones siempre fueron bien recibidas por los radioescuchas, pues más allá de reseñar obras o hablar de sus autores, el programa siempre se concentró en dar voz a los mismos tomos.

“Tal vez porque ha quedado en nuestro inconsciente colectivo el recuerdo de aquella época cuando alrededor del fuego se escuchaban las historias de los ancianos”, dice la locutora, convencida de que no hay quien no disfrute de una buena historia solo por el simple gusto de ir a donde no se puede ir, a “un lugar lejano, al pasado, al futuro…”

Además, el formato posibilita que tanto las personas que no tienen tiempo de leer o que no gustan de este hábito, así como quienes no saben leer o no pueden hacerlo por alguna discapacidad visual, tengan acceso a la literatura.

Entre sus anécdotas, recuerda complacida los testimonios de policías de tránsito, amas de casa, personas con ceguera y adultos mayores que, al término de la transmisión de un audiolibro completo, acostumbraban organizar reuniones literarias para compartir sus apreciaciones.

Finalmente, esta práctica busca animar a las personas a ir por sí mismas a la literatura, aunque también existen aquellos lectores que escuchan los audiolibros por encontrar una nueva experiencia de obras que incluso ya han leído, asegura.

Audiolibros en pandemia

Aunque el audiolibro más extenso del podcast dura casi diez horas, la promotora explica que el usuario puede disfrutarlo a su ritmo y en el momento que lo desee; ya sea mientras camina, maneja, toma un baño, cocina, hace ejercicio o realiza cualquier otra actividad.

Además, señala que estas lecturas pretenden ser otra opción durante los días de encierro por la pandemia, y una alternativa cultural lejos de las pantallas.

“He notado que la gente está cansada de las pantallas: trabaja, estudia y luego se divierte frente a ellas”, lamenta, asegurando que los audiolibros permiten a la par, viajar a otros lugares, en tiempos en los que es imprescindible quedarse en casa.

“Te llevan a otro mundo, te sacan de donde estás, de las noticias que oímos todos los días sobre el coronavirus y las tragedias humanas que en torno a esta pandemia han sucedido. Posibilitan irse a otra realidad, donde una niña se pierde en un país loco en el que pasan cosas muy raras, o adentrarse en la historia de un hombre que crea a un ser a partir de materiales extraídos de muertos, y ese ser está lleno de soledad; o hacia los problemas que vive una familia compuesta por cinco hijas y una mamá que las quiere casar… y quedarte en la noche pensando en el señor Darcy”, señala citando las tramas de algunos de los libros de este podcast.

Detrás del micrófono

Con voz profunda y entonación precisa, la locutora da lectura a cada historia, acompañada siempre por efectos sonoros y música que transportan a la época en la que se desarrollan los relatos.

“Ahora pienso que me enamoré de la radio porque se parece al libro, es decir, la radio trabaja con imágenes mentales que uno va formando, producto de lo que está escuchando y en el libro pasa lo mismo: uno hace imágenes mentales de los personajes, de los paisajes… por eso muchas veces cuando las personas ven una novela en el cine se decepcionan porque en su mente imaginaron todo de manera distinta”, dice la comunicóloga egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para este proyecto, asevera que ha echado mano de su experiencia como locutora y aclara que su labor no solo se trata de sentarse a leer, sino que antes debe cumplir con diferentes fases de un largo proceso que empieza con la selección de las editoriales de los libros –porque hay algunas cuyas traducciones no son leales con los textos originales–; luego con la elaboración de una escaleta que indique pausas y efectos sonoros en la lectura, hasta llegar al montaje y la postproducción de todo el material.

También hay otro aspecto indispensable de su quehacer, aclara, y consiste en su profundo amor por la lectura.

“Creo que lo más importante de todo es el gusto que tengo por la lectura. Mientras estoy grabando, yo estoy tan contenta, tan feliz, que más bien eso es lo que se transmite, más que la técnica de voz o cualquier otra cosa”, asevera.

“Y ¿qué criterios tomas en cuenta para elegir los libros?”, le pregunta su interlocutora. “El primero es que me gusten”, dice entre risas, e indica que, además de ese requisito, busca siempre incluir en su propuesta libros de diferentes géneros y épocas.

“Tanto en la radio como ahora en las plataformas digitales procuro darle a la gente diferentes géneros, es decir, que haya fantasía, textos románticos, libros de suspenso, de terror, policiacos, infantiles… Dar siempre una variedad de géneros y épocas, tanto del siglo XIX, y previas a la Revolución Industrial o francesa, como modernistas y futuristas para alcanzar a todo público”.

Foto: Cortesía | Gaby del Río

Desde siempre lectora

Su curiosidad por la lectura comenzó desde muy niña, recuerda Gaby, “cuando veía a mi padre pasar horas frente a cualquier libro que cayera entre sus manos”.

A los cinco años aprendió a leer. Y aunque confiesa no recordar cuál fue el primer libro que la cautivó, asegura que de toda la literatura, lo que siempre le ha gustado son los cuentos y las novelas, sobre todo aquellas que describen los ambientes de diferentes épocas y lugares en la historia.

Desde las lecturas de cuentos de noche para sus hijos, comenzó a vislumbrar su vocación como promotora, sin embargo, fue después de trabajar como reportera, guionista, productora de televisión y locutora en espacios como Canal 11, el Instituto Mexicano de la Radio, Radio Educación y Radio UNAM, que inició este camino: primero en las aulas del Colegio Salesiano de Querétaro, luego en la cabina de RTQ y ahora en las plataformas digitales.

Tras dos décadas promoviendo la lectura, asevera que este trabajo lo ha hecho siempre bajo la idea de promover el placer por las historias y siguiendo las máximas de otros amantes de la literatura como el escritor y docente francés Daniel Pennac, quien en su decálogo señala que el primer derecho del lector es precisamente no leer.

“Nadie se va a ser lector porque alguien lo obligue… además [el lector] tiene derecho a picotear libros: a tener un libro y luego otro. Eso me pasa a mí, justo ahora tengo tres en la mesita de noche (risas). También tienen derecho a no acabar un libro –aunque yo siempre les decía a mis alumnos: ‘denle chance al libro, lleguen por lo menos a la mitad, porque hay libros que empiezan de manera cansada pero después agarran fuerza. Claro que si no los atrapa, bótenlo, no están obligados a leer un libro–, y a leer el final y a que no le guste”, apuntó.

Otra estrategia para leer el contexto actual

Cuando la pandemia fue declarada oficialmente en el país, Gaby comenzó a realizar transmisiones semanales desde su cuenta oficial de Facebook (@lavozdellibro), en las que todavía hoy hace recomendaciones y lecturas de fragmentos de obras elegidas.

“Cada miércoles a las 15:00 horas, en la página de Facebook hago una transmisión de 30 minutos donde recomiendo un libro y leo un fragmento. En abril empecé a hacerlo y la primera obra que recomendé fue ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago”, recuerda.

La idea, asevera, es que la gente se interese en esta práctica cultural, pero sobre todo, que pueda sumergirse en las metáforas de cada tomo, y las utilice para analizar lo humano y el contexto actual. De ahí que haya elegido como primera lectura la del escritor portugués, por tratarse de una obra que habla sobre el egoísmo y la lucha por la supervivencia ante una pandemia de ceguera.

¿Cuántas veces hemos escuchado decir que la lectura es importante porque incrementa nuestro vocabulario y bagaje cultural?, ¿que es bueno para ejercitar la mente y la memoria? o ¿que se puede medir el desarrollo de una sociedad con base en su barómetro de hábitos de lectura y compra de libros? Seguramente en más de una ocasión, sin embargo, para la locutora y lectora apasionada, Gaby del Río, lo que parecieran argumentos suficientes para motivar a cualquiera a tomar un libro entre sus manos, en realidad no lo son.

“¿Por qué no hablar mejor del placer de la lectura?”, inquiere la impulsora del podcast “La voz del libro”, un proyecto surgido en medio de la pandemia de Covid-19, que es transmitido a través de Spotify y que pretende fomentar la lectura desde el placer por la historias.

En entrevista con BARROCO, Gaby habla sobre esta nueva iniciativa, que comenzó a gestarse desde mucho tiempo atrás, cuando, de leer en voz alta a sus hijos, pasó a compartir lecturas en las aulas y luego a replicar esta experiencia en la cabina de Radio y Televisión Querétaro (RTQ).

Impulsado con el Sistema de Apoyos a la Creación y a Proyectos Culturales (Fonca), el proyecto consiste en una serie de audiolibros que proporcionan a cualquier persona la posibilidad de conocer algunas de las grandes obras de la literatura universal de manera fácil, gratuita y placentera.

De 11 libros que componen su catálogo, actualmente se encuentran disponibles “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, de Robert Louis Stevenson; “Canción de Navidad”, de Charles Dickens; “Las aventuras de Tom Sawyer”, de Mark Twain; “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde; “Frankenstein”, de Mary Shelley; “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austen, y “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll.

La intención –dice la promotora– es que luego de subirlos todos, sean agregados una treintena más de su propio archivo sonoro, conformado por audiolibros que grabó cuando era locutora en el programa radiofónico “La voz del libro”, de RTQ.

Recordando aquellos días en cabina, asevera que las transmisiones siempre fueron bien recibidas por los radioescuchas, pues más allá de reseñar obras o hablar de sus autores, el programa siempre se concentró en dar voz a los mismos tomos.

“Tal vez porque ha quedado en nuestro inconsciente colectivo el recuerdo de aquella época cuando alrededor del fuego se escuchaban las historias de los ancianos”, dice la locutora, convencida de que no hay quien no disfrute de una buena historia solo por el simple gusto de ir a donde no se puede ir, a “un lugar lejano, al pasado, al futuro…”

Además, el formato posibilita que tanto las personas que no tienen tiempo de leer o que no gustan de este hábito, así como quienes no saben leer o no pueden hacerlo por alguna discapacidad visual, tengan acceso a la literatura.

Entre sus anécdotas, recuerda complacida los testimonios de policías de tránsito, amas de casa, personas con ceguera y adultos mayores que, al término de la transmisión de un audiolibro completo, acostumbraban organizar reuniones literarias para compartir sus apreciaciones.

Finalmente, esta práctica busca animar a las personas a ir por sí mismas a la literatura, aunque también existen aquellos lectores que escuchan los audiolibros por encontrar una nueva experiencia de obras que incluso ya han leído, asegura.

Audiolibros en pandemia

Aunque el audiolibro más extenso del podcast dura casi diez horas, la promotora explica que el usuario puede disfrutarlo a su ritmo y en el momento que lo desee; ya sea mientras camina, maneja, toma un baño, cocina, hace ejercicio o realiza cualquier otra actividad.

Además, señala que estas lecturas pretenden ser otra opción durante los días de encierro por la pandemia, y una alternativa cultural lejos de las pantallas.

“He notado que la gente está cansada de las pantallas: trabaja, estudia y luego se divierte frente a ellas”, lamenta, asegurando que los audiolibros permiten a la par, viajar a otros lugares, en tiempos en los que es imprescindible quedarse en casa.

“Te llevan a otro mundo, te sacan de donde estás, de las noticias que oímos todos los días sobre el coronavirus y las tragedias humanas que en torno a esta pandemia han sucedido. Posibilitan irse a otra realidad, donde una niña se pierde en un país loco en el que pasan cosas muy raras, o adentrarse en la historia de un hombre que crea a un ser a partir de materiales extraídos de muertos, y ese ser está lleno de soledad; o hacia los problemas que vive una familia compuesta por cinco hijas y una mamá que las quiere casar… y quedarte en la noche pensando en el señor Darcy”, señala citando las tramas de algunos de los libros de este podcast.

Detrás del micrófono

Con voz profunda y entonación precisa, la locutora da lectura a cada historia, acompañada siempre por efectos sonoros y música que transportan a la época en la que se desarrollan los relatos.

“Ahora pienso que me enamoré de la radio porque se parece al libro, es decir, la radio trabaja con imágenes mentales que uno va formando, producto de lo que está escuchando y en el libro pasa lo mismo: uno hace imágenes mentales de los personajes, de los paisajes… por eso muchas veces cuando las personas ven una novela en el cine se decepcionan porque en su mente imaginaron todo de manera distinta”, dice la comunicóloga egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para este proyecto, asevera que ha echado mano de su experiencia como locutora y aclara que su labor no solo se trata de sentarse a leer, sino que antes debe cumplir con diferentes fases de un largo proceso que empieza con la selección de las editoriales de los libros –porque hay algunas cuyas traducciones no son leales con los textos originales–; luego con la elaboración de una escaleta que indique pausas y efectos sonoros en la lectura, hasta llegar al montaje y la postproducción de todo el material.

También hay otro aspecto indispensable de su quehacer, aclara, y consiste en su profundo amor por la lectura.

“Creo que lo más importante de todo es el gusto que tengo por la lectura. Mientras estoy grabando, yo estoy tan contenta, tan feliz, que más bien eso es lo que se transmite, más que la técnica de voz o cualquier otra cosa”, asevera.

“Y ¿qué criterios tomas en cuenta para elegir los libros?”, le pregunta su interlocutora. “El primero es que me gusten”, dice entre risas, e indica que, además de ese requisito, busca siempre incluir en su propuesta libros de diferentes géneros y épocas.

“Tanto en la radio como ahora en las plataformas digitales procuro darle a la gente diferentes géneros, es decir, que haya fantasía, textos románticos, libros de suspenso, de terror, policiacos, infantiles… Dar siempre una variedad de géneros y épocas, tanto del siglo XIX, y previas a la Revolución Industrial o francesa, como modernistas y futuristas para alcanzar a todo público”.

Foto: Cortesía | Gaby del Río

Desde siempre lectora

Su curiosidad por la lectura comenzó desde muy niña, recuerda Gaby, “cuando veía a mi padre pasar horas frente a cualquier libro que cayera entre sus manos”.

A los cinco años aprendió a leer. Y aunque confiesa no recordar cuál fue el primer libro que la cautivó, asegura que de toda la literatura, lo que siempre le ha gustado son los cuentos y las novelas, sobre todo aquellas que describen los ambientes de diferentes épocas y lugares en la historia.

Desde las lecturas de cuentos de noche para sus hijos, comenzó a vislumbrar su vocación como promotora, sin embargo, fue después de trabajar como reportera, guionista, productora de televisión y locutora en espacios como Canal 11, el Instituto Mexicano de la Radio, Radio Educación y Radio UNAM, que inició este camino: primero en las aulas del Colegio Salesiano de Querétaro, luego en la cabina de RTQ y ahora en las plataformas digitales.

Tras dos décadas promoviendo la lectura, asevera que este trabajo lo ha hecho siempre bajo la idea de promover el placer por las historias y siguiendo las máximas de otros amantes de la literatura como el escritor y docente francés Daniel Pennac, quien en su decálogo señala que el primer derecho del lector es precisamente no leer.

“Nadie se va a ser lector porque alguien lo obligue… además [el lector] tiene derecho a picotear libros: a tener un libro y luego otro. Eso me pasa a mí, justo ahora tengo tres en la mesita de noche (risas). También tienen derecho a no acabar un libro –aunque yo siempre les decía a mis alumnos: ‘denle chance al libro, lleguen por lo menos a la mitad, porque hay libros que empiezan de manera cansada pero después agarran fuerza. Claro que si no los atrapa, bótenlo, no están obligados a leer un libro–, y a leer el final y a que no le guste”, apuntó.

Otra estrategia para leer el contexto actual

Cuando la pandemia fue declarada oficialmente en el país, Gaby comenzó a realizar transmisiones semanales desde su cuenta oficial de Facebook (@lavozdellibro), en las que todavía hoy hace recomendaciones y lecturas de fragmentos de obras elegidas.

“Cada miércoles a las 15:00 horas, en la página de Facebook hago una transmisión de 30 minutos donde recomiendo un libro y leo un fragmento. En abril empecé a hacerlo y la primera obra que recomendé fue ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago”, recuerda.

La idea, asevera, es que la gente se interese en esta práctica cultural, pero sobre todo, que pueda sumergirse en las metáforas de cada tomo, y las utilice para analizar lo humano y el contexto actual. De ahí que haya elegido como primera lectura la del escritor portugués, por tratarse de una obra que habla sobre el egoísmo y la lucha por la supervivencia ante una pandemia de ceguera.

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