Desde hace 39 años, Paulo César de la Fuente interpreta al payaso Piripitache, con el que ha trabajado en pequeñas plazas públicas de Querétaro, pero también en importantes escenarios como el Circo Unión, de los Hermanos Fuentes Gasca.
En entrevista cuenta que su vocación por esta labor surgió desde que era muy niño. Cuando sólo tenía 9 años de edad jugaba con sus hermanos a desarrollar diversas artes circenses, acto imaginario en el que él se caracterizaba de payaso con zapatos y ropa de su padre.
Pronto aquello dejó de ser un juego para convertirse en una realidad, pues una marca de frituras que llevaba presentaciones a las escuelas lo contrató para actuar en shows infantiles realizados en dichos planteles. Así fue cómo comenzó su vocación de payaso profesional.
El amor de Paulo César por su personaje Piripitache, contagió a su hermano menor, quien se convirtió en el payaso Piripitín, y en poco tiempo su otro hermano (payaso Kiwi) y sus dos padres, por lo que su domicilio, ubicado en el andador 16 de Septiembre, justo en el Centro Histórico de la ciudad, pronto sería conocido por los vecinos como La casa del payaso.
En su experiencia, Paulo César ha identificado un cambio en las preferencias del público infantil, influenciado entre otras cosas por el uso de la tecnología, lo que también ha modificado la capacidad de asombro en los más pequeños de la familia.
“Nosotros lo vemos en las fiestas infantiles, cuando las familias nos dicen que su niño es de tal edad, por ejemplo 4 o 5 años, entonces preparas un show para niños de esas edades pero cuando llegas te das cuenta que ellos ya quieren otro tipos de cosas, piensas que un niño de preescolar quiere solo jugar y cantar, pero no, ahora quieren magia, malabares, monociclo, tenemos que hacer ese tipo de cosas porque ya no es tan fácil trabajar con los niños, no es tan fácil sorprenderlos”.
“Nuestro estilo es trabajar mucho con la familia, involucrar también a los adultos y que ellos también se diviertan. Yo tengo 39 años de payaso pero tengo 11 años haciendo malabares y lo hice porque mi hijo que también es payaso hace malabares y tuve que aprender para hacer pases con él”, señala.
Durante la pandemia, el gremio de payasos y demás artistas urbanos fueron uno de los sectores más golpeados económicamente, pues no tenían oportunidad de realizar sus presentaciones. En el caso del payaso Piripitache y su familia (su esposa y dos hijos también son payasos), realizaron manzanas acarameladas y cacahuates garapiñados; de esta forma, vestidos y maquillados como payasos, salieron a las calles a vender dichos productos para superar la crisis.
Ahora han regresado a las fiestas infantiles y a presentarse en diversos foros y plazas públicas de la ciudad, y de hecho, Piripitache es uno de los artistas que conforman el cartel del Festival de Artistas Callejeros, organizado por la Universidad Autónoma de Querétaro para visibilizar el trabajo de estos artistas en el estado, y que se realizará del 17 al 19 de junio.
El festival contempla la participación de alrededor de cien artistas urbanos como payasos, músicos, bailarines de break dance, grafiteros, entre otros, quienes ofrecerán funciones públicas. También contempla la realización de talleres y conferencias dirigidos a los artistas. Todas las actividades serán gratuitas y tendrán como sedes principales el Teatro Esperanza Cabrera y la Plazuela Mariano de las Casas.
La cartelera puede consultarse a detalle en las páginas de Facebook @uaq.mx y @SecretariaExtensionyCulturaUniversitariaUAQ.
“Este Festival de Artistas Callejeros es algo muy bueno porque podremos decirle a la gente ‘estamos aquí’. A la gente le pido que tomen en serio a los artistas urbanos, con el festival se voltea a ver en artista urbano, ese artista que un día trabaja en una plaza pública y al día siguiente en un circo famoso, que no se vea al artista urbano como la escoria de los artistas, no se les debe dar una limosna por su trabajo, más bien se debe entender que tenemos escenarios diferentes y nuestro trabajo es remunerado por el público”, comenta Piripitache.